Juntas al fin

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Tras haber dado luz verde para que sus tropas se diviertan por el resto de la noche, Catra se distancia del bullicio al adentrarse en el bastión y sus densos muros de metal. Allí, la joven felina avanza ansiosamente por los largos pasadizos, mientras intenta poner su cabeza en orden.

«Todavía no sé qué pensar sobre este asunto de la magia, menos aún lo que haré al respecto», reflexiona. Honestamente, desearía poder olvidar lo que ocurrió dentro de ese condenado repositorio, continuar con su vida como siempre lo ha hecho, sin magia; pero, si su poder es tan grande como Shadow Weaver lo hizo parecer, ignorarlo podría no solo ser un desperdicio, sino también un gran riesgo.

Con lo anterior en consideración, la verdadera pregunta que se hace ahora mismo es: ¿debería contárselo a Adora? Le gustaría hacerlo, tanto para sacárselo del pecho como para escuchar su opinión al respecto; sin embargo, teme que saberlo pueda cambiar su relación de algún modo.

—Supongo que estoy por averiguarlo... —murmura, suspirando resignada al hallarse finalmente frente a la entrada de sus aposentos.

Sin mayor dilación, Catra empuja las grandes puertas de metal y, de buenas a primeras, se sorprende al encontrarse con dos roperos situados en medio de la habitación, cargados con una enorme variedad de prendas. Al acercarse para inspeccionarlos, sus orejas se levantan al captar un sonido que parece provenir de su baño privado; se trata de un tenue flujo de agua, uno que rápidamente asocia al que produce la bañera al vaciarse.

—¿Adora? —pregunta en voz alta, aun sabiendo que no podría tratarse de otra persona.

—¡Catra! —exclama su chica desde el otro lado de la puerta —. Dame un momento.

Al poco tiempo de haber respondido, Adora sale del baño cubierta tan solo por una toalla blanca, e incluso entonces, la desnudez de sus hombros y piernas basta para ruborizar las mejillas de su contraria.

—Cariño, mis ojos están acá arriba —agrega la rubia con tono burlón.

—¡Cállate! Ya lo sé... —responde Catra, apartando la mirada en un torpe intento de ocultar su pudor —. ¿Qué?, ¿no me vas a preguntar si tuve éxito en mi operación?

—No me hace falta. Contigo a cargo, el éxito de la operación estaba asegurado.

—Aduladora... —murmura la felina, sacudiéndose la vergüenza de encima para voltear a mirarle de frente —. Me gustaría poder decir lo mismo sobre ti.

—¿De qué hablas? La "Operación: Plumeria" se ejecutó según lo planeado; resultando en el mejor escenario posible, he de añadir.

—Excepto por la parte en la que diste completa libertad a la princesa para hacer lo que le plazca, a pesar de que ambas acordamos tenerla bajo estricta vigilancia, independientemente de si decidía firmar el contrato.

—Ah... eso...

Ante su reclamo, Adora no tiene más remedio que tragarse su orgullo y reconocer que tiene razón; aunque claro, darle tantas libertades nada más llegar a la Zona del Progreso no fue una decisión del todo consciente, el té tuvo mucho que ver con eso.

—Ahm... —tras aclarar su voz, la rubia intenta desviar el tema acariciando el borde de la toalla con sus dedos —. ¿Me perdonarías si dejo caer mi toalla?

—¡E-Estoy hablando en serio! —responde Catra ruborizada, quien a duras penas consigue que su terquedad se sobreponga al deseo de ver esa toalla en el suelo.

—Está bien... —suspira Adora con resignación, acariciándose las sienes por un momento —. Llegamos a un acuerdo y no lo he respetado. Lo lamento, es solo que... no me he sentido muy bien últimamente.

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora