Dominio [Catradora]

La única salida

Con la moral por los suelos, Castaspella y los pocos rebeldes que han conseguido acompañarle avanzan apresuradamente por los pasadizos del castillo. De una simple amenaza que acecha lúgubremente a la distancia, la pérdida de Mystacor se ha convertido finalmente en un hecho inminente; sin embargo, incluso ahora, decenas de refugiados esperan ocultos por su salvación.

—No aminoren el paso... estamos por llegar... —instruye, liderando el camino —. Los hordianos muy pronto habrán ocupado cada rincón de la isla, tenemos que sacar a todos de aquí antes de que eso ocurra.

Bow se mantiene en completo silencio mientras le sigue el paso, reflexionando. Al momento de su llegada, cuando Catra extendió su "generosa" oferta de rendición por los altavoces, por un momento pareció insinuar que Hordak ya no se encuentra al mando; ¿habrá interpretado mal sus palabras?, ¿o será que realmente se ha hecho ella con el control?

—¡Allí! —exclama de pronto Castaspella, sacándole de sus pensamientos.

Al levantar la mirada Bow se encuentra con un rostro familiar, se trata del joven mago al que Castaspella encargó preparar una ruta de escape. Este se encuentra de pie al final del pasillo, agitando la mano para llamar la atención del grupo.

—¡Hechicera Superior!

Con las respiración agitada, el chico corre nerviosamente hasta alcanzarles, y por la intranquilidad que refleja su mirada, se puede intuir que no viene precisamente con buenas noticias.

—Ethan, no hemos sido rivales para los hordianos y sus máquinas —admite Castaspella, sin poder ocultar ya el desconsuelo en su tono de voz.

—¿Está diciendo que...?

—Mystacor está perdido, y nosotros también lo estaremos si no evacuamos ahora mismo.

Ethan arruga el rostro al escucharle, inclinando la cabeza para comprobar, con gran pesar, que tan solo seis personas han logrado salir de la biblioteca.

—Me temo que abandonar la isla no será tan sencillo... —termina por responder, regresando la mirada hacia su líder —. He revisado todos los pasajes ocultos del castillo, y al final de cada uno me he encontrado con una nave patrullando la zona... será imposible que pasemos por allí sin ser vistos.

—No lo entiendo, ¿cómo saben los hordianos sobre esos pasajes? —cuestiona Bow.

—Light Spinner... —murmura Castaspella, apretando sus puños con frustración —. ¿Cómo podemos defendernos de un enemigo que lo sabe todo sobre nosotros?

—No podemos defendernos —retoma Ethan —. Pero puede que podamos escapar. Mientras la batalla tenía lugar, llevé esta información a los ancianos que esperan en el Lunarium, y ellos han dado con un plan.

Mientras tanto, a varios metros de distancia, Catra lidera a parte de su ejército para dar caza a los rebeldes que cobardemente decidieron huir del combate, siguiendo su rastro con ayuda de los drones, cuyos paneles de energía son sensibles al aura mágica que emiten a los hechiceros.

—Estos rebeldes no saben cuándo rendirse... —reclama la felina en voz alta, avanzando despreocupadamente por el pasadizo —. Incluso acorralados e indefensos, insisten en hacernos perder el tiempo.

—Negarán la realidad tanto como puedan —comenta Shadow Weaver —. No tiene importancia, más temprano que tarde habremos...

Antes de completar su idea, la mayor se ve interrumpida cuando, sin motivo aparente, los drones que guiaban el camino se detienen justo en frente, para comenzar a volar desorganizadamente sobre sus cabezas.

—¿Qué está sucediendo? —interroga entonces, volteando la mirada hacia uno de los técnicos.

El aludido da un paso al frente y agacha la cabeza, observando nerviosamente la pantalla del control remoto que reposa sobre sus manos.