La muerte de Shadow Weaver

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«Que inesperado giro de acontecimientos», piensa Shadow Weaver, mientras observa a su ejecutora acercarse. Es inesperado, pero también bastante lógico; en retrospectiva, si Adora ha decidido que debe ser eliminada, sería raro que desista por algo tan trivial como un duelo.

—Castaspella, olvídate del ritual y vete de aquí —manifiesta con serenidad, habiendo aceptado su destino.

La aludida interrumpe el ritual de inmediato, y al voltearse, se sobresalta al ver esa enorme espada apuntando en su dirección.

—Así que llamas a la Nº 1 por su nombre, interesante —comenta Adora, deteniéndose a un metro de distancia —. No preciso que se vaya, a lo mejor y disfruta del espectáculo.

Castaspella retrocede instintivamente hasta encontrarse de espaldas contra la pared, pero Shadow Weaver permanece en su sitio, inmutable. Su actitud dibuja una sonrisa en el rostro de Adora, quien hace resplandecer su espada al imbuirla con su poder mágico.

—De rodillas. Ahora —demanda esta última, con un tono autoritario que pone a Castaspella a temblar.

—Si no es mucha molestia, preferiría morir de pie.

—Hazlo.

Shadow Weaver no tiene más remedio que acatar sus órdenes, por lo que con un suspiro se pone de rodillas, a la espera de su fin. «Hay algunas cosas que quisiera decirle, pero sin duda creerá que intento manipularla, y no puedo culparla por eso. Lo mejor será... irme en silencio», piensa, cerrando los ojos y respirando hondo.

—Observa bien, Nº 1; no, Castaspella —anuncia Adora, mientras el resplandor de su espada se esparce por todo su cuerpo —. Estamos por presenciar la muerte de Shadow Weaver.

A continuación, cabría esperar un proyectil arcano con la potencia suficiente para crear un cráter en el suelo, pero lo que ocurre en verdad es muy distinto. La imponente She-Ra suelta su espada, y esta se eleva grácilmente por encima de sus cabezas, hasta quedar suspendida en el aire; entonces, se arrodilla también, y extiende sus manos para sujetar la cabeza de su contraria.

Shadow Weaver abre los ojos al instante, y se estremece ante lo que solo podría describir como un sentimiento sobrecogedor. De pronto, ese poder oscuro que por tantos años ha envenenado su cuerpo, se filtra por sus poros como si se tratara de sudor, y se desvanece en el aire sin dejar ningún rastro.

—Y el renacer de Light Spinner —agrega Adora, atrayendo su espada hasta la palma de su mano.

—Tú... me curaste —murmura la aludida, desconcertada por el alcance de su poder.

—Es la primera vez que lo hago. Me alegra no haberte pulverizado por accidente, o haberte hecho crecer un cuerno y un par de alas.

Adora suelta una carcajada alegre al ponerse de pie, y por la expresión de su rostro, es difícil saber si habla en serio. En cualquier caso, esta le extiende su mano para que se levante también, y en su mirada no parece quedar rastro de aquel profundo rencor.

—Por supuesto, reconozco el resultado del enfrentamiento; también, reconozco lo fuerte que se ha vuelto Catra bajo tu tutela —aclara entonces, para seguidamente voltearse y dirigirse nuevamente hacia la salida —. Continúa sirviendo a nuestra causa con esa misma diligencia. Por ahora, llévanos hasta la Joya de Etheria; mientras tanto, yo me encargaré de sanar a Catra, y a todos los magos que esperan en la Sala de Curación.

—Entendido —responde su mentora, quien no puede verla marcharse sin decir algo más —. Y Adora... gracias por darme otra oportunidad.

—Agradécele a Catra.

Es con esas palabras que la Lideresa Suprema abandona la habitación, y aunque se escuchaba indiferente, lo cierto es que la escena le ha conmovido; después de todo, es la primera vez que la escucha decir "gracias".

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora