La princesa del té

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—Adora, para ya, vamos a llegar en cualquier momento —ruega Perfuma, sintiendo como si le pusieran una soga en el cuello.

—Ah, lo siento. Es mi baile, ¿verdad? —responde su desorientada acompañante, quien se muestra sorpresivamente avergonzada —. Cuando recibí mi invitación a la Gala de las Princesas me pasé horas practicando, pero parece que no fue suficiente.

—Aw... no me refería a eso. Yo creo que bailas muy bien.

—¿Lo dices en serio?

—Por supuesto, yo... ¡ah!, ¿¡qué estoy diciendo!? —exclama la princesa de repente, interrumpiendo el baile para sujetar y agitar sus hombros con fuerza —. ¡Espabila de una vez!

Adora ríe embobada mientras su cabeza se mueve de un lado para el otro, perdiendo el equilibrio al punto de casi caer de espaldas. Nuevamente, Perfuma consigue atraparle justo a tiempo, haciendo un esfuerzo por mantener en pie a un cuerpo que es claramente más pesado que el suyo.

—¡Perdón, perdón! —se excusa entonces, guiándole lentamente hasta el asiento más cercano —. Armonizar mis emociones no está siendo sencillo ahora mismo.

—Oye, tranquila —responde Adora, elevando la mirada con una sonrisa despreocupada —. ¿Sabes qué ayudaba a Glimmer con el estrés? Observar las nubes; mira, esa se parece a ti.

—Estamos bajo techo...

Acongojada, Perfuma intenta sacudirse las malas vibras de encima, para seguidamente juntar ambas manos y realizar algunos ejercicios de respiración. Aunque las circunstancias distan mucho de ofrecerle un ambiente calmo para la meditación, al menos consigue mantenerse sosegada cuando el vehículo finalmente se detiene.

—¡Hemos llegado! —anuncia Entrapta con entusiasmo, abriendo la puerta de la sala de controles.

—¡Entrapta, piensa rápido! —exclama Adora de repente, recibiendo a la recién llegada con una mirada desafiante —. ¿2+2?

—4.

—Wow... eres muy buena.

—¿Adora se encuentra bien? —cuestiona la joven inventora, volteando su confusa mirada hacia Perfuma.

—Es mi culpa —admite esta última, con un tono tan lamentable que pareciera estar al borde de las lágrimas —. Le ofrecí un té medicinal para calmar su dolor de cabeza, pero bebió demasiado y ahora está alucinando.

—¿Un té que provoca alucinaciones? Fascinante...

—¡S-Solo las provoca cuando se bebe en exceso! —aclara Perfuma al instante —. No es nada grave, en algunos minutos habrá vuelto a la normalidad. ¿Crees que podamos quedarnos aquí hasta entonces?

—¡Claro! Por mí no hay problema.

—Vaya... que alivio.

—Sí, solamente iré a avisarle a los treinta y tantos soldados que esperan afuera del vehículo —agrega Entrapta, dirigiéndose despreocupadamente hacia la salida.

—¿¡Qué!?

Al borde del pánico, Perfuma hace crecer una liana entre sus manos e inmediatamente se la lanza a Entrapta, atrapándola justo antes de que alcance la perilla de la puerta.

—No creo que esa sea una buena idea... —agrega entonces, sonriendo nerviosamente mientras comienza a tirar de la liana.

Conociendo a Entrapta, lo más probable es que termine diciendo algo que no debe, lo que solamente levantaría más sospechas entre los guardias; con eso en mente, Perfuma decide que, por arriesgado que pueda parecer, quizá lo mejor sea salir todas del vehículo, actuar tan natural como puedan y... cruzar los dedos.

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora