La zanahoria y el garrote

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Tras haber culminado su emotivo discurso, las Lideresas Supremas abandonan la nave para unirse a la celebración. Tomadas de la mano, ambas avanzan entre la multitud hasta situarse sobre una espaciosa plataforma de metal, situada en medio del bastión y los árboles de fruta. Aunque son brevemente acompañadas por algunos soldados que ya se encontraban allí, estos bajan instintivamente al notar que las jóvenes enamoradas se disponen a bailar.

—No recuerdo haber escuchado esto antes —admite Catra, arrugando la nariz por algunos instantes.

—Le dicen... "tango" —responde Adora.

—¿Tango?, ¿y cómo se supone que debo bailar tango?

—Es muy sencillo.

Acto seguido, la rubia le sorprende al tomar su mano izquierda y sujetarle atrevidamente de la cintura.

—Solo debes cederme el control —añade entonces, con una mirada lasciva que Catra solo recuerda haber visto en una ocasión, y fue bajo las sábanas; en donde, aunque deteste admitirlo, también terminó por ceder el control.

—¿Acaso tengo opción? —cuestiona la felina, suspirando con resignación —. Solo tú sabes cómo se baila. ¿En dónde lo aprendiste?

Fue Glimmer quien le enseñó todo lo que sabe sobre baile y etiqueta, practicaron muchas horas como preparación para la Gala de las Princesas, y dedicaron algunas para bailar tango; claro está, no tiene intención alguna de decirle eso, lo último que quiere es arruinar el momento haciéndole sentir celos.

—Soy autodidacta —termina por responder, esbozando una sonrisa un tanto forzada —. En fin, ¿comenzamos?

—Hm, está bien. Dirige, yo te sigo.

Satisfecha con su respuesta, Adora asiente y comienza a liderar el baile siguiendo el compás de la música. Aunque se trata de su primera vez, la felina consigue seguirle el ritmo sin mayores complicaciones; hay quienes dicen que el tango se baila "escuchando" el cuerpo del otro, y Catra puede escuchar el cuerpo de su amada con suma facilidad.

Los movimientos exhibidos por la joven pareja derrochan elegancia y sensualidad, viéndose inmersas en una danza cada vez más íntima. Catra se ve inicialmente cautivada por el tacto de sus manos, la calidez de su cuerpo, y el deseo que refleja su mirada; pero, conforme el tiempo avanza, esa sensación comienza a teñirse por un sentimiento de culpa. Todavía no ha encontrado el momento oportuno para decirle la verdad, y seguirla ocultando le hace sentir como si la estuviera engañando.

—¿En qué piensas? —le interroga Adora de repente, sin dejar de guiarle sobre su improvisada pista de baile.

—¿Ah?

—Sé cuando algo te molesta.

Esa intervención parece la señal inequívoca de que el momento es ahora, pero justo cuando está por sacarse la verdad del pecho, esta se queda atorada en su garganta.

—Yo... solo me siento aliviada porque las cosas acabaron bien para nosotras —termina por responder, resistiendo el impulso de morderse la lengua.

—¿Pensabas que íbamos a fallar?

—No... pero...

Tras un breve silencio, Catra reconoce que sí llegó a sentir una enorme presión al momento de atacar Mystacor. Todos aplaudieron la engañosa táctica con la que consiguió tumbar el domo mágico, pero nadie es consciente de lo cerca que estuvo su pequeña artimaña de fracasar. Muchas cosas pudieron salir mal, el hechicero pudo haber reconocido su voz, o simplemente haber priorizado el bienestar colectivo por sobre el de una chica desamparada; incluso ahora, después de haberlo engañado con éxito, sabe que tuvo suerte.

Dominio [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora