La misteriosa conversión de Perfuma

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El vivero de Perfuma, formalmente bautizado como la Embajada de Plumeria por decreto de Adora, presume de tal belleza que no tiene nada que envidiar al reino que representa. Se trata de una gigantesca construcción de cristal, opaco en las paredes, lo que evita ver algo desde el exterior, pero transparente en el tejado, permitiendo que sus incontables y coloridas flores se alimenten de la luz solar. Completamente al fondo yace una habitación oculta tras unos preciosos rosales, y justo al frente, una acogedora sala de estar rodeada por encantadores arreglos florales.

Y allí está Perfuma, sentada plácidamente sobre un sofá suave y esponjoso, bebiendo té en compañía de quien parece ser uno de los esclavos. Más allá de su alivio inicial por comprobar que se encuentra sana y salva, Scorpia permanece desconcertada ante tan curiosa escena; para empezar, la rubia lleva puesto un conjunto que contrasta sobremanera con el anterior, apagando sus alegres tonos pastel hasta alcanzar el negro más absoluto, acompañado únicamente por el rojo carmesí que exhibe tanto en las decoraciones de su vestido como en su nueva tiara.

 Más allá de su alivio inicial por comprobar que se encuentra sana y salva, Scorpia permanece desconcertada ante tan curiosa escena; para empezar, la rubia lleva puesto un conjunto que contrasta sobremanera con el anterior, apagando sus alegres to...

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—¿P-Perfuma? —pregunta sin pensar, mientras intenta dar sentido a lo que ve.

La joven princesa esboza una sonrisa radiante al descubrir que tiene visita, dejando su taza sobre la mesa antes de ir a recibirle.

—¡Scorpia! Que alegría tener por aquí —exclama entusiasmada, acercándose para sujetar su tenaza y guiarle gentilmente hasta la sala de estar —. Te ves exhausta. Ven, siéntate con nosotros y bebe algo de té.

—Ah... claro...

Confundida, Scorpia accede a su petición y se deja guiar hasta el sofá, tomando asiento justo al lado de su compañera. Al echar un vistazo sobre la mesa, puede ver que acompañan el té con un variado surtido de fruta, servido sobre una espaciosa bandeja de metal.

—Adelante —comenta Perfuma de repente, quién deja escapar una risita al ver que sus ojos se posan específicamente sobre los melocotones —. Puedes comer todo lo que quieras.

—¡Gracias! 

Mientras observa a su anfitriona servirle un poco de té, Scorpia extiende su tenaza para probar uno de esos jugosos melocotones; no obstante, ni siquiera el dulzor de su fruta preferida consigue distraerla del extraño comportamiento de su compañera.

—No pudiste llegar en mejor momento —manifiesta esta última, ofreciéndole su taza de té para seguidamente dar algunos pasos hacia atrás —. Dime, ¿qué opinas de mi vestido?

Con una sonrisa despreocupada dibujada en el rostro, Perfuma se contonea discretamente para presumir de su nueva indumentaria, provocando un tenue rubor en las mejillas de su contraria.

—T-Te ves espectacular... —balbucea Scorpia en respuesta, sacudiendo su cabeza para recobrar la compostura —. ¡Quiero decir!, ¡el vestido se ve espectacular!

—¿Verdad que sí? Lo ordené ayer por la noche, y Nº 34 recién tuvo la gentileza de entregármelo.

«¿Nº 34?», cuestiona Scorpia para sus adentros, hallándose cada vez más confusa. Hasta ahora, Perfuma se había negado rotundamente a llamar a los esclavos por sus números de serie, como un último acto de rebeldía ante la esclavitud que tanto aborrece; es por eso que, tras escucharla hablar de ese modo, comienza a pensar que su indumentaria no es lo único que ha cambiado.

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