Una droga de diseño

Ti voglio bene

Amar es la experiencia mas grande que podemos experimentar, pero la más compleja. Es un arte retratado por la entrega y el trabajo constante, que tiene como sostén la bondad y la autenticidad y que, en su forma mas amplia y profunda, nos conecta con la totalidad casi como una experiencia divina. No hacen falta grandes actos para demostrar el amor que se siente por alguien, no hay que subirse a la torre mas alta del reino como solían decirnos los cuentos que leíamos de pequeños. A veces, solo basta con estar ahí y hacerle ver a la persona que amamos que jamás faltaremos a esa promesa.

Natalia no dejaba de pensar en lo que hubiera pasado si el accidente de Alba hubiera sido mas grave. La miraba, dormida, tan frágil, tan pequeña, con sus manos unidas bajo la almohada y era incapaz de pensar como sería su futuro sin ella. No era una cuestión de dependencia, por desgracia sabía que tras ella su vida no se acabaría, pero jamás volvería a ser la misma. Alba le daba ese toque especial que muy pocos encuentran, esa compañía que subtitula las partes que no entendemos, esa extraña calma que la vida nos concede a cuenta gotas, la idea de que la felicidad puede tenerse entre las manos casi por una eternidad.

-¡Mierda!- Se estiró rápidamente cuando el despertador comenzó a sonar-. Cállate, maldito aparato- terminó tirando del cable para que recuperar el silencio-. No- bufó cuando se dio la vuelta despacio y se dio cuenta de que Alba la miraba con una media sonrisa entre los labios-. Lo siento- musitó en voz baja-.

-Creo que el primer round queda en empate- Pronunció Alba con la voz ronca todavía demasiado adormilada-.

-Muy graciosa- Natalia hizo una mueca-.

-Y tu demasiado guapa para que el resto queramos salir de la cama- Alba se mordió el labio-.

-Entonces no salgamos nunca- le susurró dejando un suave beso en su mejilla-.

-Me gusta esa proposición- Alba suspiró-. Mucho.

Las dos permanecieron mirándose en silencio y haciéndose caricias. Alba cerraba los ojos mientras los dedos de Natalia surcaban su mejilla, como quien atrapa entre sus manos lo dulce de la vida. Se le hacía tan extraño y a la vez tan mágico que después de todo las dos siguieran ahí, una frente a la otra, sosteniendo sus respiraciones. Durante los últimos días, Alba había tenido mucho tiempo para reflexionar y lo único que había sacado en claro, era que Natalia era la persona con la que quería que el mundo la sorprendiera, la hiciera morder el polvo o le diera la felicidad mas inmensa que había otorgado jamás.

-Despertar contigo es como tener el conjuro de la vida eterna entre los dedos- Alba se abrazó a su pecho-.

-Pues vivamos eternamente en ese hechizo- Natalia jugó con sus cabellos-.

-No has dormido cuidándome, ¿verdad?- Alba levantó la cabeza despacio-.

-Claro que he dormido- Natalia frunció el ceño-.

-Nat- gruñó Alba-.

-A ratos- Natalia se mordió el labio-. Ante la belleza, dormir es una mediocridad.

Alba negó con la cabeza ante la cursilada que acababa de soltar, aunque no pudo evitar que se le escapara la sonrisa. Si hacía un tiempo intentaba no perder la compostura, ahora se dejaba llevar por las sensaciones y las que Natalia provocaba en ella eran de lo más placenteras. No eran un capricho, ni una locura, ni una mediocridad, lo que había entre las dos era amor, un amor que la había mantenido a flote cuando todo su mundo se fue a la deriva, un amor que la salvaba de sí misma, un amor que hasta la llevaba a convertirse en una heroína.

-¿Qué te parece si te preparo un baño caliente y mientras te relajas me encargo del desayuno?- Natalia le besó la frente-.

-¿Por qué estás tan nerviosa?- Alba le clavó la mirada-. Estás agitada, como si fueras cien revoluciones por encima de lo habitual.