EL AMOR ES UNA COSA SIMPLE

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Llevaban todo el día trabajando en darle forma a una campaña hacia la que tenían sentimientos encontrados e intereses contrapuestos. Por un lado, la había utilizado como estrategia en su beneficio, sin ser conscientes de que quizas aquella maniobra había terminado poniéndoles entre las manos un arma de doble filo con la que no sabían que hacer. Por otro lado, el poder contar la historia desde su perspectiva y dar el golpe de efecto que deseaban, las excitaba sobremanera, dejando la cautela adormecida a un lado y atreviéndose a despertar ese espíritu rebelde dormido por los golpes del destino y esa insaciable sed de contar historias con consciencia, de despertar en todo aquel que pudiera verse reflejado un espíritu crítico que en los tiempos actuales brillaba por su ausencia entre contenidos superfluos y eslóganes fáciles de canturrear. Estaban agotadas, con la mente dispersa por el cansancio y los músculos completamente maltratados por toda la tensión. Después de todo, no era nada fácil volver al estrellato. Alba mordió el rotulador que tenía en la mano y dejó de dibujar, apartando el papel a un lado y soltando largo suspiro, su creatividad necesitaba un descanso. Levantó la vista y se fijó en Natalia, en su pose concentrada, en su media mordida de labio, en el movimiento rotacional de sus pupilas hacia todos lados, en como había ido desabrochando botones de su camisa conforme la presión había ido aumentando, en la curvatura de su torso recostado sobre el sofá y en el pequeño recogido que había ido perdiendo formalidad en el transcurso creativo. Alba movió la cabeza hacia los lados para desentumecer los músculos de su cuello, atrofiado tras tanto tiempo en la misma postura y decidió caminar un poco, necesitaba renovar energías.

-No puedo más- suspiró colocando sus manos sobre sus riñones-.

-¿Te has acomodado desde que yo hago el trabajo duro o que?- inquirió la morena sin levantar la vista de los papeles-.

-Bueno- caminó hacia ella con paso sugerente-, dejarlo todo en tus manos- bajó el tono-, siempre es un valor seguro- se inclinó apoyando las manos sobre los muslos de Natalia con una postura de lo más sensual-.

Natalia se mordió el labio y levantó la vista contagiándose de la mirada de Alba, de ese deseo anhelante que cargaba en sus ojos, de ese brillo en el que había vuelto a ver la luz. Natalia estiró su mano y le levantó la tela del vestido, acariciando con suavidad sus muslos. Alba se mojó los labios, disfrutando de la sensación y dejándose llevar por la respuesta involuntaria de su cuerpo que demandaba más y más contacto. Natalia metió los dedos por la tela de sus bragas y tiró de ellas hacia abajo, en un movimiento lento, sujetando a Alba por la cintura mientras ella se apoyaba en sus hombros para quitárselas.

-Natalia- Alba le clavó la mirada-.

-Tranquila- pasó las manos por la parte trasera de sus muslos y la acercó hacia ella-, dejarlo todo en mis manos siempre es un valor seguro- le recordó con una sonrisa perversa-. ¿Crees que Sabela entraría con la seguridad si te escuchase gritar?- lo dijo contra su centro pasando la lengua de abajo arriba-.

-¡Joder!- gimió Alba sujetándose en su hombro-. Nat no podemos hacer esto aquí- tuvo que morderse la mano para ahogar otro gemido-.

-¿Por qué no?- Natalia enterró la cabeza entre sus piernas-.

Natalia se deleitó recorriendo sus pliegues, bebiéndose cada gota reciente de su excitación, deleitándose con un paseo en la mejor feria de comestibles que conocía. Alba trataba de acallar sus gemidos mordiéndose la mano y haciendo presión contra la boca de Natalia, aunque aquella maniobra había resultado mas contraproducente de lo que pretendía. Alba consiguió enredar los dedos entre sus cabellos y tirar de ellos hacia atrás, logrando que Natalia se separase unos segundos, con los labios bien lubricados y una mirada lujuriosa que acababa de dejar k.o la poca cordura que le quedaba. Alba la empujó con brusquedad contra el sofá y se subió a horcajadas sobre ella, atacando su boca sin miramientos y empapándose de su propio sabor. Le besó la barbilla, bajó por su cuello y desabrochó los botones de su camisa con rapidez besando un mordiendo toda la piel que iba encontrando a su paso, sedienta de su elixir preferido, dominada por la efervescencia de sus inagotables ganas. Apartó la tela del sujetador y besó sus pechos, jugando con sus pezones mientras Natalia ponía los ojos en blanco apretando sus nalgas dominada por la electricidad que le recorría el cuerpo. Alba le arañó el abdomen con las uñas y le desabrochó el pantalón, metiendo la mano con rapidez, ansiosa por palpar su humedad.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora