El sonido de las olas, la luz en intensidad baja y la música de fondo que se escapaba de los locales cercanos estaba haciendo que aquel silencioso paseo no pareciera el de dos sonámbulas que sueñan despiertas con el camino hacia el paraíso. Habían parado en la heladería italiana de siempre y habían pedido lo de siempre, helado de higo caramelizado con chocolate para Alba y helado de mandarina para Natalia. Las dos disfrutaban de sus cucuruchos, tener la lengua ocupada era la excusa perfecta para no hablar, una bastante hábil cuando ninguna estaba segura de que decir. Estar paseando por la playa como si nada era extraño después de todo.
-Este ha sido uno de los días más extraños de mi vida desde que te fuiste- A Alba le costó que le saliera la voz por el tiempo que llevaban en silencio-.
-Tampoco ha sido fácil para mi- Natalia suspiró y volvió a su cucurucho-. ¿Quieres que nos sentemos? - señaló hacia un claro en la arena-. Deberías descansar un poco. Ha sido un día...de locos.
Alba asintió con la cabeza y le sonrió tímidamente, aquella Natalia siempre le recordaba a esas primeras veces en las que trataba que todo fuera perfecto y terminaba taquicárdica perdida, aunque por suerte, Alba sabía bien como apaciguar sus nervios y doblegar su inquietud disfrazando toda la incertidumbre con una estampa paradisiaca en la que todo salía bien. Natalia se sentó en la arena con las piernas cruzadas y clavó la vista en el mar aunque tuvo que desviarla en el momento en que Alba se apoyó en su hombro para sentarse y terminó encajada entre sus piernas. Echó la cabeza hacia atrás dejándola caer sobre su hombro y tomó un poco de aire, mas consciente de todo lo que había ocurrido y con sensaciones encontradas. Por un lado un malestar imperativo que acompañaba cada acción y por otro lado, una ligereza desconocida pero a la vez amiga que siempre había sido el tempo de sus mejores momentos.
-¿Te acuerdas de cuando hicimos la apuesta de quien comía mas cucuruchos?- Alba giró la cabeza y la miró a los ojos con una sonrisa-.
-Nos gastamos la paga de la semana- Natalia soltó una pequeña carcajada-.
-Creo que aun me dura el empacho de esa tarde- reconoció la rubia mordiéndose el labio-.
-La verdad es que hacíamos unos planes de mierda- Natalia le dio un toque en la nariz-.
-Eran mas dinámicos que escaparnos a beber cerveza- Alba le devolvió el toque sobre la barbilla-. Fueron buenos tiempos- suspiró mordiendo la galleta de su helado casi acabado-.
-Visto así- Se limpió los restos de galleta de los labios con la lengua-.
-Espera- Alba acercó su mano y le apartó con el pulgar el resto que quedaba de helado-.
-¿El viejo truco?- inquirió Natalia entreabriendo los labios-.
-Los métodos que funcionan no hay porque cambiarlos- Alba apoyó la frente contra su cara-. No sabes cuantas veces he soñado con tenerte así de nuevo- aspiró su perfume-. Recordar por que el sonido del mar me suena mas melódico contigo, porque la arena se me antoja mas suave si estoy entre tus brazos o por que un paseo cualquiera puede convertirse en uno para el recuerdo.
Ese viejo calor que estaba volviendo a avivarse dentro de ambas reclamaba una atención que no querían darle pero que era suya por derecho, que le pertenecía cuando las dos eran una y eso era la mayor parte del tiempo. Por mucho que no fueran muy amigas de los buenos tiempos o que se hubieran acostumbrado al frío, recuperar el calor en los huesos era un placer que no podían ignorar y aunque sabían que venía del fruto mas prohibido de todos, probarlo era la única solución para que el cuerpo pudiera sobrevivir. Entrelazaron sus manos, como si tuvieran miedo de salir por los aires al más mínimo contacto y se fueron acercando poco a poco, tan lentamente que casi parecían no moverse, conteniendo la respiración y hasta el ritmo cardiaco como cuando tienes ante tus ojos el regalo mas esperado. Las cosas mas bonitas debes congelarlas todo lo que puedas porque no sabes cuando volverán.
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Una droga de diseño
FanfictionLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...