Todos pagamos un alto precio

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La vida es principalmente interesante si hemos fracasado, porque significa que intentamos superarnos. Cruel, ¿verdad? Aun así, refleja una verdad inequívoca. No se trata del talento o de cuanta resistencia hagas, a veces el fracaso es inevitable. Es mucho mas simple, aunque nos encante eso de jugar al ratón y al gato para parecer más interesantes. Tener el suficiente coraje para intentarlo de nuevo. Si, es de locos.

Como cada semana, Alba acudía a terapia. En aquellos siete meses y dieciséis días que llevaba separada de Natalia no había faltado a ninguna sesión. Aguantaba estoicamente las preguntas incómodas de Iván, sus alocadas reflexiones e intentaba no perder ante ninguna de sus pruebas, aunque cuando una ya está derrotada, el sabor de la victoria es bastante insípido. Repetía el mismo patrón cada vez que volvían a verse. Dejaba el bolso en la mesita auxiliar, se sentaba en el diván y miraba sus manos, un gesto que antes, no hacía.

-Antes nunca traías las manos llenas de pintura- Iván le tendió un pañuelo-.

-La pintura es...una buena compañía- carraspeó Alba limpiándose las manos algo avergonzada-.

-Siempre has cuidado que tu apariencia sea impoluta- Iván le sonrió-. Por eso- hizo un gesto con las manos-,¿la exposición?

-No eres nada sutil, ¿lo sabías?- Inquirió Alba-.

-Es una de mis grandes virtudes- Se mordió el labio-.

-Yo no diría tanto- Alba se mordió el labio-.

-Te has vuelto a teñir el pelo, juegas compulsivamente con los dedos de tus manos y cuentas en la mente supongo que hasta cinco- Apuntó Iván-.Eres demasiado impaciente para dejarlo a la de tres. Estás nerviosa.

-Y tu dubitativo- Atacó Alba-. Siempre me recibes de pie y esta vez, estás sentado. De tú a tú o algo así en tu lenguaje para dementes. ¿Qué es lo que quieres sonsacarme exactamente?

-Sonsacar no es mi trabajo- le recordó Iván-. Si así lo fuera, habríamos dejado de vernos hace mucho. No eres de esas, ni yo del tipo de psicólogo que espera descubrir tu arca de Noé.

-¿Una referencia bíblica?- Inquirió Alba-. Cuanta empatía.

-Expones tus cuadros, ¿verdad?- Iván tragó saliva-.

Alba guardó silencio ante su pregunta y eso puso en estado de alarma a Iván. Normalmente contestaba enseguida a la defensiva, no optaba por la reflexión tan rápido. Dejaba clara su postura y después, aceptaba lo que le convenía desde su punto de vista. En eso consistía su relación. Alba hacia resistencia y é iba armando el rompecabezas. Era como jugar al Jenga, aunque en su caso un error, podía ser fatal.

-Solo pinto- Alba negó con la cabeza-. Lo...retomé cuando Natalia se fue- tomó aire y se puso en pie-. Me hace sentirme...menos o más, aún no lo sé, conectada a alguna parte. Quizás a ella. Creo que no tengo dudas respecto a eso. Simplemente empecé y ahora tengo un montón de cuadros con los que me tropiezo día tras día en mi estudio. No sabía que hacer con ellos y...-se miró los pies-. Estaba convencida de que si seguíamos mirándonos fijamente uno de los dos perdería algo y...no podía permitirlo.

-¿Por eso la exposición?- Iván se acercó a ella y le tendió un café-. Es una variedad de Ecuador, con personalidad.

-Supongo- alba se llevó la taza a los labios con las dos manos-. Últimamente, no tengo demasiadas certezas. El café no te lo regalan los pacientes, ¿verdad?- torció el gesto para mirarles-. Lo compras desde que te mencioné que había dejado de...tomarlo. Eres un cabrón- le dijo en tono cariñoso-.

-Tuve que emplearme a fondo- Iván sonrió-, pero dio sus frutos.

-¿Y por que sigues comprando variedades de café?- inquirió Alba-.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora