Todas las alarmas acababan de saltar. El estridente sonido del detector, los aspersores de agua que trataban de contener las llamas y ese humo negro que terminaba creando una nebulosa alucinógena que nos deja fuera de juego. Las dos estaban tratando de respirar a duras penas, de encontrar la salida de emergencia y correr hacia un claro, pero el humo crecía y crecía y parecía que no había escapatoria posible. Natalia se apoyó en la pared del porche mareada y con la cabeza en plena ebullición tratando de calmarse y poder pensar con claridad. Alba por su parte, solo se centraba en respirar, tirando con fuerza del cuello de su vestido y acariciándose el pelo convulsivamente. Se llevó las manos a la cabeza y negó en repetidas ocasiones, cerrando los ojos. Solo tenía que contar hasta cinco y todo volvería a la normalidad, aquello simplemente era una pesadilla, tenía que serlo. Natalia encendió un cigarrillo a toda prisa y dio una calada con las manos temblorosas, aun sujetando el teléfono con la llamada entrante operativa con la mejilla y el hombro. Soltó todo el aire y miró hacia el columpio, no pudiendo evitar que el recuerdo la invadiese.
Los viernes eran un día especial para Natalia. Salía del colegio a las dos de la tarde, sus padres la recogían bien puntuales y todos ponían rumbo a la comida de los viernes, donde los Reche eran los invitados mas especiales y Natalia y Alba podían verse y jugar sin tener que preocuparse, por los deberes, las actividades extraescolares o un férreo y marcado horario que no les dejaba tiempo ni para respirar. Natalia casi se tira del coche en marcha cuando cruzaron la cancela de metal y es que, Alba la esperaba apoyada en el árbol con aspecto triste y los ojos llorosos.
-¿Dónde vas terremoto?- La Rafi la detuvo en plena carrera-.
-Natalia- la regañó su madre bajándose del coche-. ¿Qué modales son esos?- la reprendió-.
-¿No le vas a dar un beso a tu tia preferida?- le sonrió ampliamente-. Os he comprado esos helados de pie que tanto os gustan.
-Frigopie Rafi- Natalia le sonrió enseñándole los huecos de dientes que aun le faltaban por salir-. ¿Qué le pasa a Alba?- frunció el ceño con preocupación-. Está triste- adivinó rápidamente-.
-A eso lo llamo yo intuición- quedó muy sorprendida-. Tu hija pasa de mi tentadora oferta y se interesa por mi hija- miró hacia su amiga María-.
-Lleva quejándose desde hace media hora porque íbamos a llegar tarde- confesó Maria con una sonrisa-. Cuando quiere algo- movió las cejas-, no para hasta que lo consigue. ¿Qué le pasa al bichillo?- señaló con la cabeza hacia Alba-.
-El pan nuestro de cada día hija- suspiró agotada-. La he recogido del cole, se ha enfadado no se muy bien por que- reconoció algo contrariada- y en mitad de la rabieta se ha subido al columpio y en uno de los impulsos, la cuerda ha cedido y se ha caído de boca. Como está enfadada conmigo y me ha hablado fatal- miró hacia Natalia- y eso a una madre no se le hace, la he castigado sin piscina.
-Estos niños- Maria agitó la mano quitándole importancia-.
-¿Y mi beso?- Rafaela le puso la mejilla a Natalia-.
-¡Eres pesada!- refunfuñó Natalia pero terminó dándole un beso rápido-.
Rafaela la liberó del agarre y tardó escasamente tres segundos en alcanzar la posición de Alba, irguiéndose con una pequeña sonrisa y acercándose despacio, no quería asustarla. Alba estaba llorando, con la cabeza metida entre las piernas y los brazos por encima. Se fijó en el columpio, un pedazo de cuerda se habia roto y se había caido del árbol.
-Te he traído chupachups- Natalia sonrió señalando a su espalda-. De fresa- recalcó sabiendo que eran los que siempre comía-.
-No quiero- gimoteó frotándose los ojos-.
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Una droga de diseño
FanfictionLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...