ALMAS GEMELAS

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Dicen que la diferencia entre un corazón roto y un corazón entero es la esperanza. Quien la tiene vive y quien la pierde, muere. La esperanza es lo último de la que nos desprendemos, la última piel antes de pasar a ser fantasmas. Natalia y Alba habían perdido la esperanza hacía tanto tiempo, que se habían convertido en dos fantasmas alimentadas de los recuerdos, dos espectros que pululaban por el mundo, sin rumbo, esperando por el final, yendo de un lado para otro como si nada, sin mas sensación en el cuerpo que un vacío imposible de soportar. No hay nada mas poderoso en el mundo que la esperanza, nada más increíble que volver a vivir por ese motivo que hacía que todo girase en sintonía, nada mas bonito que sentirse completo sin ni siquiera saber por qué. Alba tenía la enorme coca cola entre las manos y bebía de la pajita sin perder la atención de la película, contagiada por la emoción de las escenas, pero mas aún por esa mirada genuina de Natalia, por el brillo revelador de sus ojos, por esa mirada iluminada que tanto había echado de menos en su camino. Dejó la bebida en el reposa vasos y se acercó lentamente hacia Natalia, rompiendo la distancia y acariciándole suavemente el brazo, apoyado junto al suyo. Fue acercando su cuerpo y giró la cabeza hasta apoyarse en su hombro, respirando su aroma natural, ese que olí a casa, a vida, a felicidad.

-In amore, chi arde non ardisce e chi ardise non arde- le susurró Alba al oído-.

Alba bajó la mano lentamente hasta posarla sobre las piernas de Natalia, acariciándola con una leve presión mientras la morena se mordía el labio y se agitaba por lo temeroso de la acción. A tres bancadas de ambas había una pareja y en los flancos de ambos lados, dos grupitos de chicos que parecían disfrutar con la película. Alba le dio un toque con su nariz sobre la mejilla y le besó la sonrisa, de un modo suave y lento, en sintonía con el clima que te hacía respirar la cinta. Una llama que se prende de un modo lento, que se fragua con la cercanía, en el día a día y que te arrasa la vida hasta tu último aliento de vida. Por que esa era la típica historia que alguien contaba a sus nietos disfrazada de inocente cuento.

-¿A quien llamamos si nos detienen por escándalo público?- Alba le mordió la oreja a Natalia-.

-Al abogado de la familia- Natalia le acarició la pierna con suavidad echando un vistazo mas allá por si alguna mirada curiosa-.

-¿Y que le vamos a decir?- Alba bajó la mano por su pierna y le palpó la entrepierna haciendo presión por encima de la ropa-.

-Joder Alba- jadeó Natalia contra su boca-.

-Shh- le mordió el labio-. No queremos que se nos una el revisor, ¿verdad?- pronunció con voz ronca-. Esto es una fiesta privada- llegó hasta el botón de su pantalón y lo desabrochó lentamente-.

-¿Te acuerdas cuando lo hicimos en aquel cine de verano?- Natalia se mordió el labio al sentir como acariciaba su ropa interior-.

-La película era una mierda- le susurró Alba-, había que remontar la tarde. Abre las piernas- la besó en los labios-.

Las dos estaban rozando sus centros con suavidad, haciendo círculos con sus dedos sobre la ropa interior, tentándose, apoyadas la una en el hombro de la otra, con la película de fondo y la excitación camino del infierno. El morbo de que pudieran pillarlas, estar a punto de tener sexo en un lugar público o el hecho de que estuvieran lidiando con su propio incendio ante el Retrato de una mujer en llamas hizo que aquella sala se convirtiera en el epicentro de un silencioso terremoto. Comenzaron a penetrarse con una ansiedad controlada, tratando de que sus dedos siguieran el mismo ritmo, palpando sus pliegues como si acariciaran una escultura de valores incalculables, sumidas en su pequeña travesura piadosa. Ahogando los gemidos la una contra la boca de la otra, retorciéndose sobre esa mano amiga que las sostenía siempre que se sentían al borde del precipicio y tocando las estrellas como solo ellas sabían, se dejaron ir, manteniendo la misma postura mientras los espasmos frutos del éxtasis hacían el resto. Las dos mantenían los ojos cerrados y las frentes apoyadas la una contra la otra, sin moverse ni decir nada, saboreando la magia de aquel momento.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora