Todas las caras de cupido

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Por suerte para todos, el evento estaba llegando a su fin. En el caso de que se prolongase un poco más Alba acabaría en la cárcel porque cierto insecto no dejaba de revolotear alrededor de Natalia y Álvaro terminaría haciendo palitos de cangrejo con Marina, que contra todo pronóstico había logrado tomar el lugar de acompañante de Santi con todas las de la ley. Alba llevaba más de media pensando un plan que no implicase destrozar su propio evento para recuperar a su chica, pero todo lo que se le pasaba por la cabeza no era precisamente ni discreto ni conciliador. Tomó otra copa de champán y se la bebió del golpe, necesitaba despejar la mente.

No dejaban de mirarse de reojo, de vigilarse la una a la otra, pero cuando trataban de acercarse, el universo confabulaba contra ellas y terminaban cada una en una punta de aquella enorme sala. Alba pensaba que sería mas fácil, que lo aguantaría, que lograría hacer frente a aquel caballo de batalla, pero lo cierto era que los celos la carcomían. Pese a ser consciente de que Natalia jamás se fijaría en el granjero pordiosero, había una parte de ella que dudaba y terminaba montándose una película de terror en la cabeza que no dejaba títere con cabeza.

-¿Cómo lo haces?-le preguntó Álvaro-. Para mantenerte fría y hacer como si nada.

-Al principio es complicado- reconoció Alba-, pero luego te acostumbras. Cuando las otras versiones de tu historia no encajan con la vida con la que sueñas, terminas por lanzarte a la piscina, haya agua o no.

-Estoy medio borracho- confesó Álvaro-. Necesito una explicación mas clara.

-El amor es un sentimiento único- Alba suspiró-. Nos hace sentirnos mejor, creer que podemos hacer lo imposible y convierte los momentos mas detestables del mundo en instantes no tan terribles. Cuando lo pierdes y la luz, los fuegos artificiales y todo eso que antes te hacía reírte de todo desaparece, te quedas vacío. Como si no hubiera nada, ni siquiera nos queda la posibilidad de detestar lo que antes odiábamos, porque todo ha cambiado. No quiero volver a sentirme así- confesó con una sonrisa amarga-. Si te precipitas, pierdes. Si tardas, pierdes y si vives el momento y no estás atento, todo se irá al garete. Así que no la pierdo de vista nunca, como las estrellas que te alumbran el camino porque no hay nada mas devastador que sentirse perdido.

-Yo tampoco le pierdo de vista- Álvaro suspiró perdido en la imagen de Santi-. Jamás pensé que me conquistaría el niño pijo con guitarra cara.

-¿Llevaba jersey amarillo?- se burló Alba-.

-Le robé las gafas para verle al día siguiente y el muy idiota no se dio ni cuenta- Álvaro soltó una carcajada-. No llevaba jersey amarillo- frunció el ceño-. Llevaba una camisa gris que le quedaba como a un príncipe.

-Me obligó a ir a un concierto tuyo chantajeándome- confesó Alba-. Por suerte, me gustó tu música, porque sino aquello hubiera sido insoportable.

-¿Y por eso apareciste dos días después a pasarme revista?- Álvaro se mordió el labio-. Menuda perra estás hecha.

-Santi es como mi hermano- Alba asintió-, tenía que asegurarme que eras trigo limpio y no querías tirarte al niño rico, chupar del bote y dejarle abandonado con el corazón partido. Luego te escuché cantar Lágrimas Negras y me ganaste.

-Tu sigues siendo la misma pija insoportable de siempre- Se burló Álvaro-, que le vamos a hacer.

Brindaron unas cuantas veces más para hacer el paripé y siguieron de risas, a ninguno de los dos les convenía que le notasen los celos en un evento tan importante y generar una situación positiva era la mejor manera de dejar a un lado los malos rollos. Natalia siguió saludando a conocidos, perdiéndose en conversaciones banales y en cumplidos enlatados, hasta que se topó con Alba que le puso una copa de champán entre las manos y otro vaso con una piruleta de hojaldre rellena de espinacas.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora