A veces se hacen locuras por amor

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Hay días en los que uno cree que sueña despierto. Nos miramos al espejo y le preguntamos a nuestro reflejo que quiere de nosotros. Sin embargo, no ocurre nada, el cristal no toma forma de genio y por desgracia no nos da la clave para descifrar el rompecabezas. Parpadeas con todo tu empeño, pero la realidad no se desvanece como si fuera un mal sueño y entonces te das cuenta de que en más ocasiones de las que aceptamos, la realidad supera a la ficción. Ni siquiera el sonido de la cafetera logró que Alba cambiase su semblante. Ella solo se mantenía en pie con la vista clavada en la puerta del baño y los codos apoyados sobre la encimera sosteniendo su cuerpo. Roberto llevaba allí dentro unos cuarenta minutos, aunque el sonido del agua había dejado de formar parte de la música de ambiente hacía un buen rato. Tenía el teléfono móvil sobre la mesa y lo miraba de manera intermitente. Apartó la mirada cuando sintió como Natalia se colocaba junto a ella y dejaba una taza de humeante café a su lado. Sonrió despacio y la miró a los ojos. Se sentía afortunada de tenerla, de no estar sola en aquel mar lleno de dudas. Natalia siempre la seguía en sus locuras sin importar a donde la llevaran y tener a alguien que fuera capaz de algo así, era realmente mágico. Bajó la vista hacia el anillo que decoraba su dedo meñique y arrastró la mano de forma tímida por la superficie hasta que sus dedos se rozaron. No dijo nada, simplemente los entrelazó como en aquellas viejas promesas de niñez y volvió a mirar hacia el baño.

-No imaginaba así nuestra luna de miel- Carraspeó rompiendo el silencio-.

-Lo cierto es que yo tampoco- Natalia se mordió el labio-. Supongo que todo esto forma parte del encanto. Está recién hecho y te sentará bien- tomó la taza de café y la depositó entre sus manos sin soltárselas-.

-No se que estamos haciendo- confesó Alba en un susurro-. Intento pensar con algo de juicio, darle un poco de perspectiva a toda esta situación...

-Lo mejor es no darle demasiadas vueltas- Natalia le sonrió-. Es complicado y analizar los motivos que nos han llevado hasta aquí poco importan. Osadía, rabia, esperanza- se mojó los labios-. Da igual si esperas su llamada como agua de mayo o no le respondes en cien años. Todo lo que importa es que tu propio oxígeno no te asfixie al respirar, esa es la única respuesta que necesitas.

Alba dejó caer la cabeza contra el pecho de Natalia y suspiró sintiéndose reconfortada por sus palabras. Natalia siempre estaba ahí cuando se sentía perdida con una palabra de aliento para ayudarla a seguir a flote. Sonrió al sentir como le besaba la frente y la estrechaba contra su cuerpo. Allí, en el calor de sus brazos, siempre se sentía a salvo del mundo.

-Recordará mi cara por el resto de su vida- Alba lo pronunció en voz baja-. Cuando piense en mí me reconocerá como la mujer que lo condujo a dejar de ser quien es.

-Se que es muy difícil- Natalia le acarició el rostro-, pero no podíamos hacer mucho más por él.

-Le salvó la vida a mi madre- Gruñó Alba-. ¿Y a cambio de qué? - sacudió al cabeza-. ¿De no reconocerse por el resto de sus días? - espetó con furia-. Soy yo quien va a conducirle a todo eso y aunque lo intente no puedo dejar de pensar en otra cosa.

-Mírame- Natalia tiró de su barbilla-. ¿No te hubiera gustado que alguien nos salvara antes de hundirnos? - le clavó la mirada-. Dime- insistió-. Podíamos habernos quedado de brazos cruzados y ahora estaríamos disfrutando de luna de miel. Esto no se trata de nosotras, sino de él. Si en el mundo queda algo que salvar, ¿Por qué no arriesgarse por ello? - le tomó la mano-. Amor, bondad, agradecimiento, vale la pena jugárselo por ello. Un poco de odio y rabia a cambio de una segunda oportunidad es un precio que podemos asumir- le sonrió-. Decidiste hacer esto por que le salvó la vida a tu madre, no te culpes por ello.

Alba llevaba pensando en Roberto desde que le había conocido. En el tiempo que llevaba en la ducha le había investigado un poco y por lo que había podido averiguar, sabía que era un tipo diferente al resto. La miraba con ternura, con una paz en los ojos que le cortaba la respiración.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora