Per sempre insieme

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Dicen que la danza es el lenguaje oculto del alma. Un arte nos conecta, con nosotros, con el mundo, con la vida. Osho decía que ser creativo significaba estar enamorado de la vida. Según sus palabras, solo puedes ser creativo si amas la vida lo suficiente como para realzar su belleza, llevarle un poco más de música, regalarle más poesía y darle las gracias con más piezas de baile. Uno puede bailar en cualquier momento de la vida, en cualquier estado y en cualquier lugar. Otra cosa es que no lo hagamos, por vergüenza, por pudor o por decoro social, pero bailar es como darle valor a cada instante y respiración, ponerle nombre. Como marcar un momento de nuestra vida con un corazón.

No habían dejado de bailar ni un solo instante desde que la música había comenzado a sonar. Seguían el suave ritmo de Contigo de Luis Miguel. Prácticamente simplemente caminaban sin separarse, rozándose la punta de los pies con timidez, sin dejar de mirarse a los ojos, dejándose empapar por aquella emoción que les desbordaba la mirada, llenándola de tantos matices que ni siquiera comprendían.

Contigo,

Veo el sol que llena toda mi ventana

Y no quiero despertarte aún

Me gusta contemplar tu desnudez

Alba cerró los ojos al sentir como Natalia posaba su mano sobre su mejilla, disfrutando aquel roce como la brisa fresca del verano que te arranca una sonrisa. Se aferró a su cintura con mas fuerza y la miró a los ojos, sin poder creer aún que estuviera allí, que aquello no fuera una alucinación más, otra de tantas, producto del alcohol combinado con otras sustancias, un sueño donde se sentía tan bien que no quería volver a despertar jamás. Abrió los ojos al sentir el frio por la ausencia de sus dedos y volvió a mirarla a los ojos, fascinada, como si hubiera pedido un deseo y lo tuviera delante, derramando una pequeña lágrima que terminó arrancándole una sonrisa.

Contigo

He colmado de caricias hoy mi cama

Aún hay huellas de pasión, sin calma

Que domina mis sentidos y me ata a ti

Por siempre

La sonrisa de Alba contagió la comisura de Natalia, que se estiró como nunca, de un modo tan doloroso como placentero, dibujándole en el rostro una sonrisa tan inmensa que podría verse desde cualquier parte del mundo, llevándose esa nube negra que siempre lucía en la mirada como una desbordante ola en un caluroso dia de verano. Estaban pegadas, sintiendo como sus pechos latían el uno contra el otro, vacilantes ante el calor abrasador de sus cuerpos, confusas por todas las reacciones que sus pieles hacían al contacto, volando sin levantar los pies del suelo.

-Así que la gran Alba Martinez Reche ha sobrevivido con buena música- Natalia le acarició el pelo-, colocada por el olor a pintura y con alguna que otra sustancia- inquirió mirándola a los ojos-, bebiendo un vodka asesino que era el favorito de Hannibal Lecter y en un lugar en el que podrías cobrar entrada a quien quiera vivir una experiencia parecida a una ruta guiada por el pasaje del terror.

-No era un plan de supervivencia tan malo- Alba protestó golpeándola en el brazo sin fuerza-.

-Al menos la música era buena- reconoció Natalia-. Y tu escondite tiene buena luz, que supongo que con los demonios ayuda.

-No estoy muy segura- confesó Alba suspirando pesadamente-. Aquí no tenia que fingir que mi vida era perfecta durante todo el tiempo. Podía dejar las sonrisas fingidas, las conversaciones banales para llenar los silencios y escapar a mi manera de ese callejón sin salida en el que se convirtió mu vida cuando te fuiste.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora