¿Y si esta vez todo fuera diferente?

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Dicen que el futuro depende de lo que hacemos en el presente. Es como si cada uno de nuestros pasos nos llevasen hacia un precipicio desde el que debemos saltar o al que tarde o temprano el viento nos lanzará. No hay escapatoria, no podemos dar media vuelta, ni siquiera pausarlo para recuperar el aliento. El futuro está ahí precipitándose hacia nosotros, solo que no lo vemos. Y es mejor así, si hiciera acto de presencia antes de tiempo, no podríamos ni creerlo.

Por más vueltas que le había dado a lo sucedido, Alba aún era incapaz de asimilarlo. No entendía en que momento todo se había torcido, aunque lo que más le dolía era la imagen que su padre tenía de ella. Siempre había sido una hija modelo, jamás le había dado a nadie ni una sola queja. Sin embargo, era consciente de que quizás por eso, su padre pensaba que ese momento nunca llegaría. Lo perfecto con una sola fisura, tarde o temprano cae por su propio peso.

Caminaba con Natalia de la mano por el parque observando el cambio de los colores del cielo con la caída del sol, respirando el aire puro con el que los arboles la obsequiaban y recordando esos días en familia, en los que hasta su caída más torpe era aplaudida para que no se sintiera una patosa empedernida. Suspiró pesadamente y se apoyó en el brazo de Natalia. La morena no dudó en estrecharla contra su cuerpo y besarla en la cabeza buscando reconfortarla, no soportaba ver como sus propios pensamientos se la comían por dentro.

-¿Te acuerdas cuando te escapabas de francés para venir aquí conmigo?- Alba se mordió la sonrisa-.

-Eras tú quien me incitaba a que lo hiciera- Natalia asintió-. Una vez me pilló mi padre- confesó frunciendo el ceño-. Decía que no le importaba a donde fuera, pero que debía ser responsable y cumplir con mis obligaciones. Por lo visto, me delató la sonrisa y el olor a cerveza- soltó una carcajada-.

-Venir a enrollarnos aquí no fue de nuestras mejores ideas- reconoció Alba sentándose en un banco-.

-Fue peor la de pintar grafitis-recordó Natalia-.

-¿Te acuerdas cuando tuvimos que salir corriendo por que nos sorprendió un guardia?- Alba no pudo evitar reir-. Como corría el cabrón, no nos pilló de milagro.

-Tardé dos días en quitarme la pintura de las manos- Natalia negó con la cabeza-. Eras una mala influencia.

-Tampoco es que tú opusieras resistencia- Alba enarcó una ceja-.

-Me gustaba- Natalia suspiró-.

-¿Hacer el macarra conmigo?- inquirió Alba dejando un beso sobre sus labios-.

-Estar contigo- Natalia le devolvió el beso y la pegó a su cuerpo-. Ese siempre ha sido mi pasatiempo preferido.

Se quedaron mirándose unos instantes, aunque a ambas casi que les pareciera una vida entera. Entrelazaron sus manos como solían hacer en sus promesas secretas y jugaron con sus dedos pulgares a atrapar el de la otra y no soltarlo hasta volver a besarse, el precio de una liberación que las dos parecía estar dispuestas a pagar con gusto.

-No hagas trampas- gruñó Natalia al ver como apartaba el dedo para ganar-.

-Hay que ser mas rápida, mi amor- Alba se mordió el labio-. ¿Y mi premio? - se acercó peligrosamente a su boca y la tentó rozando su labio inferir con la punta de su lengua-.

-Para los tramposos no hay premios- Natalia giró la muñeca para atraparle el dedo-, pero si castigos.

-¿Por qué ir de héroe y seguir las reglas cuando siendo el bandido puedes tener lo que quieras?-tiró de su labio inferior con los dientes-.

Alba invadió su boca y la besó con ansiedad. Sus lenguas prácticamente chocaron haciendo resistencia, ambas sabían que ese vertiginoso ritmo era como un salto mortal y que si seguían con esa intensidad la caída podría ser fatal. Natalia se dejó hacer, podía saborear la rabia de Alba en su propia saliva, aunque lo que más angustiada la tenía era esa mirada de derrota que le enmascaraba los ojos. Alba terminó pasando la pierna por encima de Natalia y colocándose sobre su regazo, aumentando el contacto. Sus besos cada vez eran mas intensos, el calor crecía y las manos de ambas tenían vida propia. Alba le mordió el labio y bajó la mano lentamente hacia su pantalón mientras Natalia iba dejando un camino de besos por su cuello.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora