Un leve movimiento de sábanas fue lo que hizo que Natalia abriera los ojos, pero no hicieran ningún movimiento. El calor de Alba acababa de abandonarla con la misma rapidez que una tormenta de verano para refrescar el ambiente haciéndola sentirse, una extraña en su propia cama, un agente externo de su propio cuerpo, un parásito que vivía de un calor que ni siquiera era suyo. Suspiró pesadamente y se dejó caer hacia el otro lado, restregándose contra el calor residual que la cama aún conservaba y que para ella siempre había sido como una barrita energética para iniciar el día con ganas. Esa mezcla de lavanda, menta y sudor tan de Alba, como de sus noches, de sus días y de cada instante en el que su mente decidía deleitarla con algún bonito recuerdo. Acarició suavemente las arrugas de la sábana donde quedaban algunas coordenadas del rastro de Alba, como quien sigue un camino seguro, un destino amigo, reptando con una calma pasmosa, con un cansancio delirante hasta quedarse casi en trance, como en un lugar de retiro en el que merece la pena refugiarse. Esnifó su olor como un animal indefenso buscando el rastro de sus pasos, dejándose empapar de todos esos matices que la tranquilizaban, haciéndola saber que aunque se negara a creer o pensara ser presa de una alucinación, estaba de nuevo en casa. Sonrió ampliamente contra la almohada, como cuando era niña y quería seguir soñando, sabiendo que la realidad que podía tener al abrir los ojos, superaría con creces cualquier invención.
Se levantó de la cama rendida, sintiendo el dolor de cada uno de los golpes que había recibido la noche anterior y lamentándose por haberse metido en aquel lío. Se desperezó estirando los brazos y avanzó lentamente por la habitación hasta salir de ella al escuchar un ruido conocido de Alba batallando con el exprimidor. Bajó las escaleras dispuesta a encontrarse una verdadera batalla campal en su cocina y descubrió a Alba aporreando los botones de aquel exprimidor, como si eso fuera a ayudarla a entenderse mejor con el.
-Si quieres me bajo la armadura que me trajiste del Dutty Free de Escocia- Natalia se mordió el labio observando el desastre-, aunque creo que con un poco de cariño caería rendido a tus pies como cualquiera.
-Muy graciosa- se giró completamente seria-. ¿No deberías estar en la cama haciendo reposo?- frunció el ceño-. Pensaba darte una sorpresa y subirte el desayuno.
-A mi es que me gusta más elegir con que empezar- le robó un beso y se apartó temiendo la reacción de aquella afilada sonrisa-, ya sabes lo que dicen. Un buen desayuno es la clave para empezar el día con buen pie- la abrazó por la espalda-. Buenos días, señorita destripadora- le susurró al oído-.
-Estaba haciendo un trabajo de equipo- protestó dejando caer la cabeza en el hombro de Natalia-, hasta que ha decidido llevarme la contraria.
-Y ya se sabe que quien le hace la guerra a Alba Reche no sale vivo- le mordió la oreja para hacerla rabiar-. Por lo menos hay para un vasito- tiró del click y puso la taza debajo para que cayese el líquido-.
-Si es lo que quieres- dijo Alba con voz ronca-, lo compartimos- tomó el vaso y le dio un buen trago-. Puedes beber por el otro lado- se mojó los labios-.
-Todo un detalle por tu parte- sonrió apurando lo que quedaba-. Tenías que haberlo colado.
-Y tu no haberte ido con el granjero y aquí estamos- hizo una mueca-. Las cosas de la vida.
- No tenía otra opción, habría preferido irme al cine contigo, como habíamos planeado. Además, te recuerdo que fue idea tuya lo de que le siguiera el juego al granjero.
- Tampoco te ha costado mucho aceptar su compañía. Ahora va a resultar que es mas divertido pasar mas tiempo con él que conmigo.
- Nunca podría divertirme más con él que contigo, lo sabes bien.
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Una droga de diseño
FanficLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...