Acariciaba las teclas del piano sin patrón ni ritmo, solo moviendo los dedos aleatoriamente como solía hacer cuando era pequeña. Alba cerró los ojos y respiró profundamente, recordando el preciso instante en el que su yo de trece años decidió no volver a tomar lecciones de piano tras una tortuosa clase. Su profesor decía que no tenía ni oído, ni talento ni vocación y tenía razón. Sin embargo, Marina parecía que había nacido para aquello, sus dedos recorrían las teclas como si flotasen y el sonido que salía de sus manos era tan hermoso que era difícil no emocionarse. Siempre habían sido muy distintas, cada una en su planeta, lo que nunca hubiera imaginado es que llegasen a orbitar en universos completamente opuestos.
-Lo estás tocando al revés- Alba levantó la vista al escucharla-.
-Nunca se me ha dado demasiado bien- Reconoció con una media sonrisa-.
Natalia caminó hacia ella y se sentó a su lado, colocando los dedos sobre las teclas. Alba cerró los ojos al sentir la vibración sobre sus manos y disfrutó de la paz que le producía el sonido. Natalia dejó caer su mano sobre sus dedos y repitió la misma acción, solo que esta vez hizo sonreír a la rubia del mismo modo que cuando era pequeña y trataba de sorprenderla con sus avances en el piano. Natalia recordaba aquellos días en los que le pedía a su profesora de piano que le enseñara algunas de las canciones favoritas de la rubia, aunque solo fueran unas notas. Entrelazaron sus dedos y Alba dejó caer la cabeza contra su hombro soltando un largo suspiro.
-No me gusta hacia donde va todo esto- susurró Alba-. No quiero una guerra con mi hermana.
-Pues no sigas entonces- Natalia le dejó un beso en el pelo-.
-Ojalá fuera tan fácil- se escondió en su cuello-. Me tiró el vino a la cara- gruñó recordándolo-. Mi hermana- aún no daba crédito-. Si hubieras estado allí...- suspiró-. Me miraba como si delante de ella estuviera su archienemiga número uno.
-No deberías darle tantas vueltas- le aconsejó Natalia-. Marina está acostumbrada a hacer su voluntad- le recordó Natalia-. Es caprichosa, orgullosa y egoísta- le recordó-.
-Descargué mi ira contra ella porque quiso pasar por encima de mí- gruñó Alba-. Quiso acorralarme porque sabía que no podía negarme- chasqueó la lengua-. Es mi hermana, joder- sacudió la cabeza-. Se supone que deberíamos estar en el mismo equipo.
Natalia tampoco entendía en que momento las dos hermanas se habían declarado la guerra. Siempre se había llevado bien salvo discusiones puntuales en las que no llegaba la sangre al río. Desde que había vuelto, había sido testigo de como se disparaban la una a la otra a quemarropa, ya nada quedaba de las dos hermanas cómplices que se ponían de acuerdo para hacer alguna trastada. La envidia de Marina era evidente, pero esa siempre había estado ahí, aunque todos hubieran hecho como si nada.
-¿Por qué no lo estáis?- Natalia le rozó la mejilla con la nariz-.
-Por que no se que mosca le ha picado a mi hermana- elevó la voz molesta-. Piensa que todo lo que hago es para confabular en su contra.
-¿Y por que le pones trabas a que trabaje en la agencia?- inquirió Natalia-. Ha estudiado publicidad al igual que nosotras. Además, Santi también trabajo ahí y no has tenido ningún problema, es más- se mordió el labio-, has accedido encantada a hacer de mentora y madrina.
-¿Lo estás diciendo en serio?- Alba la miró a los ojos muy confusa-. Sabes que no saldría bien. Marina es como un bebé molesto que quiere ser el centro de atención en todo momento.
-Captará la atención de un modo u otro- Natalia lo tenía claro-. Es una batalla perdida. Cuantos más muros le pongas, mas ganas tendrá de romperlos- le aseguró-. Asi funciona el mundo, nos encanta lo de ir a contracorriente, nosotras de eso sabemos bastante- se mordió el labio-.
ESTÁS LEYENDO
Una droga de diseño
ФанфикLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...