Suele decirse que solo los necios hacen una sola cosa. Construir una vida y parar cuando la casa ya está lista, llegar a la cima y quedarse mirando el horizonte. Siempre queremos más, hasta que dejamos que esa ansiedad se integre en el conformismo. Es como poner una pieza en un puzle distinto. No encaja y ese es el momento en que debemos empezar de cero. Esa era la lección que su hija le había dado o al menos la conclusión a la que Mikel había llegado. No por declararlo imposible hay que dejar de intentarlo. Por eso paseaba por la calle, preguntándose si la gente con la que se cruzaba era feliz o se la había jugado por amor. Después de su conversación con Natalia, no había podido dejar de pensar en Noemí. Ella le hacía sentir algo muy parecido a lo que le había descrito, ese imposible que podía redimensionarse.
No es que su último encuentro se hubiera dado en las mejores circunstancias. Pese a que darle su espacio había sido lo correcto, sabía que podía haber hecho algo más, al igual que con Natalia. A ella se le daba bien eso de dispararle a quemarropa y hablarle con la verdad, por eso la necesitaba. Por desgracia, no podía hablar lo que estaba sintiendo con nadie cercano. Por eso dio un paseo hacia la cafetería de Noemí y se sentó en la mesa donde lo hizo la última vez.
-Un whisky solo sin hielo que no sea irlandés y una tarta de limón, por favor- Mikel le sonrió amablemente a la camarera-.
-Me acuerdo de usted- confesó la chica, en cuya chapa ponía Kenia-. No se tomó la tarta y mi jefa la tiró a la basura.
Noemí se quedó petrificada cuando escuchó la comanda. Ese pedido en concreto solo podía ser de una persona y lo cierto es que no estaba preparada para ese encuentro. Sabía que Mikel no lo dejaría estar y que le insistiría, pero no esperaba que fuera tan pronto. Sin embargo, debía ser profesional, no es que pudiera darse el lujo de perder clientes. Le sirvió la tarta acompañándola con un poco de merengue suizo de limón y se tomó su tiempo para quemarlo con el soplete, recordando a ese Mikel que se colaba en la cocina pasándose la cadena de servicio para hacerle esa petición. Intentó no fijar los ojos en él mientras probaba su copa, pero eso era algo inevitable. Estaba triste, aunque en su mirada reinase la rabia. Había visto lo de su hija Elena en las noticias, además de carteles por su barrio.
-Lucas, dale esto a Mikel- Noemí se maldijo por decir su nombre y le entregó el papel-. Es el de la mesa tres. Martín te quedas a cargo, voy a salir ahora que está todo tranquilo.
Noemí se quitó el delantal, cogió la tarta, dos vasos y la botella de whisky y salió por la puerta de atrás. Se sentó en las escaleras y esperó a que Mikel apareciera. En cuando le vio doblar la esquina sonrió y le observó avanzar hacia ella, hasta quedar frente a frente.
-Este es el mejor sitio- Noemí rompió el silencio con un leve carraspeo-. He visto las noticias- le llenó el vaso y se lo tendió, sirviendo también otro para ella-. Lo siento mucho.
-Gracias, pero Elena está bien- Mikel sonrió-. Todo lo bien que se puede estar escondida sin saber que será de su vida. Natalia la encontró- le aclaró-. No lo hemos hecho público por su seguridad, pero confío en que no irás corriendo gritándolo por ahí. Intentamos averiguar quien está detrás, con cautela, claro está.
-Suena peligroso- Noemí se alarmó-, aunque me alegro de que esté bien. ¿Por qué estás aquí entonces?- le preguntó con curiosidad-.
-Tenía hambre- se encogió de hombros y se llevó un pedazo de tarta a la boca-.
-Vas a tener que hacerlo mejor- Noemí negó con la cabeza-.
-He tenido una conversación con Natalia y no se como sentirme al respecto- Confesó Mikel-. Por encima de todo estoy orgulloso. De que sepa lo que quiere y lo exprese con tanta claridad, pero me siento un completo idiota cuando la tengo cerca. Ni siquiera debería mirarme a la cara. He sido un padre nefasto, un capullo que solo se ha dedicado a jugar al golf y a mirarse el ombligo mientras ella descubría el mundo. Yo no estaba ahí para ayudarla, sino todo lo contrario.
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Una droga de diseño
FanfictionLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...