LUNA DE MIEL

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Ninguna de las dos sabía a ciencia cierta cuanto tiempo llevaban en la bañera, pero la lista de reproducción había dado varias vueltas, el agua estaba comenzando a enfriarse, las sales casi se habían diluido por completo y tenían los dedos arrugados. Aún asi, ninguna de esas variables había perturbado el estado de efervescencia que ambas sentían, seguían buscándose la mirada como siempre, comiéndose a besos al sentir borrado el tacto de su rastro de sus labios y abrazarse con fuerza y sin medida por si la corriente se atrevía a ser de las suyas y separarlas de nuevo.

-Nat- refunfuñó Alba recostada sobre su pecho-. Deja de hacer eso- se revolvió-. Me haces cosquillas- soltó una pequeña risilla-.

-Si soplas el polvo de estrellas tus deseos se cumplen- le susurró al oído-. Y yo quiero que esta noche- le besó el cuello-, se cumplan todos los nuestros. Esto también lo hacíamos de pequeñas- le recordó salpicándola con la mano-.

-Nos duchábamos juntas- inquirió la rubia-, no nos metíamos mano.

-Es una pena que tardásemos tanto en meternos mano- Natalia le mordió el hombro-.

-Eres una pervertida- Alba negó con la cabeza-. ¿Qué edad tendríamos? - la miró-. ¿Nueve o diez años?- sonrió al ver como le caían las gotas de agua por el rostro-.

-Hay que reconocer que fueron buenos tiempos- Natalia suspiró-. Cuando éramos niñas todo era mas fácil. Podíamos vernos cuando queríamos, tocarnos sin tener que fijarnos en quienes podían vernos, prolongar los abrazos todo lo que quisiéramos y decir en voz alta lo mucho que nos queríamos sin que el mundo nos tomase por locas.

Alba suspiró recordando esos días en los que su madre les llenaba la bañera y ella intencionadamente la ponía mas caliente de lo habitual, elegía sus mejores juguetes y llenaba la bañera de espuma tras sonsacar a Natalia para que le cogiera el gel que la Rafi guardaba en el estante de arriba a buen recaudo. Jugaban a hacer pompas de jabón, se salpicaban con el agua hasta que una de las dos trataba de vengarse de la otra y debían parar porque sino capaces eran de ahogarse haciendo el tonto o cuando sumergían la cabeza bajo el agua con los pies por fuera para hablar en sireno y decirse tonterías que solo ellas entendían y de las que solo ellas se reían.

-Lo fueron- la miró Alba con una sonrisa radiante-. Brindemos entonces por los buenos tiempos- le tendió la copa de vino-. Por que vengan muchas más- inclinó la copa pero detuvo el movimiento antes de rozar la de Natalia-.

-Por los buenos tiempos y todos los que vendrán- Natalia le chocó la copa-. Brindemos por esta noche- la miró con los ojos llenos de amor-.

-Por que todas nuestras noches sean lunas de miel- Alba se inclinó para besarla en los labios-. Te quiero- susurró sin separarse de sus labios-. No se a ciencia cierta desde cuándo- la besó de nuevo-, pero se que este sentimiento durará para siempre.

-Te quiero- le correspondió Natalia siguiendo su beso y grabando sus palabras con saliva-. Hoy- le rozó la nariz-, mañana y siempre.

-Eso es mucho tiempo, ¿no?- inquirió la rubia con una mirada de esas que mostraban ilusiones nuevas-.

-Que mas da- Natalia le besó el hombro-, que importa el tiempo cuando estamos tu y yo- siguió el camino de besos por su cuello-, cuerpo a cuerpo- le acarició las piernas con suavidad- piel con piel.

Alba se revolvió visiblemente excitada y se dio la vuelta para colocarse a horcajadas sobre Natalia y recuperar de nuevo el control de la situación. Escuchar de sus labios esos planes a largo plazo, sin fecha definida, sin final estipulado, le dieron impulso para volver a lanzarse al mar tras llevar años huyendo de las olas. Comenzó a moverse sobre ella, sintiendo como su muslo chocaba intencionadamente contra su entrepierna sin dejar de mirarla, temiendo que si lo hacía pudiera romperse esa especie de hechizo que parecía haber querido concederles una tregua que estaban aprovechando como mejor sabían. Alba echó la cabeza hacia atrás para permitirle a Natalia un mejor acceso a su cuello, donde fue dejando el rastro de su lengua por todas partes trazando ese camino seguro de vuelta a casa por el que uno camina una mañana de domingo con una sonrisa dispuesto a comerse el mundo.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora