Pese a haber programado el despertador para levantarse temprano, ninguna de las dos se inmutó al escuchar la alarma. Alba alargó el brazo con molestia sin sacar la cara del cuello de Natalia y apagó ese estridente sonido de un manotazo a la pantalla. Sonrió al recuperar aquel preciado silencio y volvió a abrazarse a Natalia con una sonrisa en los labios, estaba en el paraíso y nada ni nadie iba a sacarla de allí. Estuvieron un rato más revoloteando en la cama, jugando con sus manos, acariciándose sin prisa, disfrutando de aquella bucólica estampa con una radiante sonrisa.
Habían enviado la campaña a las tres de la mañana, habían brindado con un buen vino, habían hecho el amor en el sofá y en la alfombra del salón y se habían ido a la cama sin separarse ni un milímetro, flotando en aquella burbuja desde la que el mundo les parecía verdaderamente bello.
Sin duda, estaban viviendo un extraño momento dulce. No sabían como sentirse al respecto. Por un lado, dejar volar esa euforia descontrolada que campaba a sus anchas por sus cuerpos no era mala idea, pero las dos sabían que aquello no duraría. Su osada campaña y todo lo que ella conllevaba, traería cola, por más que quisieran mirar para otro lado. Un problema más tampoco las mataría, estaban acostumbradas a jugar duro.
Cuando sacaban una campaña al aire, solían atravesar una oleada de emociones asfixiantemente contradictorias que podían pasar desde la euforia mas acérrima al hastío mas profundo. En esos momentos, no sentían nada de eso. No se les iba a salir el corazón por la boca, no caminaban de un lado para otro como pollos sin cabeza, no les caían los sudores fríos. Seguían tumbadas en la cama, como si nada hubiera cambiado, como si con ellas no fuera el tema. Alba le tomó la mano con delicadeza, entrelazó sus dedos y sonrió ampliamente, reflejándose en su primera mirada del día, transparente y nublada, distraída y orgánica, esa que la veía tal como era.
-Buenos días- Alba juntó sus frentes-.
-La verdad es que estos son los mejores buenos días que conozco- Natalia se mordió el labio-. Pensé que no dormiría con los nervios y me he levantado como si hubiera hibernado.
-Así me siento yo cada vez que duermo contigo- confesó Alba mordiéndose la sonrisa-. Hay veces que miro hasta el calendario, por si acaso.
-¿Crees que acabaremos haciendo caricaturas en el metro?- Natalia jugaba con los mechones de su pelo-.
-O malabares en los semáforos con tres o cuatro sombreros- Alba soltó una carcajada-. Igual sería bueno hacer un cursillo de animador callejero o algo de eso- se mojó los labios-. ¿Vamos a la ducha? - preguntó con una sonrisa pícara-.
-Al fin del mundo, mi vida- Natalia asintió y salió de la cama-.
-¿Por qué estás tan buena?- Alba le clavó su mirada felina-.
-Por que aún no has desayunado y te parezco un buen bocado- le guiñó el ojo-.
-Ya sabes lo que dicen- se incorporó con agilidad colocándose de rodillas en la cama y pegándose al cuerpo de la morena, dejó caer sus brazos alrededor de su cuello-. El desayuno es la comida mas importante del día- paladeó cada sílaba contra su oreja-.
-¿Qué tal un continental?- Pasó una de las manos por detrás de sus rodillas y la elevó en sus brazos-.
-Me parece bien eso de dar la vuelta al mundo contigo- confesó con una sonrisa infinita-.
Se lavaron los dientes con una rapidez pausada durante los tres minutos reglamentarios y juguetearon con los vasos de agua mientras hacían en enjuague pertinente, terminando por echarse agua la una a la otra directamente de la boca y entrar en una guerra sin tregua en la que terminaron dejando de lado abanderando de nuevo la paz con ese ansiado beso de buenos días que estaban deseando disfrutar. Fue calmado pero a la vez enérgico, gustosamente lento, sabroso de sensaciones.
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Una droga de diseño
FanficLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...