¿Hacia donde vamos? ¿Qué es lo que esperamos del futuro? No hay que dudar sobre el hecho de que el ser humano busca desesperadamente los motivos. Necesita inspiración, un propósito, un entretenimiento. Es lo que nos diferencia de los animales. Nuestra nula capacidad de conformarnos, de ser felices con poco o lo que es peor, con el reflejo del espejo. Necesitamos las miguitas de pan.
Esa reflexión solía martillear la cabeza de Elena más de lo que le gustaría admitir. Caminaba con ella día a día, como quien lleva un diario en el bolsillo. Escapar de la mente no era fácil, aunque lograba tener algunos instantes de paz. En sus escasos encuentros con Carlos o en sus incursiones nocturnas para hacer pan. Ahora entendía porque su hermana odiaba ese lugar, el hipódromo. Porque había dejado de ser la mejor jinete de todo el circuito y se había decidido a embarrar cada logro. Quería vengarse de su madre y no podía culparla. Ella hubiera elegido algo un poco mas cruel, a riesgo de parecer rematadamente retorcida.
A ella tampoco le entusiasmaba el hipódromo. Círculo pequeño, demasiado elitista y un lugar donde sentía que todo el mundo la observaba. Un paso en falso y saltaría por los aires. Sin embargo, no podía marcharse sin más. Necesitaba estar en el ojo del huracán y cuanto mas cerca del fuego, mejor aún. En el ajedrez, lo llaman captura al paso. Es un movimiento bastante desconocido. Cuando un peón avanza dos casillas en su primer movimiento, puede ser capturado por otro de su misma fila, ubicado en la columna adyacente. Ella lo había aprendido de Carlos.
Así me ven tus ojos de madre. Como un peón al que puedes manejar a tu antojo.
Por eso Natalia dejó de jugar.
Ni siquiera te concedió la posibilidad de vencerla. Sino que te dejó ahí, con todas tus fichas. Blancas y negras, para que se mataran entre ellas.
Un jaque a la reina, magistral.
-Hablar sola es temerario- Le dijo una voz conocida-. No sabía que fumaras- se fijó en el cigarrillo-.
-Soy mayor de edad, Marina- le recordó Elena-. No necesito que me digan lo que tengo que hacer, aunque supongo que este encuentro no es casualidad.
-Solía venir aquí con Alba- confesó Marina-. Cuando se sacó el carnet dejó de ir con mi madre y a veces, me traía. Tardaba unos veinte minutos desde casa- un poco menos de la mitad del trayecto a la velocidad obligatoria-. Incluso cuando estaba enfadada con tu hermana, no faltaba- sonrió levemente-. ¿Puedo?- hizo un gesto con la cabeza hacia el cigarrillo-.
-Si me estás siguiendo por orden de mi madre, te diré que no necesito niñera- inquirió Elena cediéndole el cigarrillo-. Y si hay algo más...
-Alba también se comportaba así- la detuvo tomándola del brazo-. Actitud esquiva, comportamiento altivo. Pocas palabras. Mandíbula apretada. Y cuando te miraba, tenías ese mismo dibujo en los ojos. Un vale tatuado de que te perdonaba la vida, aún a riesgo de no merecerlo.
-Suéltame- le pidió Elena con tono seco-.
-Deberías hablar con alguien- le aconsejó Marina-.
-¿Para que le vayas con el cuento a mi madre?- inquirió Elena-.
-Vas a la galería de mi hermana todos los días- Marina le clavó la mirada-. No le diriges la palabra y ella no se te acerca, pero compartís espacio.
-Donde vaya, no es asunto tuyo- Elena le dejó las cosas claras-.
-Alba es mi hermana- le recordó Marina-. Y no es el saco de boxeo de tus frustraciones- apretó los dientes-.
-No soy yo la que necesita desesperadamente su cuota de atención- Elena la miró con gesto desafiante-.
-Intento encontrar respuestas- Marina suavizó el tono-. Tiene perro y lo saca a pasear. Deja que entres en su galería, en su rincón y que la mires como si le perdonaras la vida.
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Una droga de diseño
FanficLa vida, un sorprendente y continuo sin sentido... Natalia y Alba se conocen prácticamente desde que nacieron, siempre han sido unas fieles compañeras de vida. De risas y llantos, de luces y sombras, de buenos y malos momentos. Entre ellas todo flu...