Por amor somos capaces de hacer lo imposible

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Hay momentos en los que desearíamos tener una máquina del tiempo. Retroceder con un solo botón o girar el disco y saltarnos esos instantes que nos hacen tanto daño. Es inevitable hacerse preguntas sobre el tiempo y sobre nosotros. ¿Qué hubiera pasado si hubiera tenido más tiempo para manejar la situación? Era algo que no dejaba de retumbar en la cabeza de Alba. Esa culpa amarga entre los dientes que no la dejaba dormir. Aunque no era lo peor, lo que más le aterraba era el silencio. Como caído a plomo sobre ella desde el lugar mas alto del planeta.

Después de sesenta y cuatro horas sin noticias de Natalia, varias botellas de vodka y ante la idea de que todo a su alrededor empequeñecía por momentos, sucumbió al pánico. La idea de perderla no dejaba de retumbar en su cabeza y ella no podía ni respirar. Era como una pesadilla que no la dejaba ver más allá, que aparecía ante ella mirase donde mirase. Mikel le había asegurado que encontraría la forma de que Natalia volviera, pero ella estaba cansada de esperar. No podía seguir esperando. Deseaba con toda su alma que apareciera y escuchar como sacaba las llaves de la mochila tras la puerta. Respirar profundo mientras manipulaba la cerradura y cerrar los ojos escuchando como las llaves caían sobre aquel cuenco tibetano que la Rafi le regaló por algún cumpleaños por recomendación de su madre y al que ella solo le encontraba utilidad para las llaves. Luego caminaría hasta ella intentando no hacer ruido y la miraría con esa sonrisa suya mordida, esperando a que la besara. Ella se resistiría y Natalia terminaría cediendo y tomándola de la cintura pidiéndole con su pose mas irresistible un beso de esos de película. 

Tras el primer encuentro con Lareu, Mikel le había pedido o casi rogado que mantuviera un perfil bajo y no corriera riesgos mientras él negociaba con aquel psicópata y trataba de convencerle que todo había sido un malentendido que podía arreglarse. Sin embargo, aquello no había tenido el efecto esperado sino todo lo contrario, pues aquel canalla se estaba relamiendo con el éxito de su jugada. Por eso Alba tenía que hacer algo, necesitaba hacerlo, no podía quedarse de brazos cruzados.

Se llenó el vaso y tiró la botella a la basura, mordiéndose el labio para intentar concentrarse al máximo. En otro momento, habría acudido a Carlos para ese trabajo, pero su cometido era cuidar de Elena. Estaba sola y eso dificultaba las cosas. Siempre había sido muy intuitiva y tenía cierta facilidad para llegar justo a donde quería, pero eso no significaba que fuera a conseguir el oro en la primera carrera. Por suerte para ella, la vida de Lareu y toda su familia era de dominio público, ya que ocupaban gran parte de las páginas de sociedad, lo que le sirvió como punto de partida. Un playboy del mundo de las apuestas que no dejaba de aumentar su fortuna y a quien la suerte le sonreía, porque siempre caía de pie. Dejó los estudios de Comercio y Derecho en la universidad de Insead, una de las más prestigiosas de París a los diecinueve años y al poco tiempo se convirtió en un rey del póquer y el blackjack, llegando a estar considerado uno de los veinte mejores jugadores de Europa. Lo que Alba llamaba un cabrón con las ideas claras. Casado por dos veces, ahora compartía su vida con una modelo sueca que intentaba abrirse camino en el mundo del diseño con su primera marca. Dos hijos, cada uno de un matrimonio, Armando y Reina Lareu, agua y aceite. Armando era una copia de su padre. Había terminado los estudios y había invertido en su primera empresa de coches de alquiler junto a unos amigos. Mismo perfil que su padre, no le servía, necesitaba a alguien más emocional y Reina era la persona perfecta. En sus redes sociales no tenía fotos con su padre, solo algunas de celebraciones de navidad donde aparecía acompañada de la familia. El resto lo ocupaban visitas a museos o galerías y cuadros, dibujos y fotografías de su autoría. No usaba su apellido, solo la inicial, ya que firmaba como Reina L. Acababa de encontrar el punto débil que estaba buscando. Por su perfil de Linkedin obtuvo sus logros profesionales e hizo algunas llamadas a personas cercanas a ella que podrían darle cierta información, aunque no sacó demasiado. Quisiera o no, tenía que pasar al siguiente nivel.

Una droga de diseñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora