Capitulo 1

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Antes de nada quiero aclarar que esto es ficción, aunque me he documentado en la personalidad de cada uno de ellos para poder escribir lo mejor posible, todo es libre interpretación por mi parte. En concreto quiero indicar también que cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia y que si pinto como mala de la película a su agencia a la que deliberadamente he cambiado el nombre, es porque necesitaba darle vidilla al tema. Me he marcado ciertas licencias artísticas. Sentaos a disfrutar la historia sin prejuicios.

                                                                                            Capítulo 1

- No entiendo qué necesidad tienes de ponerte a trabajar – me dijo mi mejor amiga mientras terminábamos de tomarnos nuestro coctel bloodnight en la terraza del mejor hotel de Madrid. Era noviembre y ya hacia frio, pero aquellas estufas de exterior eran maravillosas.

- Es una aventura, sabes que me encantan las aventuras – estaba mal que yo lo dijera, pero estaba podrida de dinero, mi madre, Mexicana afincada en Barcelona, empresaria y accionista mayoritaria de dos de las mejores compañías de telecomunicaciones del mundo y mi padre, modelo y actor madrileño que la estaba petando en Netflix con cada serie y película que hacía. Luego estaba yo, que con treinta años no me había sacado ninguna carrera universitaria, pero era cojonuda invirtiendo. Mis padres me dieron un millón de euros cuando cumplí quince años, conseguí invertirlo y ahora poseo más del triple en acciones, efectivo y una quincena de inmuebles. Estaba claro que no necesitaba trabajar, pero siempre me había gustado hacerlo.

Había trabajado como azafata de vuelo, como dependienta en una tienda de ropa, como gestora de eventos, secretaria, auxiliar administrativo en varias compañías y actualmente como traductora en una empresa internacional. Había vivido diez años en Estados Unidos, el inglés era mi tercera lengua, el coreano mi segundo idioma, ya que mi niñera, que había pasado a mi lado más de veinticinco años era de Seúl y nunca me habló en otro idioma que no fuera el suyo. Cuando era pequeña me enfadaba que no hablara en castellano, pero ahora se lo agradezco, el coreano me había abierto muchas puertas. El francés era obligatorio en mi colegio, aunque no lo hablaba con mucha fluidez y por supuesto el castellano, que era mi lengua materna. No me faltaba trabajo cuando quería conseguirlo, y esa vez quería ese trabajo a toda costa.

- No tienes ni idea de kpop, no sabes como va todo eso... ¿Por qué quieres meterte en ese lio? – me preguntó por décima vez en el día.

- Voy a viajar, a conocer un nuevo mundo en el cual me gustaría invertir y voy a vivir como toda una... - no sabía que palabra usar, pero mi amiga si supo rellenar el hueco.

- Como una plebeya, eso es lo que vas a ser, una esclava de un grupo de música que seguramente se lo tengan muy subido – nadie mejor que Carla para bajarte de la nube.

- Bueno... la verdad que no me preocupa, no es como si no lo hubiera hecho antes. Quiero esta aventura, de verdad que estoy super emocionada y mañana me voy a Seúl a conseguirla – mi mejor amiga seguía mirándome como si me hubiera vuelto loca. Llevaba mirándome así desde hacía tres días que le había contado sobre aquello. Carla era diferente a mí, sus padres eran millonarios y sus abuelos también, ella era la tercera generación de ricos, no había trabajado nunca y solo sabía gastar dinero. Yo aunque nunca me había faltado nada, siempre he sido una emprendedora y una trabajadora nata.

- ¿Vas a ver a Yoon? – estaba tardando mucho en preguntarme aquello, Yoon era el hijo de mi niñera, Carla siempre había estado colgada por él. Nanna y él, se habían vuelto a vivir a Seúl cuando mis padres se separaron hacía dos años, aunque Yoon había vuelto antes para ir al ejército. Mi madre se pasaba el día volando entre España y Latinoamérica y mi padre se había vuelto a casar con una mujer que no quería tener mucama, por lo que se le finiquitó.

- Claro, están deseando que vaya, no me dejan quedarme en un hotel, Nanna casi entra en modo cólera cuando le dije que había reservado una habitación en un hotel cercano – cuando se marcharon, mis padres ayudaron a pagar una deuda que tenía la casa de los padres de Nanna y por fin pudo quedarse con ella, algo por lo que había estado trabajando toda su vida. Ella había tenido que salir de Corea hacia más de treinta años porque se había quedado embarazada fuera del matrimonio, Yoon era dos años mayor que yo y su madre nunca le ha hablado de su padre. Mis padres la habían contratado al saber su historia y desde aquel momento se había convertido en una madre para mí, de hecho por muy triste que suene, ella fue la que siempre estuvo a mi lado en la mayor parte de mi infancia. Mis padres viajaban demasiado.

- ¿Sabes si se ha casado ya? – preguntó haciéndose la indiferente.

- No, sigue soltero, ¿te dije que se había sacado la oposición para policía? – Carla no tenía la menor oportunidad con él. Yoon nunca había soportado a las niñas ricas, era el típico justiciero que creía que las cosas eran solo blancas y negras, y mi mejor amiga era de todos los colores menos esos.

*******

A la mañana siguiente me levanté con resaca, eran las tres de la mañana cuando me había ido a dormir y tanto coctel diferente había resultado ser una bomba de relojería. Me quedaban cuatro horas para coger el vuelo a Seúl y todavía no había hecho la maleta, iba en primera clase y vendrían a buscarme a mi casa, por lo que el transporte estaba cubierto.

No planeaba llevar mucha ropa, pero quería llevar jamón, chorizo, mazapán, dulces navideños y demás cosas que sabía que a Nanna le encantaban. Prácticamente llene la maleta con cosas para ellos.

Tenía tantas ganas de verlos, para mí, eran mi familia, ella fue una madre y él, el hermano que nunca tuve. Se había burlado de mí cuando le había contado que empezaría a trabajar para una empresa de entretenimiento. Aunque todavía no me habían cogido, estaba segura de que conseguiría ese trabajo, siempre he conseguido aquello por lo que he luchado y nunca me había planteado fracasar. Era cierto que no sabía que grupo musical era con el que iba a pasar más de once meses viajando por el mundo y que no entendía demasiado sobre esa industria, pero me quedaban muchas largas horas de vuelo hasta Seúl con escala en emiratos árabes, para poder empaparme un poco de todo aquello.

No me gustaba mucho aparentar ni exhibir demasiado que tenía dinero, pero viajar en primera clase en los aviones era el único lujo que si me permitía costase lo que costase. A diferencia de mi mejor amiga, yo no vestía con ropa de marca, no usaba accesorios caros y la única pieza de joyería que usaba a diario, fue un regalo de mi padre por mi dieciocho cumpleaños, una pulsera de oro blanco con motivos y nudos celtas.

Por lo demás era una chica de lo más simplona, eso sí, me pasaba el día mirando la bolsa de valores y contactado con mi asesor financiero para invertir. Mis activos inmobiliarios, los llevaba una empresa especializada y no tenía que preocuparme de mis arrendatarios. Solo poner el bolsillo para que entraran todos los meses diez mil euros en rentas.

Encontré una EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora