Puso una mano ahuecada sobre sus ojos para tratar de ver a qué se debía todo aquel alboroto y descubrió que había cinco personas cerca de la laguna: sus cuatro compañeros y una joven de complexión delgada. Douglas le había quitado el chal a la mujer y lo tenía en la mano fuera de su alcance. Típico de él. Douglas aprovechaba cualquier oportunidad que se le presentaba para intimidar a las personas. Si bien aquello molestaba a Alan, suponía que no era más que una inocente tomadura de pelo.
Enseguida reconoció a la joven. ______ Trimble, la Oops del pueblo. Aunque casi tenía veinte años y ya hacía mucho tiempo que había dejado de ser una niña, su holgado vestido azul, sus medias negras y sus botines llenos de barro le daban un aspecto infantil y digno de lástima. Su madre iba con frecuencia a casa de los Trimble, y por eso Alan sabía que Edie intentaba por todos los medios que su hija estuviera siempre bien arreglada, pero a______ le gustaba recorrer libremente el bosque, de manera que ésta era una misión imposible para la pobre mujer.
Su corazón percibió la expresión de pánico en el pequeño rostro de la joven mientras intentaba desaforadamente recuperar el chal que le pertenecía. Puesto que ______olvidaba muchas veces sus prendas de vestir en el bosque, sus padres eran muy estrictos con ella cuando no regresaba a casa con todas sus cosas. Alan sabía que la reprenderían severamente, o le harían algo aún peor, si regresaba a casa sin el chal. Su padre, el juez, creía que la letra con sangre entra, y por la enfermedad de ______, por su retraso, era mucho más duro con ella de lo que lo había sido con las tres hijas mayores.
Alan no criticaba al juez por asumir esta actitud, ni tampoco pensaba que fuese cruel. Era difícil controlar a una chica con inteligencia limitada, como ______, y sus padres eran dignos de elogio por haberla dejado vivir en casa. La mayoría de las personas habrían internado a una niña como ella en un manicomio. Si no fuese porque los Trimble lograban esconder a la joven cuando tenían visitas, era muy posible que la buena sociedad les hubiera hecho el vacío. A muchos individuos les parecía muy desagradable ver a alguien como ______. A pesar de ello, sus padres no la habían internado en un hospital psiquiátrico. En lugar de ello, prefirieron quedársela y mantener su existencia en la sombra, por así decirlo.
Alan no sabría decir por qué los Trimble se tomaban tantas molestias. El dinero no era un obstáculo para ellos. No tendrían ningún problema en pagar para que un establecimiento psiquiátrico se ocupara de la joven; y, dadas las aspiraciones políticas del juez, era de extrañar que no lo hubiesen hecho. Aunque era bien conocido que ______ había sido una niña de inteligencia normal hasta que una fiebre le afectó el cerebro, algunas personas del pueblo aún rumoreaban a espaldas de los Trimble que uno de los tíos de Edie estaba loco y que el desequilibrio mental era, por tanto, cosa de familia. Rumores como éste podrían acabar con la credibilidad de cualquier político.
¡Maldita sea! Douglas tenía que haberse dado cuenta de que ______ no entendía que él sólo estaba jugando con ella. Esto era evidente en sus desesperados intentos por recuperar el chal. La pobre criatura era corta de entendederas, y cualquiera podría darse cuenta de ello. La expresión de perplejidad de sus grandes ojos azules la delataba por completo, por no mencionar la manera tan extraña en que inclinaba la cabeza cuando Douglas le hablaba. Era obvio que no entendía lo que le estaba diciendo.
—¿No somos ya demasiado mayores para andar con este tipo de comportamientos? —Gritó Alan—. Venga, Douglas, deja tranquila a esa pobre chica.
—Ha hablado san Alan —contestó Douglas—. ¿Pretendes simular que nunca te has burlado de ella?
¡Había hurgado en la herida!
—Todos hemos torturado a ______ alguna vez, pero cuando éramos niños. Un hombre hecho y derecho no hace algo semejante.
—Eso es verdad. Venga, Douglas —dijo Roddy con tono suplicante—, déjala en paz.
Douglas no parecía estar escuchando. Inclinándose hacia adelante, sonrió de oreja a oreja a ______ e hizo oscilar el chal dejándolo justo fuera de su alcance.
—¿Lo quieres, cariño? Pues ven a por él.
Mientras intentaba engatusarla para que se acercara aún más, Douglas deslizaba su mirada por el vestido de ______, que estaba húmedo, probablemente por culpa de la catarata que se encontraba corriente arriba. Todos los que vivían en Hooperville o en las zonas cercanas sabían que a ______ le gustaba pasearse ociosa por las rocas que rodeaban la catarata. Sólo Dios sabía por qué tenía esta afición. La neblina de vapor que en todo momento ascendía desde el agua que caía en cascada era terriblemente fría, pero esto no parecía desanimarla, hiciese el tiempo que hiciese.
La tela mojada del vestido de ______, suave de tanto lavarla, se le pegaba al cuerpo, dejando ver mucho más de lo que ocultaba. Las curvas femeninas que se adivinaban bajo el vestido eran deliciosamente generosas... y estaban libres de trabas. Presintiendo que habría problemas, Alan se bajó del caballo. Douglas no podía estar pensando lo que Alan temía. El solo hecho de considerar esa idea era una brutal manifestación de inconsciencia. Pero ¿quién había dicho que Douglas tenía conciencia?
Al ver a Douglas, con su pelo leonino bien cortado y sus risueños ojos verdes, se podría pensar que era un joven educado. Lo tenía todo: dinero, privilegios y una excelente educación en una exclusiva universidad del Este. Pero nada de esto parecía suficiente para él, y probablemente nunca lo fuese. Parecía sentir una insaciable sed de poder, una necesidad irrefrenable de controlar a los demás.
Ésta se había manifestado hacía mucho tiempo con Alan y sus amigos, y ahora se desataba sobre ______.
Pero, al contrario que ellos, ______ no era capaz de defenderse.
Alan echó un vistazo a sus desconcertados ojos azules y enseguida la emprendió contra Douglas.
—¡Maldición! Ella no está en su sano juicio, Douglas, y tú lo sabes. Métete con alguien que pueda defenderse de todo lo que le hagas.
—Estará algo tocada de la cabeza, pero el resto de su cuerpo está en perfecta forma —replicó Douglas—. ¡Sagrada revelación! Puedo ver sus tetas tan claramente como el agua. —Dejando escapar un débil silbido que no auguraba nada bueno para ______, agregó—: Se me hace la boca agua sólo con mirarlas.
Alan se volvió hacia sus amigos para buscar ayuda. Con las manos metidas en los bolsillos, Sam agachó la cabeza y removió la tierra rojiza con la punta de una de sus botas. Disimulaba, como si creyese de verdad que ignorar la situación la haría desaparecer. Roddy se rio por lo bajo, y la cara rubicunda de James se puso de color escarlata. A pesar de su vergüenza, ninguno de ellos parecía poder apartar la mirada del canesú de ______. A regañadientes, Alan también le echó un rápido vistazo. Era cierto que los pezones resaltaban bajo la tela. Y, para empeorar aún más las cosas, la falda se le pegaba a los muslos. Molesto consigo mismo por haberse fijado en eso, Alan apartó de inmediato la mirada de lo prohibido. El temor que sentía por ______ le apretó las tripas, como si un frío puño las estrujara.
—Tu mamá está loca, mujer. No debería dejarte andar por el campo a medio vestir —dijo Douglas en voz baja, sin dejar de hacer oscilar el chal como si se tratase de un cebo.