A pesar de su discapacidad mental, ______ pareció comprender enseguida el aprieto en el que se encontraba. Lanzó una mirada a Harry y, acto seguido, intentó echar a correr detrás de su madre. Puesto que no le quedaba otra opción, o al menos ninguna en la que pudiera pensar, Harry se lo impidió bloqueándole el camino con el brazo y cerrando la puerta de un tirón. Mientras él echaba el pestillo a toda prisa, James Trimble cerraba la otra puerta. Como un cordero conducido hacia un corral, ______ había sido atrapada hábilmente y con el menor escándalo posible, tal y como prometió su madre.
Trimble apoyó un brazo sobre el borde de la ventanilla abierta del carruaje. Esbozaba una sonrisa que le provocaba arrugas en el rostro.
—¿Has visto, Harry? Ha sido muy fácil.
Harry miró a ______, que sacudía desesperadamente el pestillo de la puerta, y sintió la tentación de darle un puñetazo en la boca a su padre. Y lo habría hecho si no hubiese oído el ruidito seco proveniente del pestillo. Alargando el brazo frente a ______, volvió a bloquear el mecanismo para impedir que la chica huyera.
Mientras Harry volvía a acomodarse en su asiento, James añadió:
—Como último recurso, puedes usar esto. —Metió una tira de piel a través de la ventana y se la puso a Harry en la mano—. Por lo general, es suficiente con mostrársela para que obedezca. Pero cuando se ponga muy terca, no dudes en usarla.
Mudo de asombro, Harry ya había cerrado la mano en torno a la tira de piel cuando cayó en la cuenta de lo que era: un asentador de navajas de afeitar, útil también como látigo. ______ reconoció el instrumento casi al mismo tiempo que él. No siguió intentando abrir la puerta y se echó atrás para acomodarse en el asiento. El dudaba de que alguna vez pudiera olvidar la expresión que vio en su rostro. No era sólo de temor. Lo que le partió el corazón no fue el gesto de miedo, que ya esperaba, fue la confianza destruida que vio reflejada en sus ojos. Como cualquier niño, ella había confiado en sus padres, y los dos la habían traicionado.
De repente, el carruaje dio un bandazo. El movimiento fue suficiente para que a ______le entrara un pánico incontrolable. Se abalanzó sobre la puerta de nuevo. Sus dedos delgados intentaron desesperadamente agarrar la cerradura. Antes de que pudiera alcanzar el pestillo, Harry se arrojó sobre ella.
Al rodear el cuerpo de ______ con sus brazos, a Harry le sorprendió constatar lo menuda que era su complexión. En su trabajo cotidiano, él muchas veces se veía obligado a forcejear con caballos que eran seis veces más pesados que él, y necesitaba recurrir a todas sus fuerzas para poder dominarlos. Con la chica, tenía que hacer un esfuerzo consciente para contenerse. El miedo a hacerle daño le impedía apretarla demasiado con sus manos o abrazarla con excesiva fuerza.
______, por su parte, no tenía escrúpulo alguno. Con la flexibilidad de una contorsionista, logró escabullirse de sus brazos; y no una sola vez, sino en repetidas ocasiones: se retorcía y doblaba el cuerpo de una manera que Harry hasta aquel momento había creído que era imposible para un ser humano. De niño, intentó una vez atrapar a un cerdo engrasado en la feria del condado. Tratar de agarrar a esta chica era igual de frustrante. Además de vergonzoso. Él era mucho más grande y fuerte que la muchacha, por Dios.
Al final, Harry comprendió que no tenía más remedio que jugar a la lucha libre, y aprovechar cualquier oportunidad que pudiera presentársele. El carruaje se estaba moviendo a demasiada velocidad como para correr riesgos. Si ella lograba abrir una puerta e intentaba saltar, podría sufrir grave daño.
Impidió a duras penas que sus uñas le laceraran la cara. Le cogió las dos muñecas con una mano, puso un brazo alrededor de su estómago y, no sin alguna dificultad, hizo que ella se volviera y se sentara entre sus piernas abiertas, con la espalda contra su pecho. Pasando una pierna por encima de las de ______, logró impedir que siguiera clavándole los tacones de los zapatos en las espinillas. Aunque era un poco tarde para salvar sus tibias por completo, no dejó de ser un alivio. Estaba seguro de que la chica tenía al menos doce codos y seis rodillas.