Al regresar a Styles Hall, Harry se dirigió a su estudio, donde esperaba encontrar un poco de soledad. Pero Maddy tenía otros planes para él. Antes de que pudiera ponerse cómodo en su silla, llamó a la puerta y, acto seguido, entró sin pedir permiso. Simplemente con mirarla supo que no se conformaría más que con una narración completa de su conversación con los Trimble.
—¿Qué ha ocurrido?
Harry se levantó y se dirigió al aparador, donde sirvió dos copas de coñac. Como él rara vez bebía a una hora tan temprana, el ama de llaves arqueó las cejas al recibir una copa.
—¿Tan grave es?
Harry se volvió hacia las ventanas acristaladas que daban a la parte occidental de los jardines.
—Digamos simplemente que, después de hablar de nuevo con los padres de ______, estoy más confundido que nunca. —Guardó silencio por un momento, observando con ojo crítico los arbustos esculpidos que rodeaban los arriates de rosas—. Maldición, Maddy. Tenía tantas esperanzas anoche. Estuve despierto hasta el amanecer. Miles de ideas me pasaron por la cabeza... que ella no es una retrasada como piensan sus padres, que a lo mejor la fiebre la afectó de alguna otra manera que ni siquiera hemos tenido en cuenta. Quizás en su capacidad de hablar, o de oír.
Maddy estaba aparentemente tan frustrada como Harry.
—Bueno, pues su oído está bien, téngalo por seguro. Cuando la llamo, ella casi siempre se vuelve al oír su nombre. —Frunció el ceño, pensativa, y frotó la copa entre sus manos—. Pensé que éste era el motivo por el cual usted quería que un médico la examinara, señor, para saber qué tiene exactamente.
Harry se rio amargamente.
—Si decido someterla a unos exámenes médicos, o llego a sugerir siquiera que me gustaría que ella se quedase aquí después de que nazca el bebé, tendré que librar una verdadera batalla.
—Los Trimble ya no tienen ningún derecho legal. Usted puede hacer lo que le dé la real gana.
—Es verdad, pero ellos son los padres de ______. Si estás en lo cierto, y ella puede establecer vínculos afectivos, un distanciamiento sería... —Harry dejó que su voz se fuera apagando. Después de un momento, dijo—: No quiero partirle el corazón sin que haya un buen motivo.
—No, no queremos eso. Tengo la sensación de que esa pobre chiquilla ya ha sufrido lo suficiente en su corta vida.
Tan brevemente como le fue posible, Harry le contó todo lo que se había dicho durante su conversación con los Trimble, incluyendo las extrañas advertencias de Edie: que nunca se debía dejar a ______ sola con un gato ni con un niño.
—Eso es absurdo —dijo Maddy, enfadada—. La chica es inofensiva.
—No lo fue anoche al agredir a la señora Perkins —le recordó Harry—. Y tampoco se portó como un ángel cuando la traje a casa en el carruaje.
—¡La provocaron y perdió los estribos!
Harry no podía negarlo. Miró fijamente las profundidades del color del ámbar de su coñac. Cuando volvió a alzar la vista, había tomado la decisión de contarle todo lo ocurrido a Maddy, incluso lo relacionado con el tío de Edie y el temor de los Trimble de que su hija pudiera estar loca. No se permitió pensar que estaba faltando a la promesa de guardar el secreto que le había hecho a James Trimble. Maddy nunca repetiría lo que él iba a contarle, y el futuro de ______ estaba en juego.
Mientras él hablaba, Maddy se puso lívida.
—¡Dios bendito! —susurró ella cuando él terminó de hablar—. La chica no está loca, señor. Apostaría la vida por ello.
Harry pensaba lo mismo.
—Sin embargo, creo que los Trimble temen que pueda estarlo, lo cual explica su renuencia a permitir que un médico la reconozca.
Maddy negó tristemente con la cabeza.
—¿Porque un médico podría descubrir que ella no está simplemente tocada, sino completamente loca?
—Un descubrimiento semejante podría destruir la carrera política de James Trimble y, si esto sucede, su esposa parece creer que se divorciaría de ella.
—En otras palabras, los árboles no les dejan ver el bosque.
Harry dejó escapar un suspiro.
—No lo sé. A lo mejor somos tú y yo quienes no estamos viendo las cosas con claridad. Sólo el tiempo lo dirá, supongo. —Miró a Maddy a los ojos mientras una leve sonrisa se esbozaba en sus labios—. Por suerte, aún tenemos suficiente tiempo. No estamos precisamente jugando mientras Roma arde. Ella sólo está embarazada de cuatro meses. Tenemos cinco meses más para observarla y tomar una decisión. Si después de unas pocas semanas los dos tenemos la plena certeza de que se puede hacer algo para ayudarla, la llevaré a Portland, y que sus padres se vayan al infierno.
Maddy alzó su copa.
—Brindo por ello.
Harry no pudo menos que sonreír.
—No será nada agradable. Si decido ir en contra de su voluntad, se enfrentarán a mí con todas sus fuerzas.
—Pues encontrarán en nosotros dos las hormas de sus zapatos. —De los ojos del ama de llaves salieron algunas lágrimas cuando bebió el resto del coñac. Agitando una mano frente a su cara, parpadeó y tomó aire a través de los dientes—. ¡Dios! ¡Esta cosa me hace arder desde la cabeza hasta los pies!
Harry se rio.
—Bueno, ¿entonces hemos llegado a una decisión?
—Es más bien una decisión a cambio de otra; pero sí, hemos llegado a una decisión. Llevaremos a la chica a Portland para que un médico la examine.
—Si vemos indicios de que tiene capacidad de aprender —apuntó Harry.
—Estoy segura de que así será.
—No te hagas demasiadas ilusiones, Maddy. No quiero verlas truncadas. Hemos de ser prudentes.
—No se truncarán —le aseguró ella con un brillo desafiante en los ojos—. Es posible que la chica no sepa matemáticas ni ninguna de esas cosas, pero tiene la capacidad de aprender. Apuesto mis queridas ligas a que es así.
—Espero que tengas razón. —Más tranquilo de lo que se había sentido en muchas horas, apoyó un hombro contra la pared—. Hay otro problema que no hemos tratado: tenemos que conseguir otra cuidadora. Sé que tienes mucho trabajo, y no puedo esperar que asumas la responsabilidad adicional de cuidar de ______. Tenemos que contratar a otra persona. ¡Ah!, y a propósito, ¿dónde está ella ahora?
—En su habitación. Le pedí a una de las criadas que se quedara con ella mientras yo venía a hablar con usted. Henry ya ha arreglado la puerta, por cierto. Cambió el revestimiento y la cerradura. Quedó como nueva.
—¡Qué rápido lo ha hecho!
—Sí, bueno, tuve que darle la lata. Usted ya conoce a Henry. Si es posible dejarlo para mañana... —Su voz se fue apagando.
—Siento mucho que hayas tenido que trabajar más de la cuenta, Maddy.
Ella hizo un gesto con la mano para desestimar las disculpas.
—No me molesta cuidar de la chica. Por lo que a mí se refiere, ella puede seguirme mientras yo hago mi trabajo. En casa de sus padres no la encerraban en su habitación, ¿verdad?
—No.
—Bueno, entonces, si huye de mí y sale corriendo, no pasará nada. Sabemos dónde encontrarla.
Harry reconoció, asintiendo, que ella tenía razón. Su principal preocupación era que, dado que le gustaba deambular por el bosque, ______ se atreviera a alejarse de la casa y se hiciese daño. Hasta que diera a luz, era preciso tomar medidas especiales para garantizar su bienestar.