Poco antes del amanecer del día siguiente, ______ se bajó sigilosamente de la cama y atravesó la habitación andando de puntillas. Hacía un gesto de dolor cada vez que sentía una tabla del suelo ceder bajo su peso. Una de las desventajas de ser sorda, entre muchas otras, era que resultaba muy difícil moverse a hurtadillas. No podía saber con precisión si estaba haciendo ruido. Eso era terriblemente molesto, especialmente cuando anhelaba hacer algo y tenía miedo de que la castigaran si llegaban a cogerla desprevenida.
Como podría suceder en aquel instante...
Al llegar a la ventana, ______ apartó la mesa con cuidado. Vio que había espacio suficiente frente a la ventana de guillotina, quitó el cerrojo y apoyó las bases de sus manos en el travesaño. Sin hacer ruido, _______, sin hacer ruido. Olvidando momentáneamente la herida que le había causado el tenedor el día anterior, se mordió el labio inferior. Al sentir un fuerte dolor, optó por morder, mejor, la parte interior de su mejilla. No sabía muy bien por qué, pero según su experiencia, para hacer algo perfectamente bien, tenía que hacer algún gesto con la boca, y morder la parte interior de su mejilla parecía funcionar a las mil maravillas.
Lentamente, abrió la ventana. Lo hizo aterrada, temiendo incluso respirar. Sólo podía esperar que Harry Styles fuese uno de esos tipos quisquillosos que mantenía las puertas y ventanas de su casa bien lubricadas. Si no, lo más probable era que estuviese haciendo ruido suficiente como para despertar a los muertos.
Pero los muertos no eran los que le preocupaban. Era a la señora Perkins a quien no quería despertar. Antes de irse a acostar la noche anterior, la muy desconsiderada la había atado a la cama; con tiras de lino, nada menos. Por las cosas que le había dicho, ______sabía que esa mujer creía que ella era una completa Oops. Y quizá lo fuese.
Pero incluso un bobo tenía la capacidad suficiente para desatar nudos.
El aire fresco entró a través de los barrotes de hierro, pegando el camisón de céfiro de ______ a su cuerpo. Antes de que se permitiera relajarse, estuvo atenta a ver si «oía» algún movimiento proveniente del cuarto contiguo. Nada. No sintió pasos vibrando en el suelo. Ni cosquilleos en su nuca. Nada. Se permitió esbozar una sonrisa de satisfacción. La gorda seguía durmiendo.
Agarrando los barrotes con fuerza y dejando que sus manos se deslizaran a lo largo de éstos, ______ se arrodilló en el suelo de madera. Hizo caso omiso de la arenilla que arañaba su rodilla descubierta y fijó la vista en el cielo. El amanecer. Para ella, ésta era la parte más hermosa del día y, a menos que estuviese enferma, lo cual rara vez sucedía, nunca perdía la oportunidad de contemplarlo. En aquel instante el cielo estaba de un azul negruzco, como a altas horas de la noche; pero supo por el apagado brillo de las estrellas que ya casi iba a despuntar el día.
Este espectáculo nunca dejaba de asombrarla. Quedándose sin respiración, vio una grieta de color rosa zigzaguear a través del horizonte. Unos pocos minutos más tarde, gloriosos rayos de luz emanaron de ella, dándole a todo lo que tocaban una luminosidad mágica. Cuando las montañas se hicieron visibles, sus picos estaban envueltos en una bruma del color de los pétalos de una pálida rosa. Luego, como una sonrisa que poco a poco se fuera volviendo radiante, los rayos de luz que hendían el cielo empezaron a adquirir un color dorado brillante.
Extasiada, ______ apretó con fuerza los barrotes de hierro, pensando que, en lugar de la música, Dios le había dado los amaneceres. Aun sorda, podía oír la canción en su corazón; y no por ello era menos conmovedora. Bella música hecha de luz.
______ cerró los ojos y recordó todos los sonidos que generalmente llegaban con el alba: el canto de un gallo, las estridentes explosiones de los pajarillos, el ladrido distante de un perro, el susurro de la brisa matutina al repuntar. Ya nunca más podría gozar de esos sonidos. No obstante, los había guardado en su memoria. Eran suyos, y podía recordarlos y disfrutar de ellos cada vez que quisiera.
Al abrir los ojos, un movimiento en el jardín que estaba debajo de ella atrajo su atención. Su mirada se centró en un destello dorado que rivalizaba con el de los rayos de sol: el pelo de Harry Styles Sabía con absoluta certeza que era él por su manera de andar, por las zancadas largas y seguras, que hacían sobresalir los músculos de sus muslos y tensaban la tela de color amarillento de los pantalones de montar.
Dado que se estaba moviendo junto a la casa, ella podía verlo de frente. Llevaba una camisa blanca de algodón, con las mangas remangadas sobre sus gruesos brazos, la parte delantera completamente abierta y los faldones sueltos alrededor de sus estrechas caderas. ______ nunca había visto el pecho desnudo de un hombre, y se quedó mirándolo con curiosa fascinación. En lugar de pálidos senos con Oops!rosadas como los suyos, él tenía unas tetillas doradas por el sol, que no sólo parecían firmes, sino que además se tensaban de forma peculiar cuando se movía. En el centro de cada una de ellas había una mancha marrón del tamaño de una moneda de cobre. Al mirar detenidamente, vio que también tenía pelo de color dorado en su pecho. Corto y de aspecto afelpado, estaba segura de que debía de picar. El vello llegaba hasta el ombligo, luego se estrechaba para formar una línea que desaparecía debajo del cinturón.
Cuando pasó justo debajo de la ventana, lo que le permitió observarlo por detrás, él empezó a quitarse la camisa. Estirando el cuello, vio con gran asombro cómo enrollaba la camisa de algodón alrededor del puño de su mano. De un extremo a otro de su espalda, bajo la piel bronceada que brillaba como si le hubiesen frotado aceite, los músculos se movían, sobresaliendo en ciertos lugares y aplanándose en otros.
Salió del jardín para dirigirse a una pequeña edificación anexa, que se encontraba cerca de las caballerizas. Junto a ella había una bomba de agua oxidada, cuyo pitorro se encontraba sobre un palanganero desgastado. Después de tirar su camisa sobre un vallado cercano, movió la manivela de la bomba hasta que el agua empezó a salir a borbotones. Luego, metió la cabeza y los hombros bajo el chorro. ______ se estremeció, imaginando cuan fría debía de estar el agua. Se enderezó, se sacudió como un mapache mojado y se restregó los ojos para secarse.
El pelo le quedó como si alguien se lo hubiera removido con un batidor. Ella no pudo menos que sonreír ante el aspecto tan ridículo que tenía. Pero Harry remedió la situación pasándose los dedos por su oscurecido pelo. Con el torso superior brillando aún debido a las gotitas de agua, cogió la camisa y se la puso de nuevo. Por lo visto, no le importaba que el algodón absorbiera el agua y se pegara a él como una segunda piel.
Fascinada, ______ lo vio apoyar una mano sobre la cerca y saltarla sin esfuerzo aparente. Había un caballo castaño dentro del cercado. Cuando la bestia lo vio, sacudió la cabeza y golpeó la tierra repetidamente con el casco de una pata delantera.Harry se acercó lentamente al animal. Cuando estuvo aproximadamente a tres metros de él, el caballo giró sobre las patas traseras y se alejó al galope. Sin hacer ningún movimiento brusco, Harry lo siguió. Una vez más, cuando estaba a punto de salvar la distancia que lo separaba del animal, éste se puso a galopar.
Harry intentó acercarse una y otra vez. Todas las simpatías de ___‑‑‑ estaban con el caballo. Mientras el hombre procuraba ahorrar energía, el animal se escapaba al galope constantemente e, impulsado por el pánico, daba vueltas innecesarias alrededor del cercado. Poco tiempo después, el pelaje le brillaba por el sudor y respiraba aguadamente a causa del agotamiento.
______ comprendió que Harry pensaba seguir acercándose al caballo hasta que éste se quedara sin fuerzas para huir de él. La pobre bestia también pareció comprender esto y lo miraba con recelo. Su cuerpo era presa de temblores causados por el esfuerzo excesivo. A ______ le pareció que se trataba de un juego cruel y, al verlo someter al animal a tan dura prueba, se reafirmó en la idea de que no era un hombre bueno.
Tras tener este pensamiento, a ______ se le hizo un nudo en la garganta. Se levantó de una manera tan repentina que la cabeza empezó a darle vueltas. Dio la espalda a la ventana, rodeó su cintura con los brazos y dirigió la mirada hacia la puerta cerrada con llave. Detrás de ella, la luz del sol entraba a través de la ventana, dibujando en el suelo las largas líneas de los barrotes de hierro. Atrapada. Así era como se sentía.
Quizá fuesen simplemente los recuerdos de aquel día en las cataratas ganándole la batalla, pero casi podía ver a Harry Styles entrando en su habitación y acosándola, tal y como había hecho con el caballo, con esa misma implacable determinación, hasta que estuviese demasiado agotada para seguir huyendo de él.
Incapaz de contenerse, volvió a echar un vistazo a la ventana. A través de los barrotes, vio que lo inevitable finalmente había ocurrido. El caballo estaba acorralado en un rincón del cercado, temblando, pero ya sin poder oponerse a que la mano de su amo tocara su cuerpo.