______ sintió un dolor intenso en la garganta, como si la tuviera totalmente cerrada.
—Me gustaría que tú también confiaras en mí, al menos un poco.
El suspiró profundamente y cerró los ojos.
—Ay, ______. No es que no confíe en ti. Es sólo que... bueno, que no sabes lo que me estás pidiendo. —Abrió los ojos para mirarla—. Hablar... parece muy sencillo. Pero no lo es. Mis sentimientos hacia Douglas no son nada sencillos y, en parte, ellos son producto de algo que pasó hace muchos años.
—¿Qué?
Un músculo de su mandíbula se movió nerviosamente, y estrechó la mano de ______con tanta fuerza que le produjo una sensación casi dolorosa.
—Yo maté a nuestros padres. A mi padre y a la madre de Douglas, Alicia. Yo los maté. Yo tengo la culpa de que Douglas se quedara huérfano cuando tenía apenas seis años. Tengo la culpa de todo.
______ no esperaba una confesión semejante. Se quedó mirándolo con incredulidad, anonadada, convencida de que seguramente había leído mal sus palabras. La expresión de aflicción de su rostro le manifestó todo lo contrario.
—Ay, Harry...
Harry apretó su mano con más fuerza aún.
—No lo hice adrede. Fue un accidente. Pero el resultado fue el mismo que si les hubiera apuntado a la cabeza con una pistola y hubiese apretado el gatillo: los dos murieron. La culpa me abrumó... —Respiró hondo y luego soltó el aire lentamente—. ¡Por Dios! Nunca me dejó libre. He pasado los últimos catorce años de mi vida tratando de resarcir a Douglas de todo eso, y mirando las cosas ahora, con distancia, creo que en realidad le hice mucho daño.
______ no trató de soltar su mano de la de Harry. A pesar de todo el dolor que le causaba la fuerza con que él la estaba apretando, temía distraer su atención al moverse y que por ello dejara de hablar. Como si finalmente se hubiera roto un dique, toda la amargura empezó a salir a borbotones de su interior. Apenas hacía pausas entre las frases para tomar aire mientras le hablaba del accidente en que habían muerto su padre y su madrastra.
—Yo tenía dieciséis años cuando el accidente. Acababa de empezar mis estudios universitarios en Portland y había vuelto a casa durante el verano para trabajar con mi padre en la cantera. —Se quedó callado un momento. Los recuerdos hacían que su mirada pareciese cada vez más ausente—. Los chicos de esa edad... bueno, yo me sentía muy seguro de mí mismo aquel verano. Todo aquello era embriagador para mí: regresar a casa de la universidad, trabajar junto a hombres adultos, el hecho de que mi padre pidiera mi opinión acerca de asuntos de negocios. —Sonrió ligeramente y movió tristemente la cabeza—. Era la primera vez que él me trataba como un adulto. Yo tomaba parte en todo. Estaba en un equipo de trabajo. Ayudaba a hacer pedidos. Quería demostrar mi valía. ¿Entiendes? Veía todo aquello como una especie de prueba que aprobaría o suspendería, y los puntos que conseguía eran una medida de mi madurez.
______ no entendía plenamente, pero captó lo esencial de lo que él estaba diciendo y asintió con la cabeza, deseando de todo corazón que la sonrisa de Harry se extendiera a sus ojos. Pero lo único que veía en aquellas profundidades de color esmeralda era dolor. Un terrible dolor que lo acompañaba desde hacía mucho tiempo.
—Hacia finales de junio —prosiguió Harry—, todos estaban muy entusiasmados porque se acercaba el Día de la Independencia y por los festejos que iban a tener lugar en el pueblo. En la cantera teníamos acceso a explosivos de todo tipo, y algunos hombres empezaron a experimentar con la intención de fabricar sus propios petardos. —Al ver una expresión de desconcierto en el rostro de _______, le explicó rápidamente qué eran los petardos, describiendo la fuerte explosión que uno de ellos podía ocasionar—. Bueno, una cosa llevó a la otra y, como los hombres somos como somos, empezaron las bromas en la cantera. Un día, cuando yo estaba en el retrete, mi padre encendió un petardo casero y lo tiró a través de la puerta. Explotó justo a mis pies y el susto hizo que me...