______ no estaba en casa de los Trimble. Y, lo que era aún más sorprendente para Harry, ninguno de sus padres pareció alarmarse cuando él apareció en el umbral de la puerta buscando a su esposa. Edie sugirió a Harry que la encontraría en el bosque. Pero no era necesario que fuese a buscarla. ______ tenía la costumbre de deambular, le recordó ella, y así era desde hacía muchos años. Regresaría a casa hacia el atardecer, ya fuese a la de Harry o a la de los Trimble. Si optaba por esta última, sus padres le aseguraron a Harry que le enviarían un recado para que fuese a recogerla.
Preocupado aún, a pesar de las palabras tranquilizadoras de los Trimble, Harry la buscó en el bosque antes de regresar a casa. Pero era como buscar una aguja en un pajar, como decía el proverbio. Se encontraba en pleno campo, y sabía que ______ podría estar casi en cualquier lugar. Al final, no tuvo más remedio que regresar a Styles Hall y quedarse allí esperando. Si al anochecer aún no había aparecido, organizaría un grupo de búsqueda.
Esperaría, pues, con impaciencia a que llegara la noche. No podría estar tranquilo hasta que ______ estuviese en casa de nuevo. Era verdad que ella había deambulado por las colinas la mayor parte de su vida. Pero eso era antes de que su estado fuese tan delicado. La indiferencia de su madre le parecía completamente increíble. Una mujer embarazada podía sufrir multitud de percances, especialmente alguien como ______, que no entendía todos los peligros que podía encontrar allí fuera. La sola idea de que ella se hiciera daño lo ponía muy nervioso. ______, con su pelo negro enmarañado y sus grandes ojos azules. En un tiempo increíblemente corto, había logrado colarse en su corazón y se había vuelto más importante para él de lo que quería reconocer.
Suponiendo que Maddy aún estaría muy nerviosa, Harry no se entretuvo mucho tiempo en las caballerizas. Desmontó enseguida y le entregó el caballo a un mozo de cuadra. Luego se dirigió directamente a la casa. En el instante mismo en que entró en el recibidor, Maddy se inclinó sobre la barandilla del primer piso y le gritó.
—Ya está aquí. Sana y salva.
Tal fue el alivio que sintió Harry, que empezaron a temblarle las piernas. Necesitaba un poco de tiempo para recobrar la compostura, así que se apoyó en las puertas talladas de la entrada. Enseguida, alzó la vista hacia el rostro sonriente de Maddy.
—¿Dónde estaba?
El ama de llaves alzó las manos para indicar, no sin algo de desconcierto, que no lo sabía.
—No tengo idea. Estábamos buscándola por toda la casa y, de repente, allí estaba. Es como si hubiera salido de la nada.
Harry frunció el ceño. Recordó el cerrojo descorrido de la ventana del salón.
—Lo más probable es que haya regresado por el mismo lugar por el que salió.
______ apareció de repente en el rellano. Al echarle un vistazo, Harry no tardó en notar las reveladoras manchas de tierra que había en su vestido azul pálido y en sus medias blancas. Con el pelo negro tan enmarañado como de costumbre, la chica bajó la vista para mirarlo con sus enormes ojos azules. La expresión de su rostro era inexplicablemente solemne. Harry supuso que ella comprendía, aunque fuese de manera vaga, que había hecho algo malo y que podría haberse buscado problemas. Para que supiera que no estaba enfadado, sonrió y le guiñó un ojo. Si bien les había dado un tremendo susto a todos, ella en realidad no tenía la culpa; imputarle la responsabilidad era totalmente absurdo.
Se aseguró a sí mismo que la mejor manera de manejar la situación era tomando precauciones adicionales para que aquello no volviera a pasar. Miró a Maddy.
—¿Tienes unos minutos? Creo que debemos establecer nuevas normas en esta casa, no sólo para los empleados domésticos, sino también para nosotros. No podemos permitir que ella vuelva a salir a hurtadillas. Mientras esté embarazada, corre muchos peligros. Si llegase a herirse hallándose lejos de la casa, podría morir desangrada antes de que alguien la encuentre.
Maddy se puso tan pálida como una estaca blanqueada ante semejante posibilidad.
—Enseguida bajo.
Unos minutos más tarde, Harry y su ama de llaves se reunieron en el estudio. Entre los dos esbozaron algunas medidas preventivas que podían adoptar para hacer desistir a ______ de que volviese a salir furtivamente; o mejor, para impedirle que lo hiciera. La más importante de todas era que, a partir de aquel momento, todas las puertas exteriores debían permanecer cerradas con llave en todo momento, día y noche, y sólo Harrry o Maddy tendrían las llaves. Las ventanas de la planta baja, provistas de cerrojos interiores en lugar de cerraduras, presentaban un problema ligeramente mayor. Se determinó, no obstante, que si todas se mantenían cerradas con cerrojo, sería fácil saber cuándo ______había usado una de ellas como ruta de escape. Una vez fuera, la joven no podría volver a correr el cerrojo de la ventana que había usado, y ellos sabrían con toda certeza que ella había salido de la casa. En tal caso, Harry podría emprender enseguida la búsqueda en los bosques cercanos.
A gusto con las medidas preventivas que había tomado, Harry se fue a dormir aquella noche con la certeza de que ______ no corría peligro. Se prometió a sí mismo que a partir del día siguiente reservaría una o dos horas todas las tardes para pasar un poco de tiempo con ella. No tenía ni la menor idea de para qué. ¿Cómo se podía entretener a una chica que era débil mental?
Maddy parecía creer que era importante que ______ y él se conociesen mejor y, con este fin, Harry estaba dispuesto a sacrificar un poco de su tiempo. No sería fácil. Normalmente, pasaba las mañanas en su estudio haciendo el trabajo administrativo; y, por las tardes, se ocupaba de sus purasangres y de la granja, o iba a la cantera. Ya tenía demasiado trabajo, y algunas veces sentía que pretendía hacer de la noche día, especialmente durante el verano.
Sin embargo, lo que menos quería era que ______ viviera con miedo en su nuevo hogar. Si podía disipar sus miedos pasando una o dos horas con ella todos los días, valía la pena hacer el esfuerzo.