CAPITULO 60

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El regalo de ______... Estrechándola entre sus brazos como lo estaba haciendo en aquel instante, Harry apenas podía creer que hubo un tiempo en el que clamó contra el destino, en el que vio su matrimonio como un sacrificio obligatorio para enmendar un error. Tenía errores que rectificar, desde luego, pero no era una obligación y mucho menos un sacrificio. Amar a aquella mujer, formar parte de su mundo, era una bendición del cielo.

Harry la levantó entre sus brazos y la llevó a la mecedora que se encontraba en un rincón de la habitación. Tras sentarse en ella, tendió a ______ sobre su regazo, dejando que apoyara la cabeza en su brazo, no con la intención de que él pudiera ver su rostro, sino más bien para que ella pudiese ver el suyo. Los ojos de la joven, llenos de pánico, se aferraron casi desesperadamente a los suyos. Hasta aquel instante, Harry había tenido la intención de hablar con ella, explicarle con todo lujo de detalles lo que había visto en las caballerizas. Pero la mirada que vio en ella lo hizo callar. No era el momento de hablar. Al menos, de manera convencional.

Así que, en lugar de hablar, la estrechó contra su cuerpo, tal y como lo habría hecho con una niña, y empezó a acunarla. Mientras la mecía, susurraba palabras que sabía que ella no podía oír. Pero lo que decía no importaba. De todos modos, lo que ______necesitaba en aquel momento eran mensajes que no podían ser expresados con palabras. Acarició su pelo con mano trémula. Luego, apretó la mejilla contra la cabeza de ella y cerró los ojos. No se sorprendió en absoluto cuando sintió más lágrimas corriendo por sus mejillas. Cada uno de sus sollozos lo atravesaba como un puñal.

Se había sentido culpable en distintas ocasiones a lo largo de su vida, pero nunca tanto como en aquel momento. Le permitió llorar, pues sabía que ella lo necesitaba. Sólo Dios sabía cuánto merecía que la dejaran llorar. Cuando ella finalmente empezó a tranquilizarse, él la acomodó en sus brazos de tal manera que sus caras quedaron a muy pocos centímetros de distancia.

—______. —Harry respiró hondo—. Creo que tenemos que hablar. Acerca del bebé y cómo serán las cosas cuando...

______ abrió los ojos para manifestar un inconfundible sentimiento de terror y negó violentamente con la cabeza.

—¡Noooo!

Harry la cogió de la barbilla para obligarla a mirarlo a la cara. Cuando ella finalmente se tranquilizó y él sintió que tenía toda su atención, habló.

—¿Alguna vez te he dicho una mentira?

Ella negó con la cabeza de manera casi imperceptible.

—Entonces puedes confiar en que no te voy a mentir ahora. Tener un bebé no es... —Puso énfasis en la palabra no, diciéndola lentamente y con exagerada claridad—. No es como lo que has visto en las caballerizas.

La mirada de ella se aferró a la suya, llena de preguntas e incredulidad.

Harry tragó saliva. No deseaba aquella conversación, pero tenía que hacerse comprender de alguna manera. Sin saber por dónde empezar, decidió simplemente ponerse a hablar. No sabía qué le había dicho exactamente, sólo que le contó que el potrillo venía de nalgas y que luego le describió un parto normal. No le ocultó nada, y fue totalmente sincero. Le habló incluso de los dolores del parto. Cuando le explicó cómo saldría el bebé por su cuerpo, el miedo ensombreció los ojos de ______; lo cual le partió el alma, pero también le hizo sonreír.

—______, cariño, tu madre te dio a luz a ti. La mía me dio a luz a mí. Todas las criaturas vivas que vemos a nuestro alrededor tuvieron que nacer, y de una manera muy parecida a la que nacerá tu bebé. Quizá no sea una experiencia muy agradable, pero no te vas a morir, y yo estaré junto a ti para ayudarte, te lo prometo. —Acarició la mejilla de la chica con la yema de los dedos—. Va a ser hermoso, tesoro; no será horrible, ya lo verás. Confía en mí. Y, cuando todo haya terminado, vas a tener un bebé tuyo al cual podrás darle todo tu amor.

Ella pareció tener reservas acerca de estas últimas palabras. Harry no pudo menos que sonreír.

—¿Crees que te mentiría?

Siguió pareciéndole indecisa.

—Bueno, pues entonces me parece que lo más indicado es dar un paseo por las caballerizas. A pesar de haber sido un parto difícil, la yegua ya está bien. Y es la orgullosa madre del potro más bonito que hayas visto en tu vida. —Resuelto, Harry la hizo bajar de su regazo y se puso de pie—. Te demostraré que no estoy mintiendo.

Ella negó vehementemente con la cabeza. Era evidente que le asustaba la idea de regresar a las caballerizas.

Harry la cogió de la mano.

—Confía en mí, ______. Tú has visto la peor escena que una futura mamá pueda presenciar. Ahora quiero que veas la más dulce.

Las caballerizas eran el último lugar al que quería ir ______. Pero Harry insistió y, como él era mucho más grande, a ella no le quedó más remedio que acceder. Para su gran sorpresa, se había hecho de noche mientras permanecieron dentro de la casa. La luz de la luna y las sombras descendieron sobre ellos cuando salieron al jardín. Como si intuyera su nerviosismo, Harry le rodeó los hombros con un brazo y la atrajo hacia él mientras andaban.

Aquella desacostumbrada cercanía sirvió para distraerla de sus preocupaciones más que cualquier otra cosa que él hubiese podido hacer. En el punto en el que su hombro se apretaba contra el costado de Harry, ella sentía su cuerpo como si fuese de acero recubierto de una seda ligeramente acolchada. El brazo de él alrededor de sus hombros le resultaba maravillosamente fuerte y cálido. Mientras se movían al unísono a través del oscuro jardín, ______ pensó que él debía de estar haciendo un esfuerzo por adaptar su paso al de ella, pues sus piernas eran mucho más largas que las suyas. La cadera de Harry chocaba contra su costado en un punto que se encontraba mucho más arriba de su cintura.

La joven miró con disimulo su perfil moreno, turbada como nunca antes lo había estado. Sintió una especie de revoloteo en el estómago y, al mismo tiempo, una extraña emoción. Como si hubiera advertido su mirada, él bajó la vista, la miró a los ojos, y esbozó una de esas sonrisas suaves y deliciosamente torcida, tan propias de él.

—Nunca habíamos caminado juntos bajo la luz de la luna, ¿no es verdad?

______ asintió con la cabeza.

Sus dedos largos se movieron en el lugar en que se doblaban sobre el hombro de ______, y esta leve caricia hizo que ella sintiera un hormigueo en la piel.

—Tenemos que hacerlo más a menudo. Estás preciosa bajo la luz de la luna. Absolutamente preciosa.

______ dudaba que eso fuese cierto. Aunque no le daban ataques de llanto con mucha frecuencia, las pocas veces en que esto sucedía, se ponía horrorosa, con los ojos hinchados y la cara roja.

Como si hubiese adivinado sus pensamientos, él se rio. La débil risa vibró a través de los hombros de ______ y se irradió a lo largo de su brazo.


The ______ Song (Harry Styles) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora