—¿Y ahora qué pasa?
Maddy se encontraba en el pasillo.
—Creo que será mejor que venga usted conmigo. ______ se está comportando de una manera sumamente extraña, y no sé qué pensar.
Antes de que Harry le respondiera, su ama de llaves, a todas luces fuera de sí, dio media vuelta. A él no le quedó más remedio que seguirla a la habitación de los niños. Al entrar en ese cuarto, vio que ______ finalmente había decidido salir de la cama y parecía estar buscando algo entre las capas de la ropa de cama.
—Parece que ha perdido algo —observó él con una voz afable que no dejaba traslucir su irritación—. ¿Eso qué tiene de raro?
—¿Que qué tiene de raro? ¿Qué puede haber perdido?
—¡Qué sé yo! —Con su dolor de cabeza empeorando a cada segundo que pasaba, Harry estuvo a punto de soltar un gruñido al oír su propia voz. Lo pensaría dos veces antes de volver a beberse una botella de whisky entera—. ¿Y eso qué importa?
Salvando la distancia con tres largas zancadas, Harry alcanzó la cama. ______, que sólo en aquel momento pareció darse cuenta de que él había entrado en la habitación, se pegó un gran susto cuando lo vio junto a ella. Luego, inclinándose hacia adelante, abrió los brazos de manera protectora alrededor de su ropa de cama. Para indicarle que no tenía ninguna intención de tocar nada, Harry cruzó los brazos y la vio levantar la sábana que se encontraba en la parte superior y echar una miradita debajo de ella. Curioso, se inclinó de lado y estiró el cuello para echar también un vistazo. No había nada. Era más que evidente que la chica era una Oops. Puesto que esto no era una novedad para nadie, y mucho menos para Maddy, Harry no podía entender por qué lo había llamado. A su modo de ver, una chica rara comportándose de manera rara no era nada extraño.
—A lo mejor hay chinches —dijo él, sabiendo antes de hacer semejante insinuación que Maddy se descompondría ante la sola idea de que pudiera tratarse de eso.
—¿En esta casa? ¡Muérdase la lengua!
Sintiendo un placer malsano por haber logrado despertar la ira del ama de llaves, volvió a centrar su atención en ______. Y vio que después de mirar detenidamente debajo de su ropa de cama, ella pasó a buscar debajo de la almohada. Al no encontrar nada, empezó a dar golpecitos sobre el edredón, palpando cuidadosamente sus dobleces, como si estuviese buscando bultos.
—Es indudable que está buscando algo —dijo Harry—. Y que no lo ha encontrado. —Miró a Maddy con las cejas arqueadas—. Podría ser una cinta para el pelo.
—No llevaba ninguna cinta cuando se acostó.
Harry echó un vistazo a las manos de la chica. No llevaba sortija alguna. Pensó que era necesario rectificar eso. Un anillo de oro, sencillo. Supuso que tendría que comprar uno enseguida. Pero, por otra parte, quizás fuese mejor preguntarle a su madre primero. Era posible que hubiera una razón para que ______ no tuviese anillos ni collares. A lo mejor se los tragaba o hacía cualquier otra cosa espantosa.
—¿Una joya? —Hizo la pregunta por decir algo, pues sabía cuál sería la respuesta de Maddy.
—Ella no tiene joyas.
Dejó escapar un suspiro de exasperación.
—Bueno, en fin, parece estar convencida de que ha perdido algo, Maddy. Tal vez algo imaginario. ¿Por qué no le sigues la corriente?
—Pero ¿no le parece que su comportamiento es muy extraño?
Harry lanzó una mirada de asombro a la mujer. —¿Qué esperas? ¿Que se porte como una chica normal? —Casi ciego por el dolor de cabeza que le martilleaba detrás de los ojos, se dirigió a la puerta—. Síguele la corriente. Ayúdala a buscar. Toma una taza de café mientras ella busca. No me importa, Maddy. Sólo déjame descansar.