—Edie, es la mejor solución que ha surgido hasta el momento. ______ no se quedaría con Harry para siempre, sólo durante unos pocos meses.
La señora Trimble negó con la cabeza con vehemencia.
—No. Preferiría que hiciéramos lo que habíamos planeado antes: busquemos a alguien que viva fuera del pueblo para que cuide de ella hasta que tenga ese bebé.
Esto no tenía ningún sentido. A punto de perder la paciencia, Harry se sentó en una silla y clavó su implacable mirada en el juez.
—Hay muchas más cosas que tener en cuenta aquí; no sólo los deseos de la señora Trimble. Sin duda alguna, mi plan sería mucho mejor para ______. Y el niño no será internado en un orfanato.
Iracunda, Edie se volvió hacia Harry. Sus ojos echaban chispas.
—¡Ese niño no es asunto suyo, señor Styles! Nada de esto lo es.
A Harry le costó mucho trabajo no perder los estribos.
—No estoy de acuerdo. ¡Desde luego que ese niño es asunto mío! Y si encontramos la manera de evitar que sea criado en una institución, eso es exactamente lo que vamos a hacer.
—Edie —el juez habló en voz baja—, ¿por qué no vas a la cocina a preparar un poco de té?
La mujer tomó aire y apretó los puños.
—¿Me hablas de té? Estás a punto de decidir cuál será el futuro de mi hija ¿y quieres que vaya a preparar té?
—Sí. —Aunque dicha con delicadeza, la respuesta del juez era una orden inequívoca—. Aún soy el hombre de la casa. En última instancia, yo debo tomar la decisión, y tú tienes que acatarla.
La señora Trimble lanzó una mirada asesina a Harry y salió majestuosamente de la habitación. Sus mejillas tenían manchas de intenso color carmesí y sus labios formaban una rígida línea.
Inmediatamente después de su salida, se disipó gran parte de la tensión que reinaba en el estudio. Harry aprovechó la momentánea calma para referirle al juez lo que había dicho el doctor Muir; concretamente, que él aseguraba que una fiebre muy alta había sido la causa del mal de ______.
—¿Y si está equivocado?
—¿Y si no lo está? —Harry volvió a pasarse la mano por la cabeza—. ¿Meteremos en un orfanato a un niño perfectamente normal y lo declararemos inadoptable? Tal y como yo veo las cosas, tengo que correr ese riesgo. Y aunque no quieras, tú lo vas a correr conmigo. Después de todo, estamos hablando de tu nieto y de mi sobrino, o mi sobrina. Le debemos al menos esa oportunidad.
Trimble reflexionó un momento acerca de estas palabras. Un instante después, asintió con la cabeza.
—Sólo espero que sepas muy bien lo que estás haciendo. Muir tiene buenas intenciones, y estoy seguro de que cree en lo que dice, pero esto no significa que no esté equivocado.
—Recemos para que no lo esté.
Una vez resuelto este punto, los dos hombres pasaron a discutir los detalles, y cinco minutos después habían decidido que el matrimonio de Harry y ______ debía celebrarse tan pronto como fuese posible. Cuando Edie regresó a la habitación, el juez le informó con delicadeza sobre la decisión que ellos habían tomado respecto al matrimonio, y que los dos esperaban que pudiera celebrarse en una semana. El único requisito esencial era que Harry encontrara una cuidadora competente que se quedase con ellos en casa.
Cuando su esposa empezó a protestar, el juez la interrumpió con palabras tajantes.
—Ya basta, Edie. Esto es lo mejor. Confía en mí.
Derrotada, la señora Trimble se dejó caer en el sofá contiguo a su esposo y cruzó las manos sobre su regazo, estrechándolas con fuerza.
—Pero, James, él no tiene ni idea de cómo debe tratarla.
—Una mujer de otro pueblo tampoco sabría hacerlo —señaló Harry.
—¡Pero al menos yo podría aconsejarla y supervisar su trabajo! —gritó ella—. Dejar a nuestra hija en manos inexpertas podría echar por la borda todo lo que me he esforzado tanto por inculcarle a lo largo de todos estos años.
Harry se frotó la sien, maldiciendo en silencio el punzante dolor de cabeza que sentía detrás de los ojos. Aunque no podía entender a aquella mujer, era necesario mitigar sus preocupaciones.
—Señora Trimble, con mucho gusto le permitiré hablar con la cuidadora que contrate, si eso es lo que le preocupa. Puede usted indicarle cómo debe tratar a ______, puede supervisar todo lo que ella haga.
El delgado cuerpo de la señora Trimble empezó a perder su rigidez.
—¿De verdad que no le molestaría?
No sin esfuerzo, Harry sacó a relucir una sonrisa, aunque tenue.
—Por supuesto que no. El nuestro no será un matrimonio verdadero. Sólo un acuerdo conveniente para ambas partes, eso es todo. Agradecería incluso todas sus aportaciones y su experiencia, pues eso nos ayudará a cuidar mejor de ______.
Ella le escrutó la mirada durante largo rato. Luego, finalmente sonrió también.
—Quizás ésta sea una solución factible, después de todo.
—Así lo espero, desde luego. De lo contrario, no la habría sugerido. —Harry empezaba a sentirse algo aliviado.
—______ es una chica bastante difícil —se apresuró a decir la madre—. Es preciso hacerle seguir reglas muy estrictas, ¿entiende usted?, o de lo contrario se vuelve intratable. Tal vez se ría usted de mis inquietudes, pero el hecho es que si ______ se vuelve una chica incontrolable, será necesario internarla en un hospital psiquiátrico y, puesto que soy su madre, quiero evitar a toda costa que esto suceda.
Finalmente, Harry empezaba a entender los motivos que había tenido la mujer para comportarse de la manera en que lo había hecho. Aunque le disgustaba enormemente que se llevaran a ______ lejos de casa, al menos de esa manera ella habría podido tener algún tipo de control sobre la manera en que se cuidaría de ella. Las objeciones que ponía al matrimonio de Harry con ______ nacían del miedo, nada más.
—Le doy mi palabra de que adoptaré todas las reglas que usted le impone a ______ y que las haré cumplir rigurosamente. Y usted puede tomarse todo el tiempo que necesite para enseñarle a la mujer que contrate cómo ocuparse de ______, es decir, a hacerlo exactamente como lo haría si estuviera usted allí para supervisarla.
La madre dejó escapar un suspiro de alivio.
—Gracias, señor Styles. Esto me hace sentirme mucho más tranquila con toda esta situación.
Harry se levantó de la silla, esperando que ya no hubiera nada más que decir, pero se vio obligado a sentarse de nuevo cuando Edie Trimble se puso a recitar una larga lista de instrucciones relacionadas con el cuidado de su hija. No debían llevar a ______ al pueblo; las multitudes la ponían nerviosa. Los lápices y las plumas estilográficas estaban prohibidos; la niña podía hacerse daño. Nunca, bajo ninguna circunstancia, se debía permitir que ______ emitiera sonido alguno; una vez que empezaba, era imposible hacerla callar, y la bulla que podía organizar era ensordecedora.
Cuando la mujer se quedó al fin sin cuerda, a Harry le daba vueltas la cabeza y dudaba seriamente de que pudiera recordar algo de lo que ella le había dicho. Aun así, prometió cumplir al pie de la letra cada una de aquellas reglas. Cualquier cosa, con tal de salir de allí.
Antes de despedirse, Harry cerró el acuerdo con el juez con un apretón de manos y prometió empezar a buscar de inmediato una cuidadora. Cuando salía de la casa, se detuvo un instante en el recibidor, para mirar fijamente el rellano del primer piso, preguntándose cuál de todas aquella puertas del pasillo de arriba conducía al dormitorio de ______. Aunque le avergonzaba mucho reconocerlo, hasta aquel momento Harry no había pensado en cuál sería la reacción de la joven ante todo aquello. Recordó el terror que ella sintió al verlo hacía cuatro meses y se dijo que sólo le quedaba rezar para que hubiese olvidado todo lo relacionado con Douglas y lo que éste le había hecho. Si no... Bueno, le daba miedo simplemente pensarlo