CAPÍTULO 82

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El resto de sus vidas...

En los días que siguieron, Harry no pudo pensar en otra cosa. Soñaba constantemente con el grandioso futuro que ______ y él podrían tener juntos. No veía ningún motivo para que estos sueños no pudieran hacerse realidad. En enero, poco después de Navidad, nacería su hijo. A partir de ese momento, ellos serían una familia. Aún quedaba por saber si Harry podría tener más hijos, pero esto ya no parecía tener mucha importancia. Niño o niña, el primer hijo sería su heredero, y eso era todo lo que le importaba.

En la mente de Harry, el bebé que ______ estaba esperando era suyo, y lo creía con la certeza de un hombre que ha sembrado la semilla con sus propias manos. Ya no pensaba en Douglas ni en lo que había hecho. Puesto que ______ ya había logrado dejar atrás lo sucedido, él también pudo hacerlo. El pasado había sido olvidado. El futuro los esperaba como una brillante promesa.

Amar a ______. Para Harry, la joven era un regalo divino. A pesar de la experiencia que tuvo en las cataratas, había resultado ser una amante mucho más sensible de lo que jamás hubiera imaginado, y le costaba mucho quitarle las manos de encima. Afortunadamente, el sentimiento parecía ser mutuo. Una vez que ella logró vencer su timidez, empezó a tomar la iniciativa casi con tanta frecuencia como él, y algunas veces era mucho más creativa. Cuando de sexo se trataba, ______ no parecía saber que había ciertas cosas que una dama nunca hacía. Una noche, mientras se encontraba trabajando en su estudio, él alzó la vista de los papeles y vio los pechos desnudos de ______ a unos cuantos centímetros de su nariz. Un instante después, sus papeles se encontraban desperdigados por el suelo y su esposa tumbada de forma poco elegante sobre el escritorio.

Harry no tardó en comprender que ______, a quien nunca se le había exigido seguir horarios y que no se regía por reloj alguno, era una criatura de impulsos. Una noche durante la cena, inmediatamente después de que Maddy sirviera el postre de helado, ella se levantó de la mesa y se dirigió hacia él con una sonrisa seductora que le calentó la sangre tan rápidamente que pensó que su postre corría peligro de derretirse.

—¿Qué quieres, amor mío?

Con un movimiento de la mano, ______ apartó el plato de helado y puso su voluptuoso trasero en su lugar. Los ojos entrecerrados de la mujer habían adquirido una seductora tonalidad azul.

—Quiero ser tu helado.

—¿Mi helado? —preguntó Harry perplejo.

Ella se inclinó hacia adelante y llevó la de la lengua a su mejilla, lamiendo su piel y fingiendo deleitarse con su sabor, tal y como él lo había hecho con su helado hacía apenas un instante.

—¡Por Dios! —dijo con un susurro entrecortado—. ______, mi amor...

Estaba a punto de explicarle que a una dama decente nunca se le ocurriría hacer esa clase de proposiciones, cuando la lengua de ella encontró su oreja, y él olvidó todo lo que quería decir. Aunque en realidad no quería decirle nada. ¿Qué hombre en su sano juicio querría que su esposa fuese una dama decente de puertas adentro? Harry sabía que muchos hombres tenían que vivir con esposas mojigatas que eran totalmente aburridas en la cama. Era una suerte que ______ hubiera llegado al matrimonio sin ideas preconcebidas respecto a lo que se consideraba apropiado. Sería un completo si le llenaba la cabeza con un montón de convenciones sociales.

Con sus hábiles dedos, Harry le desabrochó el canesú y le desató la camisa interior rápidamente. Sus pechos salieron como deliciosos melones inclinados sobre el borde de una cesta. «Ataca ya», pensó, mientras su ardiente mirada se posaba en los pezones. Tenían un color delicado, de fresa y nata...

Mientras él estaba absorto admirando sus abundantes formas, ______ alargaba las manos hacia atrás para coger el plato del postre. Con gran asombro, Harry la vio meter la delicada yema de uno de sus dedos en el helado que se derretía rápidamente y restregar el frío dulce sobre su pezón. Su carne de color rosa se puso rígida enseguida y pareció erguirse hacia su boca, deseosa de atenciones. Como si quisiese enseñarle lo que tenía en mente, ella se inclinó hacia delante de nuevo para lamer los labios de él.

Harry, que siempre se había enorgullecido de ser muy ágil, se levantó de la silla. No recordaba haber cubierto nunca una distancia tan rápidamente como lo hizo con aquella que se extendía entre la mesa y las puertas del comedor. Después de cerrarlas con llave para que nadie los molestara, regresó para complacer a su esposa, que en aquel instante estaba cubriendo de dulce su otro pecho.

Completamente excitado, pero intentando no demostrarlo, Harry volvió a sentarse en su silla y esperó a ver qué más tenía ella en mente. ______ alzó la vista con expresión de deseo. Mirándolo a los ojos, lamió cada uno de sus dedos hasta dejarlos limpios. A Harry se le encogió el estómago de pura excitación erótica, pero estaba disfrutando enormemente de aquel espectáculo y no quería ponerle fin tan pronto. Aún no.

Tal y como él esperaba, ______ le acercó sus pechos desnudos, provocándole con los pezones calientes, dulces y pegajosos, hasta que él no pudo resistir más la tentación y empezó a limpiarle el dulce con la lengua. La piel de sus pezones se puso dura de inmediato y pareció llenarse de agudos puntitos. La esposa le acarició el pelo con las manos y arqueó la espalda para hacer sus senos más accesibles. Harry lamió y chupó los sensibles puntos, sonriendo al oír sus quejumbrosos ruidillos de placer.

Los gemidos no tardaron en hacerse más fuertes. Buscando a tientas detrás de ella, él encontró el pañuelo que había desechado y cubrió con él la boca de ______. Como si supiera cuál era su propósito, ella lo cogió entre los dientes para silenciar sus gritos.

Sin tener que preocuparse más por los sonidos que ella pudiera hacer, Harry se concentró únicamente en complacer a su hembra. Mientras buscaba el pañuelo, su mano había tropezado con el plato de postre. Lo cogió en aquel momento y metió las yemas de los dedos en el helado derretido. Volvió a cubrir los pezones de ______ de dulce. Fresas con nata... Harry nunca había probado nada semejante. Era deliciosamente perverso, la clase de erotismo con el que soñaba todo hombre, pero que nunca lograba experimentar. Pero con ______, que felizmente ignoraba las convenciones, no había ninguna regla que acatar. Sólo se dejaba llevar por el placer.

Esto siempre le había parecido bien a Harry, pero nunca tanto como entonces. Oyó vagamente el ruido que hicieron los platos al apartarlos para que su esposa se tendiera sobre la mesa. Febrilmente, pero con torpeza, trató de quitarle la ropa. Faldas, enaguas, bragas, ligas, medias.

¡Jesús! Al recordar la mañana de su boda, cuando ella se encontraba sentada en el borde del rellano del primer piso y expuso su cuerpo a los ojos ávidos de Harry, deseó que en aquel momento llevara el mismo sencillo atuendo. Ahora que sabía lo deliciosa que era la combinación del helado con su dulce esposa, quería probar esa mezcla en otra parte del cuerpo femenino.

Cuando le quitó suficiente ropa para encontrar lo que estaba buscando, Harry dio un paso hacia atrás para observarla por un instante con sus ojos llenos de pasión. Los pliegues de su feminidad lo llamaban con su húmedo fulgor. El delicado color rosa de aquella carne le recordó las fresas una vez más... Las fresas, frutas que siempre requerían nata.

Sobre la arrugada servilleta, los enormes ojos azules de ______ buscaron su mirada. Harry sonrió lentamente. Ella había empezado aquel juego. Ahora él se proponía darle una nueva dimensión. Mientras el esposo metía las yemas de los dedos en el helado, la esposa pareció adivinar sus intenciones. Por lo visto, hasta ______ comprendía que esto era llevar las cosas demasiado lejos.

—Ah...

Sin muchas ganas, la joven trató de apartarse. No hubo indolencia alguna en la reacción de Harry para detenerla. Después de humedecer las yemas de sus dedos, encontró su centro ardiente y palpitante con hábil puntería. El pañuelo amortiguó su grito de sorpresa, mientras él untaba el helado sobre los sedosos pliegues. Todo su cuerpo se sacudió cuando él cogió entre sus dedos pulgar e índice la sensible y pequeña protuberancia que se encontraba allí oculta. Al retorcerla, Harry vio que la mujer cerraba los ojos. ______gimió desde lo más profundo de su pecho y levantó las caderas, a todas luces doblegada.

______, de postre. Era el final de comida más dulce que Harry había probado jamás. Si en el futuro a ella le parecía que él era más apetecible que la comida servida para la cena, con todo gusto se pondría a su disposición. Era lo menos que un esposo podía hacer por su dulce, dócil e insaciable esposa.

______... para ser una mujer tan pequeña, tenía una presencia enorme en la vida de Harry: llenaba sus días de risas, sus noches de sexo y sus sueños de imágenes hermosas.

The ______ Song (Harry Styles) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora