CAPÍTULO 33

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Un terrible dolor de cabeza y un jaleo tan fuerte como para levantar a los muertos de sus tumbas despertaron a Harry poco después del amanecer del día siguiente. Se oían voces chillonas. El alboroto le recordó la memorable ocasión en que ______ clavó sus dientes en el dedo de la señora Perkins. No era algo que pudiera ignorar fácilmente, con resaca o sin ella. Preguntándose qué clase de problemas estaría ocasionando su esposa en aquella ocasión, gruñó y se bajó de la cama.

Después de ponerse la ropa a toda prisa, Harry salió corriendo de la habitación principal para dirigirse al pasillo del primer piso y siguió los gritos hasta llegar al cuarto de los niños. Descalzo y con la camisa medio abierta, entró en la estancia, esperando ver combatientes retorciéndose en el suelo. En cambio, encontró a Maddy, tres criadas, Frederick el mayordomo y Henry, el criado encargado de tareas diversas, reunidos en torno a la cama de ______. Una de las criadas sostenía en sus brazos un montón de sábanas cuidadosamente dobladas.

—¿Qué diablos está pasando aquí? —gritó Harry.

Aparentemente sin saber qué decir, Maddy se volvió hacia él con las manos alzadas en señal de impotencia.

—Yvonne entró en la habitación con el fin de limpiar y cambiar las sábanas, como lo hace todas las mañanas.

—¿Y qué?

Metiéndose los faldones de la camisa en los pantalones, Harry atravesó el cuarto. Echó un amplio vistazo e hizo un balance de la situación. ______, que llevaba un camisón blanco casi transparente de mangas largas, parecía ser el foco de atención. Se encontraba sentada con las piernas cruzadas en el centro de su cama deshecha, con las torneadas piernas descubiertas hasta las rodillas y los brazos extendidos como si se estuviese protegiendo de los intrusos. Al mirarla, Harry pensó en una patinadora que acababa de caerse sobre el frágil hielo y que tenía miedo de que la gente allí reunida se abalanzase sobre ella con la intención de rescatarla, rompiera el hielo estrepitosamente y al final se hundieran todos en el agua helada.

Se frotó la cara con una mano y parpadeó, en parte para espantar el sueño, pero más que nada porque éste ya era un hábito nervioso. Maddy decía que parecía unOops cuando hacía eso. Pero, bueno, qué importaba.

Cuando su visión se despejó, ______ seguía sentada en el mismo lugar, y su postura expresaba con mayor claridad que las palabras que no quería que ellos se acercaran. Harry no podía deshacerse de la sensación de que estaba tratando de proteger algo. La pregunta era: ¿qué? ¿Un montón de ropa de cama arrugada?

—No entiendo nada. —Maddy pensaba en voz alta—. Ayer se levantó sin armar tanto lío —miró a Harry—. ¿Qué debo hacer?

Harry  tenía varias ideas, la primera de las cuales era prescindir de Frederick y Henry. No podía creer que Maddy hubiera permitido que dos hombres entraran allí mientras su esposa estaba vestida con tan poco recato. Sus pezones brillaban como dos pequeños faros que emitieran una luz de color rosado a través del camisón. Tenía la plena certeza de que, si él lo había notado, Frederick y Henry también lo habían hecho.

Señalando la salida con el dedo índice, gritó:

—¡Fuera de aquí!

Todos se sobresaltaron, menos ______. A Frederick se le salieron los ojos de las órbitas y su rostro se puso de un color rojo intenso. Henry, el menos inteligente de los dos, se rascó una oreja y clavó sus ojos azules en el patrón con una expresión inquisidora.

—Sólo hemos venido a ayudar, señor Styles.

—¡Fuera! —repitió Harry entre dientes. Empezó a sentirse como si su cabeza fuese un melón arrojado al duro cemento—. ¡Salid de aquí ahora mismo! Este es el dormitorio de mi esposa, ¡por el amor de Dios!

Las criadas, todas tan nerviosas como pajarillos, se apresuraron a salir de allí. Harry cogió a Yvonne, la portadora de las sábanas, del codo.

—¡Tú no!

Soltando un chillido de terror, la criada se quedó paralizada. Miraba a Harry como si tuviese cuernos. Como nunca le había alzado la voz a esa mujer, él no pudo menos que preguntarse por qué ella parecía tenerle miedo.

Soltó el brazo a Yvonne y esperó hasta que los dos hombres y las otras dos criadas salieron de la habitación. Sólo entonces se volvió de nuevo hacia ______. En el extremo superior de sus muslos esbeltos, un impreciso triángulo de tono oscuro se delineaba con claridad bajo el camisón. Sus piernas estaban cruzadas. ¡Se había sentado con las piernas cruzadas frente a dos hombres!

Lanzó una mirada hostil a Maddy.

—¿Podrías explicarme qué pasa aquí?

—Como le estaba diciendo, señor, por razones que no logro entender, hoy se niega a salir de la cama.

—¡No es eso lo que quiero saber! Es decir... —Harry se interrumpió. Después de mirar durante un segundo los ojos verdes y cándidos de su ama de llaves, soltó un gruñido y volvió a frotarse la cara con una mano, esforzándose por controlar su mal genio—. En el futuro, Maddy, te agradecería que no dejaras entrar a ningún hombre en el dormitorio de mi esposa, hasta que ella se encuentre vestida de una forma adecuada.

Finalmente Maddy pareció entender, y esto se reflejó en la expresión de su rostro.

—Ah. —Miró a ______ de soslayo—. Desde luego. Lo que pasó fue que... bueno, pues tuvimos que enfrentarnos a una situación muy delicada aquí, señor. Una emergencia, por así decirlo. Y yo...

—Un incendio es una emergencia. Un árbol que cae sobre la casa, eso es una emergencia. Pero... —señaló con la mano—, ¡esto no lo es! No me agrada que hayas permitido que esos hombres se la coman con los ojos. Ella podrá ser Oops, pero tú no lo eres.

—Sí. —Dos manchas de fuerte color rosa aparecieron en sus mejillas rellenas—. Ahora que lo menciona, puedo entender su preocupación. De verdad. Le pido perdón. No se me pasó por la cabeza. Como ella es tan ingenua, no se me ocurrió que... —Se interrumpió, poniéndose colorada hasta la raíz del pelo—. Bueno, Frederick y Henry son como parte de la familia.

La mirada de Harry se deslizó por la parte delantera del camisón de ______. A su juicio, la palabra ingenua no servía para describir la anatomía de su esposa. Tratando de encontrar una tranquilidad que seguía siéndole esquiva, Harry respiró hondo y soltó el aire despacio. Se estaba comportando como un marido posesivo y, además, su reacción había sido un tanto exagerada.

Dirigiendo todo el impacto de su mirada hostil hacia Yvonne, preguntó:

—¿Hay alguna razón para que tengas tanta prisa en cambiar las sábanas de mi esposa?

—No... No señor. Sólo que desde que ella llegó a esta casa he adoptado la costumbre de arreglar su habitación primero. Antes de subir el desayuno, quitar el polvo y todo lo demás.

Con fingida paciencia, Harry respondió.

—Bueno, pues como hoy mi esposa parece poco dispuesta a empezar el día, cambia tu rutina, Yvonne, y deja su habitación para el final. A lo mejor cuando regreses, ella mostrará más entusiasmo por salir de la cama. —Quiso mirar su reloj, pero cayó en la cuenta de que, con las prisas, no lo había cogido—. Es bastante temprano, ¿no es verdad? A mí no me agradaría mucho que me despertases a esta hora para cambiar las sábanas de mi cama.

La rubia Yvonne asintió con la cabeza e hizo una reverencia.

—Sí... sí, señor. Harry miró a Maddy.

—Si ______ quiere quedarse en cama un domingo por la mañana, no puedo más que aplaudir su buen juicio. Dejadla dormir, por el amor de Dios.

Tras decir estas palabras, regresó a la habitación principal con la intención de seguir el buen ejemplo de ______ y holgazanear el resto de la mañana. Después de todo, era domingo. Un hombre muy rara vez tenía la oportunidad de no hacer nada durante todo un día.

Acababa de desabotonarse la camisa cuando oyó que llamaban a la puerta con golpes fuertes. La inesperada visita hizo que sintiera un dolor que perforaba sus sienes e hiciera una mueca. Tras cruzar la habitación a grandes zancadas, abrió la puerta bruscamente.

The ______ Song (Harry Styles) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora