El ático estaba tan oscuro como una cueva. Con las ideas agolpándosele en la cabeza, Harry alzó la lámpara mientras se dirigía hacia el saloncito de ______. Esperaba encontrarla llorando, acurrucada en un rincón. Finalmente llegó y la vio sentada en la vieja mecedora. Tras mover la lámpara para iluminarle el rostro, lo observó detenidamente, intentando pensar en algo que pudiera decirle para tranquilizarla. Pero no había nada que pudiera consolarla. Ni una sola condenada palabra podría apaciguar la tormenta interior que se había desatado en ella.
Tras poner la lámpara en la tambaleante mesa del salón, se sentó en una de las sillas. Durante un largo rato, se quedaron mirándose fijamente a los ojos. Los de Harry reflejaban arrepentimiento, y los de ella ardían con el fuego de las acusaciones no expresadas. Mirando las cosas desde su punto de vista, Harry pudo entender lo que ______ estaba pensando: que él le había ocultado la verdad deliberadamente. Lo más lamentable de todo aquello era que nadie se había tomado siquiera la molestia de mentirle. Ni él, ni sus padres. No lo habían considerado necesario, pues todos ellos habían creído que estaban tratando con una . Posteriormente, cuando Harry se enteró de la verdad, la identidad del padre biológico del niño le pareció irrelevante. Harry consideraba en su fuero interno que él era el padre, y esto era todo lo que parecía importarle.
Con voz vibrante, Harry le explicó todo eso. ______ siguió mirándolo en medio de un acusador silencio. El marido suspiró, se frotó las manos, se apretó el entrecejo.
—Al principio, mi intención era permanecer casado contigo sólo hasta que el bebé naciera. Luego, pensaba divorciarme de ti y criar al niño como si fuese mío. Desde los primeros días, mucho antes de que empezara a amarte, ______, ya consideraba a ese bebé como mío. Cuando te dije eso, no estaba mintiendo, sólo te estaba diciendo las cosas como yo las veía. —En pocas palabras, le habló de las paperas que contrajo cuando tenía poco más de veinte años—. Desde entonces, he pensado que era estéril, que no podía tener hijos. Hace poco, el doctor Muir me dijo que podría estar equivocado, pero esto no viene al caso. La noche en que tu padre vino a contarme que estabas esperando un hijo de mi hermano, yo pensaba de todo corazón que nunca podría tener un hijo propio. Vi a tu hijo como la respuesta a mis oraciones. Era un niño que estaba emparentado conmigo y que yo podría criar como si fuese mío.
—¿Me ibas a robar a mi bebé? —______ tenía ahora una expresión de horror en el rostro. Harry gruñó.
—Yo no lo veía como un robo por aquel entonces. Tú eras... yo pensaba que tú eras incapaz de criar al niño, que eras una discapacitada mental. Cuando empecé a darme cuenta de que podías sentir cariño, que podías querer al bebé e incluso echarlo de menos, decidí permitir que te quedaras a vivir en Styles Hall.
—¿Y por eso me dejaste quedarme aquí? ¿Para poder compartir al bebé?
—¡No! —Harry se frotó la cara con una mano—. No... Eso fue al principio, ______. Sólo al principio. Luego, empecé a enamorarme de ti. Todo cambió después... Todo... —Soltó una carcajada nerviosa e hizo señas con una mano—. Hasta el punto de que ahora estoy dejando que Bart se marche contigo lejos de aquí. Si él fuese todo lo que me importara, ¿crees realmente que lo permitiría?
Ella se mordió el labio inferior y dirigió la mirada hacia las vigas del techo.
—Yo creo que me estás mandando a esa escuela porque te avergüenzas de mí, porque no quieres que siga a tu lado mientras no deje de comportarme como una.
—No, ______. —Harry se levantó enseguida de la silla y atravesó la habitación para acercarse a ella. Se agachó, apoyándose en una rodilla, la cogió de los hombros. Los ojos de ella le parecieron de terciopelo—. No te estoy mandando a la escuela porque me avergüence de ti. Te amo con todo mi corazón, y estaría orgulloso de ir a todas partes contigo aferrada a mi brazo. ¡Tal y como eres! ¿Avergonzarme yo? —Negó con la cabeza—. Nunca, ni en un millón de años. Lo que pasa es que te has perdido muchas cosas en la vida. Cosas divertidas. Cosas maravillosas. Porque te amo tanto, quiero que tengas una oportunidad de hacerlas, y eso no es posible aquí. Eso es todo.
—¿Estás seguro? —preguntó ella con los labios trémulos.
—Ay, cariño, sí, desde luego que estoy seguro.
Sin que Harry se diera cuenta siquiera de lo que estaba haciendo, la besó apasionadamente. Un instante después, ella se derritió en sus brazos. Dentro de la cabeza de Harry su pulso sonaba como un redoble de tambor. No lo hagas. No lo hagas, parecía decirle. Pero Harry ya no oía advertencias. Ya no le importaba ser cauto. Con tantas otras emociones asediándolo, la remota posibilidad de un embarazo ni siquiera se le pasaba por la cabeza.
______... tirando de ella, hizo que se levantara. El sentía como si tuviera el mismísimo cielo entre los brazos. Recorrió el cuerpo de ______ con sus manos, familiarizándose con su forma, que había cambiado desde el parto. Una cintura delgada. Caderas ligeramente acampanadas. Dios santo, quería abrazarla hasta dejarla sin aliento. Llevó las manos a sus pechos, amasándolos, deleitándose con su calor. Al sentir estas caricias, ella gimió dentro de su boca. Este sonido, lleno de deseo, lo alejó de todo pensamiento racional.
Harry le desabrochó torpemente los botones del canesú. Mientras la tela caía, él se abalanzó sobre los cordones de su camisa interior. Piel suave y cálida. Pezones erguidos, buscando ansiosamente las caricias de sus dedos. La boca del hombre se trasladó al cuello, y luego bajó aún más. Ella arqueó la espalda ofreciéndose a él. Harry no necesitó invitación alguna.
Mientras se llevaba un pezón a la boca, la dulzura de su leche se le derramó sobre la lengua. Rodeando su cintura con las manos, la levantó ligeramente, chupando con vehemencia un pezón, y luego el otro, excitándolos con sus dientes y su lengua. Ella dejó escapar un aullido largo y grave que se fue apagando hasta convertirse en un gemido.
Harry le quitó la ropa como quien pela una fruta exquisita. Los labios seguían la estela que dejaban las manos para saborear cada centímetro de su cuerpo en el instante mismo en que lo destapaba. Cuando la desnudó por completo, se quedó adorándola con la mirada durante un momento. Cuando estaba embarazada, a él le pareció hermosa de una manera que no podría describir con palabras. Pero ahora... Era el sueño de todo hombre, con sus pechos turgentes con de color rosa, su delgada cintura, sus generosas caderas y sus piernas largas y torneadas. Hasta el último centímetro de su cuerpo era perfecto. Era tan bella que casi tenía miedo de tocarla y a la vez tan tentadora que no podía resistirse. La deseaba, tenía que poseerla, y... al diablo con todos los motivos que tenía para no hacerlo.
Harry le hizo apoyar la espalda en la mecedora, se abrió la bragueta de un tirón y enterró el miembro en la ardiente humedad de su sexo. ______ rodeó su cintura con las piernas, yendo a su encuentro con cada embestida. El movimiento de la mecedora aceleró su ritmo. Cric crac, cric crac, cric crac. Harry era vagamente consciente de este sonido, pero, por alguna razón, ya no le crispaba los nervios.
Un tiempo después, recobró la razón y se dio cuenta de que estaba tendido en el suelo del ático, con su preciosa esposa desnuda tumbada sobre él y la cara apretada contra su cuello. Cuando salió de la somnolencia y se aclaró la vista, se encontró mirando fijamente un par de ojitos redondos y brillantes. Un ratón estaba sentado en el delgado hombro de ______. Harry parpadeó, pero enseguida sonrió y acarició a la diminuta criatura con la yema de un dedo.
Qué locura. ¡Habían hecho el amor en un ático infestado de ratones! Cerró los ojos. No le importaba enloquecer mientras la mujer que estrechaba entre sus brazos estuviese con él.
Tres semanas. Podría estrecharla y amarla durante tres semanas más. Tenía la intención de sacar el mejor provecho posible de cada segundo junto a ella. Había hablado con el doctor Muir acerca de las maneras de evitar que ______ se quedara embarazada, y tomaría todas las precauciones necesarias. Pero no dejaría de amarla. Tanto como pudiera, todo el tiempo que fuese posible.
Tres semanas más... Después, su esposa y su hijo se marcharían, y sus brazos quedarían vacíos.
Como su vida.