Andaba últimamente atribulado por lo que acababa de descubrir, Harry hizo una visita a los padres de ______ a la mañana siguiente. Después de que lo hicieran pasar al salón, se sentó en un sillón de orejas cerca de la chimenea, para quedar frente a Edie y James, quienes se encontraban sentados en el sofá de crin de caballo. Sin saber muy bien ni cómo ni por dónde empezar, Harry apretó los puños y observó atentamente la alfombrilla con estampados de rosas, para intentar poner en orden sus ideas, lo que en aquel momento parecía una misión casi imposible.
Al final, decidió que contárselo todo sin rodeos era lo mejor que podía hacer. Y les narró los acontecimientos de la noche anterior. Terminó su relato diciendo:
—Después de ver cómo _______ se comunicaba con mi ama de llaves, estoy convencido de que ella puede ser mucho más inteligente de lo que todos nosotros pensábamos.
Al oír estas palabras, Edie se puso tan blanca como una hoja de papel. Después de un momento de silencio que pareció retumbar en los tímpanos de Harry, estalló.
—Tonterías. Nuestra hija sufrió una fiebre muy alta que la convirtió en una discapacitada mental, señor Styles. ¡Ya le hemos explicado eso detenidamente!
—Y es muy posible que ustedes tengan toda la razón. Pero la pregunta es: ¿en qué medida es grave su discapacidad mental? ¿Alguna vez han tratado de averiguarlo? La chica es capaz de razonar, de manejar conceptos, señora Trimble; no es unaOops. —Se deslizó hasta el borde de la silla e hizo un gesto de cansancio—. James, tú eres un hombre educado. Seguramente entiendes lo que estoy diciendo. Tu hija puede observar la relación entre dos acontecimientos que aparentemente no están relacionados entre sí. Si ella fuese tan débil mental como creéis, ¿podría hacerlo?
Edie se levantó como un resorte.
—Los dos entendemos lo que está usted diciendo. Simplemente no estamos de acuerdo.
—No es mi intención culpar a nadie —les aseguró Harry en un tono más tranquilizador—. Por favor, no me malinterpretéis. Sólo estoy diciendo que es posible que el mal de ______ no sea tan grave como pensábamos. Quisiera llevarla a Portland. Hacer que le hagan algunos exámenes. Allí hay médicos excelentes que podrían...
—¡No! —Gritó Edie con voz aguda, y lanzó una mirada de resentimiento a su esposo—. ¡Temía que esto pasara! Te rogué que la mandaras a otro pueblo hasta que naciera el bebé. ¡Ahora mira lo que está pasando! ¡Quiere que le hagan unos reconocimientos!
Dijo la palabra reconocimientos como si se tratase de una vulgaridad. Harry soltó un suspiro:
—Sólo un examen de rutina, señora Trimble. Nada exhaustivo. ¿Qué podemos perder?
—¿Qué podemos perder? —preguntó ella fríamente—. Ése es sólo el comienzo. Luego querrá usted que ______ se quede en Styles Hall y no le permitirá venir nunca a casa.
James alargó el brazo para sujetar firmemente su mano.
—Venga, Edie. Harry no ha dicho tal cosa. Te estás precipitando al sacar conclusiones. ¿No es verdad, Harry?
Una sensación asfixiante se adueñó del pecho de Harry.
—Bueno, James, la verdad es que me gustaría hablar contigo acerca de...
—¡Lo sabía! —Edie soltó su mano de un tirón. Fulminó a Harry con la mirada—. ¡Usted nos dio su palabra, señor! Dijo que era un acuerdo temporal. Sólo de nombre. ¡Usted lo prometió!
Harry se frotó la cara con una mano.
—Dije eso antes de que me diera cuenta...
—¿Antes de que se diera cuenta de qué? —preguntó ella—. ¿Cómo se atreve? Tiene a la chica durante tres cortos días, ¿y ya cree que la conoce mejor que su propia madre? ¿Acaso está pensando hacer que ese matrimonio sea permanente? ¡Cómo se atreve!
—Sólo quiero lo mejor para ______. —Harry se esforzaba para hablar en voz baja—. Si ella no es tan retrasada como usted cree, Edie, imagine cuánto sufrirá si llego a separarla de su bebé.
—¿Qué es lo mejor para______? —La mujer dejó escapar una carcajada de amargura—. ¿Quiere que prediga lo que pasará si sigue con esta locura, señor Styles? Cuando ya sea demasiado tarde, usted descubrirá que yo tengo razón, que nuestra hija, efectivamente, es una Oops. Y al final tomará el camino más fácil y la internará en uno de esos horribles sanatorios. La encerrarán en un cuarto y cuidaran de ella como si fuese un animal. He pasado catorce años haciendo todo lo posible por impedir que eso suceda.
—Yo nunca internaría a ______ en un sanatorio.
—¿Está seguro? Usted es un hombre joven y atractivo. Algún día conocerá a una joven normal, con quien le gustaría casarse. ¿Qué pasará con ______ entonces?
—Nunca he faltado a mi palabra, jamás, en toda mi vida —contestó Harry—. De ninguna manera empezaré a hacerlo con mis votos matrimoniales. ______siempre tendrá un hogar en Styles Hall.
—Está usted faltando a su palabra en este preciso instante —respondió ella—. Prometió devolverme a mi hija, y ahora está vacilando.
—James. —Harry presentaba claros síntomas de cansancio—. Hazla entrar en razón. Por favor. Si hay alguna oportunidad, aunque sea mínima, de que ______ pueda ser educada, ¿cómo podemos pasarla por alto? ¿Qué daño podrían hacerle unos pocos exámenes médicos?
El juez evitó mirar a Harrydirectamente a los ojos.
—¿Realmente crees que no someteríamos a nuestra hija a esos reconocimientos si creyéramos, aunque sólo fuera por un instante, que hay alguna esperanza? Eres tú quien debe entrar en razón, Harry. Edie es la madre de ______. Ha cuidado de la chica desde que era un bebé recién nacido. ¿Quién puede saber mejor que ella lo grave que es la discapacidad de la niña?
En circunstancias normales, Harry no habría podido discutir aquello. Pero dada la franqueza con que el juez le había hablado en una ocasión anterior, él sabía que había muchas más cosas en juego de lo que a simple vista parecía. Una locura, hereditaria. Palabras muy desagradables, que constituían el mayor temor de los Trimble. Un temor tan agobiante que, por razones diferentes, ninguno de los dos podía reconocerlo. James debido a su carrera, y Edie por el sentimiento de culpa.
Si examinaban a ______... si se descubría que su desorden mental se debía a una locura hereditaria y no a los efectos de una fiebre muy alta, ellos temían tener que pagarlo muy caro: Edie en su matrimonio, por los engaños de los que se había valido hacía treinta años; el juez, perdiendo su credibilidad política. En lugar de correr ese riesgo, mantuvieron a ______, su vergonzoso secreto, oculta del mundo.
—Podríamos mantener en secreto el viaje a Portland —dijo Harry—. Nadie tiene por qué saber que un médico la ha examinado.
—No daré mi autorización para que la sometan a ningún examen —dijo James con firmeza.
Harry no necesitaba la autorización del padre, y los Trimble lo sabían. Sin embargo, no creyó que fuera prudente recalcarlo.
—Entiendo.
—Por favor, ten la certeza de que queremos a nuestra hija —agregó James.
Con una expresión adusta en el rostro, Harry observó a aquel hombre, a quien alguna vez había admirado tanto. Si creía querer a su hija, entonces debía darle a la palabra amor una definición completamente diferente de la de Harry. No sólo por su renuencia a dejar que examinaran a la joven, sino también por todo lo que había pasado antes: la insulsa ceremonia de la boda, la fiesta en el jardín que tuvo prioridad sobre las necesidades de ______ y muchas otras cosas que Harry no pudo recordar en ese momento. ¿Amor? Que Trimble siquiera se atreviese a usar esta palabra era una farsa.
—Si creyéramos que los exámenes podrían revelar algo nuevo, fuese lo que fuese —prosiguió James—, habríamos llevado a ______ a Portland hace muchos años.
Silencio. Un silencio palpable y acusador. En aquel momento, Harry supo que los Trimble se opondrían hasta el fin de sus días a permitir que los médicos vieran a ______. Si les llevaba la contraria, las cosas se pondrían feas. Muy feas.