Aquella noche ______ esperaba que le sirvieran la cena en la habitación de los niños, como de costumbre. Pero, en lugar de eso, Maddy la llevó a la planta baja y luego al comedor. Si bien ______ nunca había estado en esa habitación sentada frente a una comida, entraba allí con Maddy innumerables veces a lo largo del día. Su ambiente acogedor y su tono amarillo radiante siempre le habían atraído, posiblemente porque el color le recordaba la sensación de estar al aire libre, lo cual ella echaba muchísimo de menos. Una chimenea de piedra se extendía de un extremo a otro de una de las paredes. Su simplicidad armonizaba con la decoración. En lugar de encaje irlandés, el aparador exhibía un sencillo pañuelo bordado con un encaje de lanzadera a su alrededor. Sobre él había una gran variedad de porcelanas con dibujos de rosas, prácticos utensilios de servir y una tetera, visiblemente antigua, con borde dorado.
A pesar de su gran tamaño, en la habitación se respiraba un ambiente cálido, que llenaba la mente de ______ de imágenes de fuegos vivaces en las frías noches de invierno y de una familia unida congregada en torno a una abundante cena. Harry se había recostado en la silla que se encontraba en el extremo opuesto de la larga mesa. Su pelo resplandecía bajo la luz de una araña de cristal, el único detalle algo lujoso y de relativa elegancia en aquella habitación. Con un brazo sobre el respaldo de la silla y cruzado de piernas, el dueño de la casa parecía estar algo aburrido y muy impaciente. Cuando la vio entrar en la habitación, se levantó de inmediato. Tras rodear la mesa, le tendió su enorme mano.
En armonía con la habitación, él llevaba ropa bastante cómoda: una camisa de seda de cuello en pico y del color de la crema fresca, y pantalones de montar marrones, metidos dentro de sus botas altas de color ocre oscuro. Mientras él se acercaba, ______ aprovechó el momento para observarlo detenidamente, advirtiendo una vez más que no se parecía en absoluto a su padre ni a los demás hombres que había visto en su casa. En lugar de los volantes, los alfileres de corbata con piedras preciosas y las vistosas cadenas de reloj de bolsillo que tanto les gustaban a esos caballeros, él llevaba un cinturón con una hebilla dorada, sin ornamentos, y una cadena de reloj de bolsillo bastante sencilla, metida dentro de una de las presillas para el cinturón. No vestía elegantes chalecos de seda. No exhibía centelleantes anillos. Nada de perfumes con olores raros.
Cuando ______ veía a Harry, se acordaba de la luz del sol y del aire fresco, no de aquellos salones con pesadas cortinas cubriendo las ventanas, que ella tanto despreciaba. El pelo enrulado le caía sobre la frente en forma de pequeñas ondas iluminadas por los reflejos que le había hecho el sol, y siempre parecía ligeramente despeinado, como si el viento se lo hubiese agitado recientemente. El cuello de su camisa estaba abierto, dejando ver la dorada superficie de su pecho. Incluso andaba como si estuviese al aire libre, con ademán despreocupado, pasos largos y ágiles, y los brazos ligeramente doblados y balanceándose armónicamente a los costados.
Tras detenerse frente a ella, la cogió de la mano y la llevó a la mesa, sacando la silla que se encontraba a su izquierda. Cayó en la cuenta de que habían puesto la mesa para dos personas, y lo miró con expresión de terror en los ojos. En casa de sus padres nunca le habían permitido cenar en el comedor.
—Creo que toda mujer debe cenar con su marido. ¿No crees?
______ sintió como si el suelo hubiese desaparecido debajo de sus pies. Se quedó mirándolo fijamente con horrorizado asombro, convencida de que seguramente había leído mal sus palabras. La expresión de enfado de su rostro le decía otra cosa. Era evidente que había hablado sin pensar y que hubiera preferido no haberle dado esa información a ______.
Cogiéndola de los hombros con delicadeza, la hizo sentarse y luego se inclinó para darle un tierno beso en el pelo. Puesto que se encontraba sentada de lado, el brazo izquierdo de _______ estaba junto a la mesa y, en medio de su turbación, le dio un codazo a su taza de té, sin querer. Harry extendió rápidamente la mano para impedir que la porcelana se rompiera. Había arqueado las cejas a manera de irónico signo de interrogación. Era evidente que había decidido que la mejor forma de manejar aquella situación era haciendo una broma al respecto.