Al recordar la fuerza de sus manos, ella tragó saliva con nerviosa consternación. Si él decidía obligarla... Una terrible sensación de dolor se concentró en su pecho, recordándole la ocasión en que tragó sin querer un bocado de manzana sin masticar. Se le llenaron los ojos de lágrimas que le hicieron escocer los ojos y parpadeó con furia para intentar ahuyentarlas.
El rostro de Harry se puso rígido. Un músculo de su mandíbula se tensaba y relajaba alternativamente mientras apretaba los dientes. Rehuyendo sus ojos de manera deliberada, insistió.
—Nada de tonterías, jovencita. No soy la clase de hombre que se conmueve con facilidad al ver lágrimas. Vas a comer. Podemos hacerlo de la manera fácil o de la manera difícil. Eso depende totalmente de ti.
Con la vana esperanza de hacerle cambiar de opinión, tal y como lo había hecho con Maddy, ______ empezó a hinchar las mejillas. En el instante mismo en que ella hizo esto, él negó con la cabeza y tiró el tenedor en el plato. Ante este brusco movimiento, la chica se levantó sobresaltada y enseguida se agachó, por si Harry tuviera la intención de darle un sopapo, como su madre solía hacer. Inmóvil y con la mano suspendida en el aire, él la miró fijamente durante un instante. Luego, apenas moviendo los labios, de una manera que indicaba que quizá estuviese susurrando, creyó ver que decía una palabra que ella nunca antes había visto ni oído a nadie. Frunció el ceño en señal de perplejidad.
Al ver la expresión de su rostro, él gruñó. Luego, se pasó una mano por la cara y parpadeó para volver a fijar la vista en ella. ______ tenía la desagradable sensación de que él la veía como un problema sumamente engorroso y que deseaba de todo corazón que desapareciese milagrosamente. Querría poder complacerlo y, cuando él dejase de parpadear, ya no estar allí.
Después de respirar hondo, él dijo muy despacio y de manera sucinta:
—______, cariño, tú no estás gorda.
Si no estaba gorda, entonces, ¿cómo llamaba él a aquel estado? Su vientre aún no estaba extraordinariamente grande, pero, al ritmo que estaba creciendo, no tardaría en estarlo. Al comienzo de la época de las mariposas, al bajar la vista entre sus pechos, ella podía verse los dedos del pie. Ahora todo lo que veía era su vientre. Y lo que era aún peor, sus vestidos parecían ensuciarse siempre en ese lugar. No era de extrañar que sus padres ya no la quisieran.
—Tienes que comer, cariño. —Le había cambiado la expresión del rostro: dejó a un lado la severidad para volverse zalamero—. ¿No lo harías por mí? No quiero obligarte a comer, y estoy seguro de que tú tampoco quieres que yo haga eso.
Se inclinó para acercarse aún más a ella y, para sorpresa de ______, puso una mano sobre su mejilla. Su mano era tan grande y tan maravillosamente cálida que la muchacha sintió una fuerte tentación de ocultar la cabeza allí para que él no la viera llorar. A aquel paso, él iba a pensar que no era más que una niña grande y llorona, y, por razones que ella no alcanzaba a entender en aquel momento, no quería que aquel hombre pensara eso.
—Escúchame bien. Tú no estás gorda. —Sonriendo ligeramente, él repitió las últimas palabras—: ¡No estás gorda! —Tras decir esto, apartó el plato de un empujón y alargó la mano para coger el bloc de dibujo—. Quería evitar esto, pero al parecer no me queda más remedio. Préstame mucha atención, ¿vale? Sólo tardaré un instante.
Cuando él empezó a dibujar, una profunda arruga surcó su frente. Curiosa, a su pesar, ______ se secó las húmedas mejillas y se puso derecha en su asiento para poder ver. Aunque siempre lo había hecho en secreto, le encantaba dibujar. Harry parecía estar haciendo la figura de cuerpo entero de una mujer vista de perfil.
Mientras lo veía dibujar, ______ percibió con el rabillo del ojo un movimiento de sus labios. Alzó la vista a tiempo para verlo terminar la frase con estas palabras:
—Me temo que no lo hago muy bien.
Ella estaba de acuerdo. Definitivamente, el hombretón no tenía dotes artísticas. La mujer que estaba dibujando tenía una cabeza que más bien parecía una bola deforme, y su pelo, un puñado de gusanos retorcidos. Y la cosa no hacía más que empeorar. Su nariz era como el pico de un pájaro y los brazos parecían cuerdas muy gruesas, con extremos deshilachados en lugar de dedos. No era solamente un dibujo muy malo, era un dibujo horrible.
Dado que su madre no le permitía emitir sonido alguno desde hacía muchos años, a ______ rara vez le daban ganas de reír. Pero éste era uno de esos raros momentos. Harry parecía muy serio haciendo aquel dibujo, con el ceño fruncido y los dientes clavados en su labio inferior en señal de concentración. Era evidente que estaba haciendo un gran esfuerzo para que le saliera bien. Pero, a pesar de que intentó mejorar el dibujo, éste no dejó de ser el peor que ella jamás hubiera visto.
Tuvo que contener la respiración para reprimir la risita de cómico espanto que intentaba subir por su garganta. El alzó la vista en aquel preciso instante, y por un momento pareció olvidar todo lo relacionado con el dibujo. Llenos de preguntas, sus ojos buscaron los de la chica. ______ tuvo la sensación de que él se había dado cuenta de que ella estaba a punto de soltar una carcajada. Esto no pareció molestarlo, sólo confundirlo. Y preocuparle.
En aquel momento, ______ tuvo una sensación muy extraña. Era como si él, en lugar de mirarla simplemente, le estuviese viendo el alma; como si pudiera ver en sus ojos cosas que otros nunca habían descubierto y que probablemente nunca percibiesen. Se intensificó la sensación de opresión en su pecho. No pudo apartar la vista de los ojos del hombre, no pudo moverse para romper la tensión.
Finalmente, él pareció lograr deshacerse de aquello que le estaba preocupando, fuese lo que fuese, y empezó a dibujar de nuevo. Esta vez le puso un enorme vientre a la mujer. Bajo la mesa, ______ se tocó la cintura con una mano. ¿La estaba dibujando a ella? Como si hubiese advertido su reacción, él volvió a alzar la vista. Las comisuras de la boca le temblaban ligeramente.
—Ya sé que no es un dibujo muy logrado, pero espera un momento.
¿Logrado? Ésta era una palabra que ella no conocía. Desconcertada, volvió a dirigir su mirada hacia el dibujo.
Harry le dio los últimos toques. Luego, se puso cómodo para observar su obra. Aparentemente satisfecho, le enseñó el bloc para que ella también pudiera verla. Para su total sorpresa, advirtió que dentro del sobresaliente abdomen de la mujer él había dibujado un bebé, reconocible como tal sólo por su gorrito de volantes, su traje y sus patucos. Ella se quedó mirándolo durante unos interminables segundos.
—Bebé —dijo él excesivamente despacio, dándole golpecitos al dibujo mientras hablaba. Señalando el plato de comida, y luego la línea que representaba la boca del niño, agregó—: Tienes que comer. Para alimentar al bebé. ¿Entiendes, ______? No estás engordando. Hay un bebé creciendo dentro de ti.
Mirándolo fijamente, con una expresión de aturdido asombro, ______ rodeó su cintura con los brazos. La incredulidad debió de reflejarse en sus ojos. Como si se sintiera intolerablemente frustrado, él tiró el lápiz sobre la mesa.
—Maddy, inténtalo tú. Ella no me entiende.
Maddy se levantó de la cama y se acercó a la mesa. Fingiendo sostener a un bebé en sus brazos, empezó a mecerlo con una sonrisa de oreja a oreja. Luego, señaló la cintura de ______.
—Un pequeñín, chiquilla. ¿No te parece todo un milagro? Tu propio bebé. Pero debes comer para que crezca sano y fuerte como un roble.
______ entendía todo eso. El problema era que no podía creerlo. ¿Un bebé? ¿Le estaban diciendo en serio que tenía un bebé dentro de su cuerpo? Bajó la vista para mirarse el vientre.