Harry entró en su dormitorio, cerró la puerta y durante un momento apoyó la espalda contra el panel de madera con los ojos cerrados... ______... en aquel momento más que en ningún otro, ansiaba estrecharla entre sus brazos. Reprimiendo el deseo de ir a la habitación de los niños, imaginó su sonrisa, la forma tan dulce en que su boca describía una ligera curva ascendente; los hoyuelos que se hacían en sus mejillas; sus ojos preciosos, tan tiernamente azules y profundamente cándidos. Imaginársela hizo que se sintiera menos vacío por dentro.
Llevándose los magullados nudillos a la boca, Harry recordó una vez más lo gratificante que fue para él darle a su hermano puñetazos en la cara. El primer golpe marcó el final del compromiso que había durado toda una vida, y en aquel momento se sintió extrañamente liberado. Estaba triste, desde luego. Y se sentía vacío. Pero libre, sin lugar a dudas. Por primera vez desde la muerte de su padre, la responsabilidad para con su hermano había llegado a su fin.
Alejándose de la puerta, Harry se dirigió despacio hacia su cama, con la mirada fija en la ventana y en las ramas del sauce que se mecían detrás del cristal bañado de plata por la luz de la luna. Las hojas, aplastadas contra la ventana por el viento de la noche, hacían espeluznantes sonidos, semejantes a los que producían las uñas al rozar una pizarra. Sonidos. Desde que conoció a ______, Harry se había vuelto sumamente consciente de todo lo que oía, y a menudo se encontraba a sí mismo intentando percibir el mundo como ella debía de hacerlo. Las hojas rozando el cristal, los pájaros en los árboles, el viento soplando; y todo ello sin sonido alguno. A pesar de sus esfuerzos, le parecía difícil imaginar el silencio absoluto. Ella se estaba perdiendo muchas cosas. Muchísimas.
Suspiró, se dejó caer en el borde de la cama y se inclinó para quitarse las botas. De repente, oyó un trémulo chillido detrás de él y por un momento pensó que provenía de la rama del árbol. Luego, se quedó paralizado. Sintiendo un picor en toda la piel, volvió la cabeza para mirar por encima de su hombro.
Bajo las mantas había un bulto. Un bulto tembloroso. Olvidándose de las botas, volvió todo su cuerpo, apoyando una pierna doblada sobre el colchón. Mientras alzaba el cobertor, oyó unos jadeos ahogados.
—______ —susurró con incredulidad.
Tras soltar un débil gruñido, ella salió disparada hacia él, como un proyectil lanzado por un cañón, enseñándole los dientes y las uñas. Harry se quedó tan sorprendido que no pudo reaccionar antes de que ella lograra arañarle la mandíbula.
—¡______!
Él esquivaba sus golpes al tiempo que intentaba cogerla de las muñecas. Cuando finalmente logró apresar sus manos, ella soltó un gemido de terror. Sacando provecho de su fuerza y su peso, la sujetó contra la cama, inmovilizándole los brazos sobre la cabeza, y con un muslo doblado hizo lo mismo con sus inquietas piernas. Ella arqueó la espalda. Sus pulmones silbaban por falta de aire, mientras luchaba inútilmente por liberarse.
—______, cariño, soy yo. —Harry se echó levemente hacia atrás para que su cara quedara encima de la de ______—. Soy yo, tesoro.
Bajo la luz de la luna, sus ojos parecían esferas enormes y luminosas, y sus largas pestañas proyectaban sombras sobre las mejillas. Sin poder moverse, alzó la vista hacia él. La expresión de su rostro pasó lentamente del pánico al alivio. Tras soltar un sollozo entrecortado, ______ relajó al fin completamente los músculos.
Harry le soltó los brazos y la estrechó contra su pecho. Como una niña aterrorizada, ella abrazó su cuello y se aferró a él. Todo su cuerpo empezó a tener convulsiones con sus sollozos, y al cabo de unos instantes los espasmos se convirtieron en un espantoso temblor. Muy afectado, él apretó la cara contra su pelo, que despedía un olor dulce. Sabía, sin necesidad de preguntar, que ella había visto a Douglas en el recibidor. Había ido a su dormitorio buscando protección, pero no lo encontró allí.
Cuidando de no hacerle daño, Harry se puso boca arriba, y llevó a ______ encima de él, sin soltarla ni un instante. Sólo podía imaginar el miedo que debió de sentir. Douglas, el hombre que la había violado, estaba dentro de la casa. La vergüenza hizo que se le encogiera el estómago. Él tenía la culpa de todo. Sosteniendo la nuca de la mujer con una mano, le dio un beso en la sien.
Olvidando momentáneamente que ella no podía oírle, susurró con voz ronca.
—Ay, ______, perdóname. Lo siento. Lo siento mucho.
Su cuerpo no dejaba de temblar. Al pasar una mano por su espalda, sintió el frío filtrándose por su camisón de franela. Dado que se había escondido bajo las mantas, él sabía que en realidad ella no podía tener frío. No obstante, era innegable que estaba helada. A juzgar por la manera en que temblaba, estaba congelada hasta los huesos.
Se separó ligeramente para poder mirar a su esposa a la cara.
—Tranquila, ______. Ya se ha marchado.
Ella asintió rápidamente con la cabeza y cerró los ojos, apretándolos con fuerza. Harry empezó a acariciar enérgicamente su espalda y sus caderas para intentar restablecer su circulación de la única manera en que sabía hacerlo. A pesar de esto, los dientes de ella siguieron castañeteando. Cuando pasaron unos cuantos minutos y vio que no dejaba de temblar, empezó a alarmarse.
—Lo que necesitas, jovencita, es meterte en una bañera llena de agua caliente, y un poco de ese café irlandés que prepara Maddy.
Ella se aferró con más fuerza a los hombros de Harry cuando él empezó a moverse.
—______... —Poniéndose de lado, Harry rozó con las yemas de los dedos una de las mejillas de la joven y esbozó una sonrisa forzada—. Sólo voy a bajar un momento para traer agua caliente. Volveré antes de que hayas terminado de contar hasta... —Estuvo a punto de decir «cien», pero se contuvo—. Antes de que hayas terminado de contar hasta cuarenta. Aquí no corres peligro, te lo juro. ¿Acaso te he mentido alguna vez?
Ella negó levemente con la cabeza y le soltó el cuello. La expresión de su rostro le partió el alma, y tuvo que besarla con toda la delicadeza del mundo.
—Así me gusta. Vuelvo enseguida. Quédate aquí. No te quites las mantas, ¿vale?
Una vez más, su única respuesta fue un movimiento de cabeza. Harry se bajó de la cama. No le gustaba dejarla allí. Sin embargo, cuando se volvió para mirarla, el temblor del cobertor lo convenció de que no tenía otra alternativa.
Unos pocos minutos después, cuando regresó al dormitorio, traía dos cubos de casi veinte litros llenos de agua caliente. Después de llevarlos al servicio, encendió las lámparas y emprendió la tarea de prepararle un baño. Tras llenar una parte de la bañera con el agua fría del grifo, añadió el agua caliente de los cubos y probó la temperatura con la muñeca.
Cuando volvió a la cama, apartó el cobertor de la cara de ______.
—Levántate. Vamos a meterte en la bañera.
Con los dientes castañeteándole y su pequeño cuerpo temblando, ella logró incorporarse y llevar sus esbeltas piernas a un lado del colchón. Harry la ayudó a ponerse en pie y caminar hacia el cuarto de baño. Temiendo que ella pensara que él quería desnudarla, se inclinó ligeramente para que ______ pudiera leerle los labios mientras le explicaba:
—Mientras te desvistes y te das un buen baño caliente, yo iré a la cocina a hacer un poco de café irlandés. Usaré la receta especial de Maddy, que estoy seguro de que te calentará hasta la médula de los huesos.
Sentada en el borde de la bañera, la muchacha trató de desabrochar los pequeños botones del canesú de su camisón, pero sus manos y su cuerpo aún estaban temblando tanto, que los dedos no pudieron alcanzar su blanco. Harry le apartó el pelo de los hombros y se hizo cargo de esa tarea. Su inquietud aumentaba con cada botón que lograba soltar. Recordaba haber visto antes a dos individuos en estado de shock, y los dos temblaban de manera violenta. ¿Era tan fuerte el terror que Douglas le inspiraba a _______ que ella estaba en estado de shock?
Harry no lo sabía. Sólo sabía que ella le pareció terriblemente frágil en aquel momento, con su vientre hinchado y todo. Sus delgadas manitas surcadas de huesos delicados. Sus hombros estrechos. Sus brazos, que él podía rodear con la mano. Quería estrecharla entre sus brazos y darle el calor de su cuerpo. Abrazarla hasta que todos los recuerdos de Douglas salieran de su cabeza.