Al sentir los labios de Harry rozando su cuello, ______ echó la cabeza hacia atrás y gimió débilmente, apoyada en su pecho. El hombre llevó la mano que tenía libre al canesú de su vestido. La tentadora blandura de uno de los senos llenó la palma de su mano. Evidentemente excitada, ella empezó a respirar de manera ruidosa y acelerada, emitiendo ruidos que evocaban a los gemidos. Lo que faltaba para enloquecer a Harry. De manera estudiada, rozó con un dedo la de su pecho, deleitándose con el inmediato endurecimiento de su pezón. Pero había demasiadas capas de ropa. El ardía en deseos de sentir la sedosa calidez de su piel.
Los botones de su canesú eran demasiado pequeños. Torpemente, Harry intentó desabrocharlos, logrando soltar uno, luego dos, pero su prisa era cada vez mayor. En el fondo de su mente, seguía esperando que ______ empezara a oponer resistencia, y estaba dispuesto a detenerse si lo hacía. Pero en lugar de esto, ella metió sus pequeñas manos en el pelo de él. Su respiración era aún tan rápida e irregular como la de Harry. Finalmente, él logró soltar el último botón. Con gran cuidado, y los sentidos electrizados por la excitación, abrió la prenda y se encontró con... una camisa interior.
—¡!
Él se echó hacia atrás para examinar la prenda, plenamente consciente de los ojos azules de ______, grandes y febriles, clavados sobre su rostro. Alegrándose al descubrir que su camisa interior tenía un escote fruncido con un cordón en lugar de los detestables botones, cogió la cinta y tiró de ella bruscamente. En lugar de soltarse, las hebras de satén se hicieron un nudo. Harry apretó los dientes para no soltar otra palabrota. Sabía, incluso mientras empezaba a desenredar el cordón, que ______ podría recobrar la razón si se retrasaba y dejarse llevar por el pánico antes de que él siquiera pudiese desnudar sus pechos.
Harry respiró hondo, intentó sonreír tranquilizadoramente y se echó un poco más hacia atrás para ver mejor. Luego, arremetió contra el cordón, sintiéndose tan frustrado que necesitó toda su compostura para no arrancarle la camisa interior. Sonríe. Después de todo, no era más que un nudo, se dijo. Sintió que su frente empezaba a cubrirse de gotas de sudor. Un puñetero nudo rebelde. Apenas podía creer su mala suerte. La mujer más hermosa que había visto en toda su vida estaba sentada en sus rodillas, no sólo deseando que le quitara la ropa, sino también esperando con paciencia a que lo hiciera, y él, hombre hecho y derecho, estaba luchando torpemente con una cinta, ¡como un imbécil redomado!
Harry alzó la vista para descubrir que ______ le miraba las manos, con sus preciosos ojos llenos de perpleja curiosidad y con la boca fruncida. No parecía tener miedo en absoluto, y él estaba muy agradecido por ello. Por otro lado, no estaba seguro de que ella tuviera la menor idea de lo que él quería hacer. No sabía cómo la había agredido Douglas, pero era evidente que no le había tocado siquiera el torso. Por lo menos parecía que ______ no había sufrido trauma alguno que impidiera que la tocaran en esa parte de su cuerpo.
Finalmente pudo soltar el nudo y sintió una remota sensación de culpa. Pero la ahuyentó. ______ estaba sorda, no muerta de las cejas hacia abajo. Y, con veinte años, ya no era una niña. Además, era su esposa. Otro hombre, dadas las oportunidades que Harry había tenido, habría consumado el matrimonio mucho antes. Por otra parte, ella no estaba oponiendo resistencia alguna. Tampoco parecía asustada. Sólo manifestaba curiosidad por saber qué podía haber de fascinante para él debajo de su camisa interior.
Y Harry estaba dispuesto a satisfacer su curiosidad.
El corazón, como una máquina de trillar, golpeaba con fuerza dentro de su pecho mientras soltaba el fruncido cordón del escote de la camisa interior. La tela blanca cayó para dejar ver los senos. Eran globos tan blancos como la leche, con hinchadas cumbres de color rosa. De forma reverencial, Harry rozó su piel con la yema de los dedos. Estaba caliente y sedosa, tal y como había imaginado. Siguió acariciándola suavemente hasta llegar a uno de los pezones. Vio hincharse la fascinante aureola.______se sobresaltó cuando él apresó la sensible protuberancia entre sus dedos pulgar e índice. Su mirada asustada enseguida buscó la del hombre. Mientras él acariciaba su piel dulcemente, ella agarró con fuerza el pelo de Harry, y sus ojos se oscurecieron hasta adquirir un tono azul tempestuoso. Al mismo tiempo, cerró los ojos en actitud de total entrega a las sensaciones que empezaba a experimentar.
Inclinando la cabeza, Harry azotó con su lengua el otro pezón. Ella dejó escapar un gritito ahogado y arqueó la espalda para entregarse más a él. Su repentino deseo le habló en un lenguaje tan antiguo como la propia naturaleza. A Harry le alegraba —no, le hacía feliz—poder satisfacer sus necesidades. De hecho, no podía creer del todo que ella se le hubiese entregado con tal facilidad y que estuviese reaccionando de aquella manera, acercando todo su cuerpo hacia él, deseosa de sus caricias y de las atenciones de su boca.
Cuidando de no hacerle daño, pues supuso que estaban muy sensibles, mordisqueó los hinchados capullos de los pezones. Cuando vio que se dilataban y se endurecían los apresó entre sus dientes, y luego empezó a excitarlos despiadadamente con la lengua. Sabía exactamente con cuánta fuerza debía mordisquear aquellas sensibles de piel endurecida, con cuánta fuerza tenía que chuparlas para hacer que ella perdiera la razón. Frotaba uno y otro con rápidos e incesantes movimientos de su lengua, haciéndola hincharse hasta palpitar al ritmo de los latidos de su corazón. Entonces, y sólo entonces, le dio el golpe mortal a sus sentidos, tirando de uno de los pezones con los dientes.
Al sentir el primer tirón, ______ soltó un chillido. No un suave gimoteo. Un impresionante y ensordecedor chillido. Desprevenido, Harry se sorprendió tanto que se echó hacia atrás de repente y estuvo a punto de tirarla al suelo. Ella tuvo que agarrarse a sus orejas para no caer.
—¡Calla, Annie!
Ella tenía la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, de manera que no podía verlo hablar.
—______, no grites. —Harry lanzó una mirada a la puerta, que no estaba cerrada con llave. A todas luces frustrada, la mujer le retorció las orejas y arqueó su cuerpo hacia arriba, ofreciéndole de nuevo el pecho de manera resuelta—. Maddy irrumpirá en la habitación y con toda seguridad...
Su pezón rozó los labios de Harry. Ante este contacto, ella gimió con arrollador deseo y, tirándole de las orejas, le hizo inclinar la cabeza.
—¡Ahhh! —aulló la excitada joven.
—¡Por Dios!
Con movimientos fluidos, Harry la levantó de la silla, la acostó de espaldas sobre la mesa, haciendo volar por los aires el papel y el carboncillo, y le tapó la boca con una mano. Y entonces le dio lo que ella quería. Era la primera vez en su vida que se reía mientras se llevaba a la boca el pezón de una mujer.