—Eres guapa, ______, cariño. Créeme. Sin lugar a dudas, eres una de las chicas más hermosas sobre las que he tenido el placer de posar los ojos.
Una sensación ardiente subió despacio por la garganta de ______ y se transformó en fuego en sus mejillas. Ella enseguida apartó la mirada. Un instante después, sintió que el cuerpo de Harry se movía y, casi sin que se diera cuenta, el hombre se agachó para que su rostro quedara frente al de la muchacha. Ella retrocedió asustada, lo cual hizo que él volviera a reírse.
—Te estoy hablando, tonta. ¿Cómo puedes saber lo que te estoy diciendo si no me miras?
______ lo siguió con la mirada mientras él se enderezaba. Estaba a punto de sonreír, muy a su pesar. El hecho de que lo que menos quisiera hacer hasta hacía unos pocos minutos fuese sonreír la hizo vacilar.
—Así está mejor —dijo él—. Me sentía como un completo tonto, andando en medio de la oscuridad y hablando solo.
Una de las comisuras de la boca de ______ empezó a temblar. Él tocó el hoyuelo de su mejilla con la yema de un dedo.
—Por cierto, también tienes la sonrisa más maravillosa que haya visto jamás. La clase de sonrisa que hace que un hombre adulto haga el ridículo.
______ negó con la cabeza. El asintió enfáticamente. Conteniendo una risita,_______ movió la cabeza con más fuerza para seguir negándolo.
Harry se hizo el enfadado y adoptó una expresión cómicamente contrariada.
—¡Dios santo, nuestra primera discusión!
Al oír estas palabras, ______ perdió el control. La risa que había estado conteniendo estalló en su garganta. Al oír este sonido, Harry se paró en seco. La chica pensó instintivamente que él iba a reprenderla. Pero la luz de la luna le permitió ver un brillo pícaro en sus ojos.
—¿De verdad acabo de oír una carcajada? —Apretó sus hombros con más fuerza y la atrajo dulcemente hacia su cuerpo—. ¡Noooo! No, mi ______ no se ríe. —La observó detenidamente durante un momento—. Pobre chiquilla, tienes hipo, ¿verdad? La cruz de la existencia de toda futura mamá es la indigestión crónica.
______ volvió a reírse. No parecía poder parar. Y cuando finalmente lo hizo, sucedió algo increíble. A Harry se le borró la sonrisa del rostro y, después de mirarla fijamente durante interminables segundos, o al menos así le parecieron a ella, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Gracias —dijo él.
Sólo eso, sólo un simple «gracias». Pero para ______, ésta era la palabra más maravillosa que jamás había oído pronunciar y significaba mucho más que cualquier otra. Con esta única palabra, él le estaba diciendo infinidad de cosas, y concretamente que todo lo que le había dicho en el ático era verdad, que no sólo no la castigaría por hacer ruido, sino que además quería que lo hiciese.
Una extraordinaria sensación de libertad la invadió, una sensación de levedad, casi como si pudiera flotar en el aire. Comprendió que podía confiar en aquel hombre. En todo. Y con su mirada dándole valor, se atrevió a articular dos palabras para que él las leyera en sus labios.
—De nada.
Aunque pareciese increíble, él logró leer sus labios a la primera, pues su sonrisa se hizo más profunda. Cogiendo la barbilla de ella con la mano, hizo que alzase la cara para que la luz de la luna cayera sobre ella.
—Dilo de nuevo.
______ lo complació. Mientras ella volvía a articular las palabras, él recorría sus labios con el dedo pulgar. Sus ojos se llenaron de regocijo mientras exploraban los de ella.