Capítulo 74; Tú lo vales

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Escondió su cabeza entre sus rodillas mientras miraba por la ventana empañada de su habitación. El enfado se había disipado hace ya bastante tiempo y ahora solo quedaba una extraña sensación de culpa en su estómago. Había reaccionado mal, bastante mal, no entendía porqué estos últimos días estaba tan enfadado pero cualquier cosa parecía sacarle de las casillas. Lo único que quería era poder hacer bromas con sus amigos y olvidarse de todo, quería volver a cuando iban en segundo año y su única preocupación era dejar su marca en Hogwarts.

Le temía al futuro, le temía a avanzar. Su plática con Narcissa le había dejado un muy mal sabor de boca y no podía ignorarlo. No comprendía bien lo que sucedía con ese tal Voldemort que su familia adoraba tanto, no lo había comprendido tampoco cuando lo platicaron en su casa en aquella extraña reunión, lo único que sabía era que, si su familia había decidido centrar toda su energía en Voldemort, entonces nada bueno podía salir de allí. Su verano incluso había sido, ¿bueno? Jamás pensó que pensaría algo así, sintió como se estremecía. Sus padres no le habían molestado en lo absoluto (o, al menos, muchísimo menos que otras veces), había podido pasar el verano disfrutando la compañía de su hermano sin que su madre lo regañara porque "jugar no era una preocupación de los Black".

No estaba realmente enfadado con Remus, tampoco con Peter, solo odiaba ver como sus amigos crecían y dejaban atrás todo lo que habían construido los últimos tres años. Sirius no lo diría nunca en voz alta pero su amistad con esos tres inquietos chicos era su mayor orgullo y la mera idea de que algo podría cambiar lo aterraba. Las chicas eran su mayor amenaza, pronto se alejarían del grupo y ya no estarían interesado en hacer las cosas que hacían antes por estar con sus novias. La mera idea de madurar lo asustaba, la idea de que sus amigos maduraran era el doble de fea.

Estuvo mucho tiempo en la habitación solo, mirando por la ventana, enterrándose las rodillas en el pecho. Era deprimente, estaba deprimido. Pensó en ir a recostarse y quedarse bajo sus sabanas todo el día. Tal vez podría quedarse allí y rezar para que cuando saliera todo estuviera tal y como lo dejaron a final de su tercer año cuando no estaban interesados en chicas, cuando Sirius era el único que se quejaba de su familia, cuando Voldemort apenas tenía relevancia, cuando su única preocupación era ver las prácticas de Quidditch de James, cuando Remus no llegaba destrozado desde su hogar...

Se estremeció ante el recuerdo, estaba intentando olvidar eso pero había una voz en su interior sedienta de la sangre de quien sea que lo lastimó. Sirius jamás había sido bueno para guardar secretos pero jamás revelaría ese, no por respeto a Remus (aunque era un factor) sino, más bien, porque era uno tan horrible que se sentía como decir un maleficio imperdonable.

La puerta se abrió para la hora del almuerzo y James se deslizó al cuarto con una mirada recriminatoria en el rostro que sólo logró que Sirius quisiera hundirse más en su rincón. Qué injusto era que viniera a regañarlo siendo que no tenía idea de lo que apesadumbraba el pecho de Sirius.

— No digas nada, Potter —, escupió volteándose para mirar los terrenos de Hogwarts a través de la neblina.

Su amigo llegó hasta él y le empujó las piernas para hacerse un espacio frente a él en el marco de la ventana. Lo miró unos segundos y luego siguió su vista hacia el gran lago que se ampliaba frente a ellos.

— ¿Remus hizo algo? —, pregunta tranquilamente, Sirius hundió los hombros.

— No.

— ¿Peter hizo algo?

— No.

Suspiró pesadamente y se alisó un rizo oscuro que le estorbaba en la frente, de pronto la expresión de James se volvió más interesante que el borroso paisaje.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora