Capítulo 5; Leones y escaleras

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Gideon Prewett, el prefecto de Gryffindor, les hizo un rápido tour por la escuela aunque Sirius, Peter y James no prestaban mucha atención ya que estaba tonteando al final del grupo y riéndose entre ellos, habían descubierto que los tres eran igual de bromistas y que disfrutaban quitarle la seriedad a cualquier escenario. Prewett les guio por el camino hasta la torre de Gryffindor y les enseñó la contraseña que era "Percebes". Ingresaron a la sala de Gryffindor. Tal y como los estandartes, era todo rojo y dorado, sumamente acogedor, había una chimenea encendida que teñía todo de un cálido color anaranjado, al fondo había una enorme ventana que dejaba ver el cielo nocturno. A ambos lados se extendían unas escaleras de caracol, cada una de ellas llevaba a la habitación de hombres y a la de mujeres respectivamente. Prewett ordenó a los muchachos que lo siguieran escaleras arriba, las chicas se fueron con Marlene McKinnon, la prefecta de Gryffindor.

Prewett, pese a ser prefecto, era extremadamente amable y jovial, decidió no imponerle absolutamente nada a los chicos, no quería ser una autoridad sino, más bien, un amigo en quién pudieran confiar. Era tímido pero claro para explicar, fue amable hasta con los más alborotadores del grupo (James, Sirius y Peter), no se los había dicho pero le recordaban mucho a él cuando recién ingresó a Hogwarts junto a su hermano gemelo, Fabian. Cuando todos eligieron su cuarto y Gideon terminó de explicar, se marchó dejándolos solos.

Claramente, Sirius y James habían elegido una habitación juntos, de hecho, habían elegido la última habitación del pasillo para poder hacer sus tonterías sin ser molestados, Peter temblaba con miedo a que James y Sirius no lo aceptaran en su cuarto pero fue el mismo Sirius quien le preguntó si quería estar con ellos, Peter asintió gustoso pero un ápice de culpa lo carcomió por dentro al pensar que estaba traicionando a Remus. Lo buscó entre los demás chicos pero no lo vio.

— ¿A quién buscas? —, inquiere James quitándose la túnica, Peter, quien tenía la cabeza asomada por la puerta, volvió a ingresar avergonzado.

— Solo al chico que me defendió en el tren, no quiero que se piense que lo abandoné o algo —, se lastimó Peter, Sirius, quien se había ido a tender a su cama, la única que estaba junto a la ventana y tenía más espacio, se levantó y pasó su mano por sobre Peter.

— ¿De qué te defendió? —, inquiere Sirius con confusión, Peter se torció las manos, no sabía si sería apropiado decir eso el primer día, causaría una mala impresión pero ya había hablado.

— Bueno... unos Slytherin de segundo —, explica lastimero, los ojos de Sirius viajaron hacia James.

— ¡Un héroe! —, exclamó Sirius señalando al aire, James sonrió ampliamente —. Debemos encontrarlo, ¿Cuál es su nombre?

— Uh... Remus —, dice Peter sin estar muy seguro, Sirius le dio una palmada y salió de la habitación de un salto, James corrió tras él —. ¿Qué hacen?

Pero la respuesta llegó sola. James y Sirius fueron habitación por habitación llamando a Remus a gritos. Peter se quedó en el umbral de la puerta mirando todo horrorizado mientras los dos mayores se pavoneaban en busca de su amigo.


— ¿Un qué? —, inquirió Remus sin poder creer lo que estaba escuchando, Dumbledore asintió.

— Un sauce boxeador —, repitió para Remus.

Estaba en la oficina de Dumbledore, le había citado allí en cuanto terminó la cena, Minerva McGonagall y Madame Pomfrey, la enfermera, estaban también allí, aquellas eran las únicas tres personas en todo Hogwarts que sabían su secreto y con razón, McGonagall era la jefa de Gryffindor, la nueva casa de Remus, por lo que Remus había pasado a ser su responsabilidad en el periodo escolar y Pomfrey debido a quien se encargaría de Remus luego de cada luna llena cuando necesitara atención médica.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora