Capítulo 62; Declaración de Guerra

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Ese lunes por la tarde, Gryffindor y Hufflepuff tendrían su gran enfrentamiento y, como siempre sucedía con los enfrentamientos contra los Hufflepuff, todo el castillo estaba desinteresado, incluso el mismo equipo de Gryffindor. No era que tuvieran nada en contra de la casa del tejón pero, debido a la personalidad de sus participantes, los partidos no eran del todo emocionantes como sucedía con las otras tres casas, ¡Cuál de todas más competitiva! Hufflepuff eran relejados y sólo querían pasar un bueno rato, por esa misma razón, su espíritu competitivo no era tan sanguinario como los de Gryffindor quienes tenían que adaptarse a sus contrincantes para evitar que alguien resultara herido sin ningún motivo. James, a diferencia del resto, siempre estaba emocionado por los partidos y esa vez no era la excepción. Le daba igual que tuviera que jugar contra las mismísimas Arpías de Holyhead o contra un grupo duendes con escobas, Quidditch era Quidditch y no había nada en el mundo que pudiera quitarle la emoción a aquél deporte.

La situación con sus padres había sido puesta en pausa. Había decidido que, mientras estuviera en los terrenos del castillo, no podía permitirse que aquella situación le afectara, no cuando tenía a sus amigos alrededor y un equipo que confiaba en él. Estaba determinado a preocuparse de eso cuando estuviera en casa con sus padres y ya no pudiera huir de la situación pero, en realidad, sabía en el fondo de su corazón que terminaría ignorando el malestar en su pecho para no preocupar a sus padres, así era James y nada podría cambiarlo nunca.

Sus notas había subido sorprendentemente. No era como que James fuera poco estudioso antes, tal vez un poco despistado pero había mejorado bastante. Con la intención de mantenerse ocupado, James había decidido que no tendría ningún sólo espacio de tiempo libre. Si no estaba estudiando, estaba entrenando y si no estaba haciendo ninguna de esas dos cosas entonces estaba cumpliendo con algún castigo o planeando alguna broma pero nunca perdiendo el tiempo porque, cuando sus pies estaban quietos, era cuando su mente se volvía inquieta y temía que, en cuanto se detuviera a descansar, aunque fuera por un segundo, todos sus males lo alcanzarían y le sería imposible recuperarse. No, no podía permitírselo, debía seguir siendo el mejor en todo, debía conseguir increíbles calificaciones para poder ser un auror algún día, debía seguir entrenando para llevar a los Gryffindor a las finales. Tenía tantas cosas por hacer... ¡No había tiempo para estar deprimido!

En cuanto las clases terminaron, James fue el primero en abandonar el salón directo al campo de vuelo para comenzar su calentamiento y rutina de estiramiento pese a que el partido no comenzaba hasta dentro de tres horas y cuarenta minutos. Eso daba igual, tenía que estar en impecables condiciones para cuando el momento llegara y tuviera que lucirse.

Desde aquel incidente premeditado con Roland King y Minnie el año pasado, James había tomando el rol de Cazador dejando atrás su pasado como Buscador. Ambos tenían razón, James realmente se lucía como un Cazador, sus habilidades parecían relucir como oro en lo que controlar a las Quaffle se trataba. Después de tanta rivalidad, Squire Ganders logró ingresar al equipo como Buscador y James fue el primero en estrechar su mano dejando todo resentimiento en el pasado, Squire parecía igual de dispuesto a olvidar su disputa en las elecciones y ahora le admiraba como el co-capitán que era. Roland King se había encargado de enseñarle todo lo que sabía como capitán mientras Barnes se preocupaba de mantener el orden, cosa con la que James siempre había tenido problemas porque, en términos generales, él era quien acababa con el orden, no al revés. Pese a sus dificultades por mantener un bajo perfil, James había conseguido aprender bastantes cosas de King, el chico era un gran profesor y James estaba determinado a drenar todos sus conocimientos aprovechando que ese era su último año en Hogwarts. 

Para la tercera vuelta trotando al campo de vuelo, Roland King apareció con sus manos en los bolsillos de su pantalón y los ojos entrecerrados por el sol. En lugar de detenerse para hablar con él, James bajó el ritmo para que Roland pudiese acompañarlo por la pista caminando a su lado y así lo hizo, Roland sabía lo importante que Quidditch era para James y por eso jamás le ponía los frenos... o, bueno, casi nunca.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora