Capítulo 47; Túnel a Hogsmeade

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La entrada secreta de la bruja Gunhilda llevaba directo hacia un estrecho túnel completamente oscuro con un par de antorchas completamente consumidas en las paredes húmedas de piedra. Se podían ver el reflejo de las telas de arañas en los rincones de la cueva y el suelo era resbaladizo con pequeñas piedras que parecían inofensivas pero, si no andaban con cuidado, se transformaban en las peores trampas mortales. James Potter encabezó la búsqueda con su varita en alto iluminando el camino, Peter iba muy pegado tras de él, Marlene iba al final, de vez en cuando mirando hacia atrás para encontrarse con la completa oscuridad a sus espaldas que hacía que un escalofrío le recorriera la espalda pero intentó ocultar el miedo que sentía lo mejor posible aunque no era necesario, los cuatro chicos estaban todos muy asustados por razones diferentes. Pete temía a la oscuridad, los túneles aún no eran del completo agrado de Remus, Sirius juraba que pequeñas arañas estaban trepando por sus piernas y colándose por debajo de su camisa y James temía meterse en problemas. Ahora que era segundo capitán al mando del equipo de Quidditch había comprendido la importancia de su reputación e intentaba mantenerla intacta tan bien como podía aunque, claro, la vocecilla en su cabeza que le susurraba que se metiera en problemas a veces era muy difícil de ignorar y, cuando lograba pasarlo por alto, la voz tangible de Sirius aparecía y ahí no había manera de zafarse.

Recorrieron el túnel por varios minutos, parecía que no llegaba a ningún lado y que simplemente se seguía alargando a medida que avanzaban pero, de pronto, James se detuvo de golpe, Peter estampó su nariz entre sus omóplatos pero no hubo tiempo para protestar cuando vieron el túnel agrandándose frente a ellos creando una pequeña sala con una escalera de mano que parecía llevar a la superficie. James se volteó por sobre su hombro para ver a sus amigos, la luz azulada de su varita reflejándose en sus gafas haciendo sus ojos brillar como las luces de un coche.

— ¿Dónde creen que lleve? —, pregunta alzando sus cejas, Marlene se abrió paso entre los chicos y alzó la vista encontrándose con una trampilla oxidada en el techo.

— Hemos caminado demasiado como para seguir en Hogwarts —, analiza Marlene apretando sus manos contra la escalera para asegurarse que era lo suficientemente firme para aguantar su peso sin desprenderse de la pared, James la siguió muy de cerca, Marlene subió lo suficiente para alcanzar la trampilla y acercó su rostro para poder oír mejor, el resto de los merodeadores ni siquiera se atrevieron a respirar hasta que Marlene se apartó —. No se oye nada.

— Sólo hay una forma de saber que hay del otro lado —, le anima Sirius alzando las cejas.

El miedo de Marlene se había disipado por completo, ahora sólo sentía una hambrienta curiosidad en el estómago, la suficiente para estirar su mano y coger la manilla oxidada de la trampilla, fría al tacto y rasposa, la jaló generando un terrible chirrido indicando que la trampilla no se había usado hace bastante tiempo. Empujó la trampilla hacia arriba, una cálida luz amarillenta ingresó por la ranura, Marlene subió un poco más en la escalera haciendo que su torso desapareciera de la vista de los chicos y, cuando los cuatro se acercaban para observar por el agujero expuesto, Marlene soltó una exclamación de sorpresa que los hizo dar un brinco.

— ¡¿Qué sucede?! —, chilla James apuntando hacia el agujero con su varita, pero Marlene, en lugar de responder, se deslizó hacia la superficie sin dudarlo más —. ¡Marls!

Rápidamente, el valeroso James trepó la escalera y salió a la superficie de un salto para acudir a su amiga. Los otros tres chicos, aún en el agujero, intercambiaron una mirada antes de volver a alzar la vista, esperando oír las voces de sus amigos indicándoles que era seguro pero, como eso no sucedió y Sirius ya comenzaba a volverse loco pensando que tenía el cuerpo cubierto de arañas, maldijo en voz baja antes de seguir los pasos de sus amigos y seguirles trampilla arriba.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora