Capítulo 52; Los Discípulos Prewett

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Celos era una palabra que Sirius conocía desde muy temprana edad. No podía recordar la primera vez que lo había sentido, tal vez cuando Bellatrix recibió su carta a Hogwarts... No, antes de eso, para ese entonces ya conocía su significado. Siempre se había sentido celoso de las estrellas, por ejemplo, porque ellas estaban en el cielo impasibles, inextinguibles mientras que él, pese a llamarse como una, estaba atrapado en una caja que lo estaba extinguiendo. Recordaba, también, estar celoso de los delicados muebles de su salón, de las hormigas que se topaba entre las estrías de la madera, de los bohemios poetas y los astutos pintores, de su maestro de piano de los dedos largos de porcelana, de su maestra de latín con la lengua dorada y gafas de cristal, de su hermano de los rizos de azabache y de ojos tropicales. Siempre había sido alguien celoso, tal vez porque jamás había tenido nada de lo que poder presumir.

Podría presumir, tal vez, de su habilidad con la música, era hábil con el piano y con el arpa, no tanto con el violín, eso era más de Regulus. También tenía una facilidad con los idiomas, ahora, aparte de hablar español, italiano y latín también había aprendido francés gracias al libro que James le había regalado para una Navidad que lo había introducido al idioma, también sabía un poco de portugués pero Regulus era mejor con el griego y el mandarín, Sirius jamás los había logrado manejar. También era bueno con el dibujo, no mucho con el óleo, esa era el area de Regulus, Sirius era más de carboncillo, tampoco podía hacer paisajes, los retratos eran los suyos y un artista que no podía pintar el horizonte no tenía valor, Sirius no tenía valor.

No podía presumir de nada, ciertamente, absolutamente nada, quizás podría presumir ser la oveja negra de la familia, tal vez debería de hacer de ello su marca, tal vez podría presumir su habilidad para sacar de quicio a todas las autoridades o como siempre se columpiaba en el borde de un barranco en las cenas familiares que casi le costaban su hilo familiar. No, eso no eran cosas para presumir, esas cosas debía ocultarlas, esconderlas profundamente en su corazón, ni siquiera se permitía hablar de ellas en voz alta la mayor parte del tiempo, incluso había luchado por permanecer imperturbable en su primer año cuando fue sorteado en la casa del león, prácticamente ni siquiera armó un espectáculo frente a nadie aunque pasó gran parte de esa noche vomitando y llorando en el baño mientras leía la carta que su madre le había enviado, aún la conservaba bajo su faldón y la leía de vez en cuando si es que le apetecía sentirse especialmente miserable ese día.

Había algo que Sirius tenía, algo que no muchos tenían el honor de tener y que lo hacía sentir tan especial que podría brincar de alegría cada vez que lo recordaba. Eso era los merodeadores, su grupo de amigos, de ellos sí que podía presumir todo lo que quisiera y lo haría, eran su mayor orgullo. James, su confidente, su alma gemela, más que su mano derecha, James era su segunda cabeza, el amor de su vida (no románticamente, claro). A veces pensaba en él... No, de hecho, pensaba en él todo el tiempo, cada segundo de su día, cada vez que veía algo le recordaba a James, cada vez que una idea se le pasaba por la cabeza contaba los minutos para ir a contársela, incluso cuando James estaba junto a él, Sirius lo extrañaba con su alma. Peter también, el pequeño Peter, el hacedor de sus risas, su motivo para dar la cara en las trincheras, su razonamiento encarnado. Peter, aunque jamás había sido tan afín con él como con el resto, era tan importante para Sirius que él moriría por él en un santiamén, ni siquiera se lo pensaría para saltar frente a una maldición por su amigo. A veces no podía evitar verlo como alguien inferior, tal vez porque era pequeño y muy ansioso, tal vez porque era tímido y reservado, tal vez porque le recordaba al tipo de persona que su familia acosaría. Ser amable con Peter era de suma importancia para Sirius porque, mientras tuviera a Peter de su lado, eso significaba que algo estaba haciendo bien, no solo porque Peter era alguien innatamente bueno, no, sino porque también eso demostraba que Sirius estaba lejos de parecerse a lo que los Black eran.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora