Capítulo 45; Optativos

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La primera semana para los terceros era distinta que el resto del año, las clases no comenzaban oficialmente hasta el lunes siguiente dejando esos primeros días para que los alumnos pudieran asistir a los electivos libremente dándoles la oportunidad de darle una mirada a cada una de las opciones para así, el día viernes, elegir las clases a tomar por el resto del año. Remus sintió que la emoción volvía a su cuerpo el lunes por la mañana cuando se preparaba para asistir a la primera visita a la clase de cuidados de criaturas mágicas del profesor Silvanus Kettleburn, profesor del que Marlene había hablado maravillas y que los Prewett imitaban repetidas veces en la sala común. James pasó gran parte de la mañana quejándose que, por culpa de esa clase, perdería el entrenamiento de Quidditch, Peter no hizo más que preguntar qué criaturas estudiarían temiendo encontrarse con vampiros o hombres lobos, Remus le mintió sólo un poco para verlo temblar en sus zapatos, por su parte, no fue hasta diez minutos antes que bajaran que Sirius decidió levantarse de la cama lo que provocó que tuvieran que engullir el desayuno lo más rápido que pudieron antes de correr hacia el salón del segundo piso.

El profesor Kettleburn era un hombre de unos 50 años con el cabello plateado y un respingado bigote, cuando Remus lo vio, casi dio un brinco en su sitio. El hombre tenía toda la piel visible cubierta de enormes cicatrices plateadas, su ojo izquierdo estaba cubierto por un parche blanco pero se podía ver una gruesa cicatriz sobresaliendo dejando un recuerdo de un no muy agradable encuentro con alguna criatura. Si alguna persona del castillo había puesto alguna vez en duda la historia de las cicatrices de Remus, esas dudas salieron disparadas por la ventana al ver a Kettleburn, incluso pudo sentir un par de miradas sobre él, sobre todo la de Sirius, quien, pese a jamás haberlo admitido en voz alta, tenía un par de dudas sobre las palabras de su amigo. Remus se sintió tan aliviado que casi flotó por todo el salón sintiéndose dichoso. Maldito sabio Dumbledore, el hombre sabía lo que decía.

Sirius y James se apresuraron a sentarse al final del todo del salón antes de que Remus pudiera siquiera protestar, había hecho planes de sentarse en primera fila pero no vio más remedio que seguirlos y acomodarse junto a la ventana de mala gana. Era tradición de los merodeadores sentarse todos juntos, las únicas veces que se separaban era para historia pero esto también se había transformado en otra tradición. Pudo divisar la cabeza pelirroja de Lily en el centro del salón, Mary estaba a su lado, ambas chicas parecían cada día más cercanas pese a haberse tenido tirria en sus primeras interacciones, el mismo Remus comenzaba a llevarse mejor con Mary, uno aprendía a quererla luego de un tiempo.

— ¡Reggie! —, exclamó James en cuando vio al chico de Slytherin apareciendo por la puerta rodeado de un grupo de chicos de su misma casa, Regulus alzó las cejas en su dirección, el chico lucía igual que el año pasado, tal vez un poco mas seguro de sí.

— Reg, ven a la esquina de los populares —, le anima Sirius con una enorme sonrisa, su hermano resopló por lo bajo pero accedió, todo su grupo se acomodó alrededor de ellos luciendo levemente conmocionados, Peter y Remus intercambiaron una mirada, ¿eran los únicos que notaban lo incómodo de la situación?

— ¿Qué tal? —, saludó Regulus a Peter, el chico le dio una sonrisa antes de mirar a Evan y Barty, ambos chicos le saludaron como si estuvieran viendo a un viejo amigo, tanto James como Sirius vieron sus propias sonrisas desaparecer y sus rostros tomando una tonalidad sombría, odiaban no ser los preferidos de alguien.

— No puedo creer que tengamos que venir a esta mierda de clase, ¡como si quisiera saber sobre criaturas pulgosas! —, chilló Barty lanzando su mochila violentamente sobre su mesa, James dio un brinco en su asiento, sorprendido por la repentina prepotencia del chico.

— Tu eres el único pulgoso aquí, Crouch —, responde Evan abriendo su libro, Barty arrugó la nariz antes de sacudir su varita en su dirección provocando que su libro se le cerrara de golpe sobre sus dedos —. ¡Ay!

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora