La Luna Asesina; Wolfstar

Capítulo 81; Cigarrillos Mágicos

— ¿Remus? —, llamó la mujer luego de clases de Historia de la Magia una mañana cuando ya todos comenzaban a abandonar el salón. Peter, quien se había sentado junto a él toda la clase y con quien había planeado ir a su siguiente clase juntos, se detuvo en la puerta también —. ¿Tienes un momento? Es importante.

No necesitó oír más, sabía exactamente él tema del que hablarían y un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. Se relamió los labios antes de sujetar las correas de su mochila con fuerza entre sus manos.

— Sí, claro —, asiente sorbiendo su nariz. Se volteó por sobre su hombro a su amigo que esperaba pacientemente —. ¿Te alcanzo de camino?

— Oh, está bien —, asiente Peter dedicándole una educada sonrisa a la profesora —. Nos vemos, profesora.

— Nos vemos —, asintió observando como el chico salía del salón torpemente hasta desaparecer tras las oscuras puertas. En cuanto la atención del chico estuvo de regreso en la profesora, la mujer le hizo un ademán para que tomara asiento frente a él y lo hizo, pensaba que necesitaría sentarse para oír lo que tenía que decirle —. ¿Cómo van las cosas, Remus?

Odiaba la dilación, quería que fuera directo al punto pero lo mínimo que podía hacer era responder sus preguntas. Se removió en su asiento y pateó su mochila lejos de sus pies como si necesitara más espacio para moverse tranquilamente.

— Bien, creo.

— Muy bien —, asiente la mujer sentándose frente suyo, su atención en unos papeles desperdigados a lo largo de su escritorio —. Poppy me habló de la última luna llena, ¿Aún te está molestando tu cadera?

— No creo poder correr una maratón pero está bien —, respondió en algo similar a un resoplido. Minerva apretó los labios pero asintió antes de dejar los papeles sobre la mesa que se había dedicado a ordenar. Le miró por sobre sus gafas.

Supo, en ese instante, que lo que estaba por decirle la profesora podría llegar a cambiar la trayectoria de su vida. Tal vez no para bien, tal vez no para mal pero sabía que justo allí se marcaría un antes y un después, podía verlo en su mirada cuando se relamió los labios, buscando encontrar las palabras que decir.

— Tu madre tiene una depresión severa, Remus —, comenzó a hablar la maestra rascándose la nariz, Remus aspiró profundamente. Aquí vamos —. Tu madre está en un episodio de extremo estrés que ha detonado un comportamiento poco habitual en ella y la ha hecho actuar fuera de sus cabales... No tengo idea qué lo detonó específicamente, sólo sé que eso es algo que tu padre puede saber pero que no quiere compartir... ni siquiera con los doctores.

La boca de Remus se sintió seca. Tal vez el diagnóstico no era del todo sorpresivo para él, no cuando él mismo tenía sus propios problemas de esa talla que indicaban que la salud mental en su familia no era algo de lo que jactarse. Lo que le producía un escalofrío era que sabía exactamente lo que lo había denotado, no había que ser un genio. Los secretos de Lyall Lupin estaban saliendo a la luz uno por uno ensuciando su historial. Tal y como él se había enterado acerca de su disputa con los hombres lobo, se preguntó si Hope se había enterado también accidentalmente o si él mismo se lo había mencionado. ¿O, acaso, había más esqueletos escondidos en el armario de Lyall? Fuera lo que fuera, sabía que la única manera de solucionar todo esto era afrontado a su padre, ya no por su propio beneficio y paz mental, ahora era una necesidad de la que no podía prescindir, no cuando había arruinado la vida de su madre.

— Conseguí un permiso de visita para luego de las vacaciones de Navidad, me dejaron ir a visitarla gracias a Roy Jenkins, fue muy inteligente de tu parte querer acudir a las autoridades muggle —, le felicitó Minerva como si acabara de dar una respuesta correcta en una de sus clases. Remus sólo hizo una mueca —. Lastimosamente, no creen que sea bueno que tú estés presente, creen que podría retroceder todo el progreso... también puede ser un evento traumático para ti.