Capítulo 4; El expreso a Hogwarts y hatstall

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Inicio escolar

Podía sentir sus dedos bañados de sudor alrededor del mango de su equipaje. Lyall y Hope venían tras de él, Lyall parecía encantado de poder compartir todo eso con su esposa y más encantado aún de volver a King's Cross. Por su parte, Remus jamás había estado tan nervioso en la vida. Como sabía que compartiría cuarto con más gente, no corrió el riesgo y dejó todo lo que pudiera vincularlo con un hombre lobo en casa, como libros, ungüentos, pociones calmantes que su padre fabricó específicamente para su estadía en Hogwarts pero que Remus decidió esconder bajo su cama. Otra medida de seguridad que tomó fue la de escribir en cada página de su libro de Historia de la Magia en pequeñas letras al pie de la página la fecha del mes en la que caía luna llena, esto ordenado por mes para evitar confusiones, al mirarlo a simple vista no parecía notarse, Remus suplicó que nadie hiciera preguntas aunque sabía que era poco probable.

Se detuvieron frente a la barrera que separaba la estación nueve con la diez, Lyall le insistió a Hope que observara atentamente a Remus, quien supuso debía ir primero por las palabras de su padre. Remus sabía como ingresar a la estación 9 3/4 que era la que llevaba a Hogwarts, su padre se lo había dicho un millar de veces, pero eso no lo hizo menos aterrador. Miró la barrera de ladrillo frente a él y tomó aire, se sujetó firmemente a su equipaje antes de correr lo más rápido que pudo contra ella para evitar arrepentirse a medio camino, no pudo evitar cerrar los ojos al atravesar.

El golpe, como su padre le advirtió, no llegó, en cambio, se encontró a sí mismo en un lugar completamente nuevo. La estación 9 estaba poco poblada y nublada pero, para sorpresa de Remus, la 9 3/4 estaba colapsando de gente, todas familias que llevan a sus hijos para despedirse de ellos, también pudo sentir el cálido sol en su espalda. Se hubiera quitado el suéter de lana si no anduviera con una playera manga corta debajo que dejaba ver todas sus cicatrices, decidió que sudar era menos vergonzoso que tener que inventar una estupida excusa para sus heridas.

Sus padres pronto lo alcanzaron. Hope lucía pálida como el papel y se aferraba a Lyall con fuerza sin poder creer lo que había pasado, su padre reía como un niño pequeño.

— ¡Bienvenidos a la estación 9 3/4! —, exclamó con emoción, Hope parecía haber recuperado la vitalidad al ver el lugar tan lleno de vida a su alrededor.

Lechuzas volaban sobre sus cabezas, el parloteo animado de la gente le daba un aire hogareño al lugar. Podía ver a varios chicos con las cabezas asomadas por las ventanas del tren despidiéndose, Remus temía que sus padres quisieran hacer eso también, hizo una nota mental para sentarse en la ventana contraria. Deslizó el carro esquivando a la gente, podía escuchar a sus padres charlando a sus espaldas. Remus había insistido que podía ir solo, lo hubiera preferido, pero Lyall se negó rotundamente, dijo que era por la seguridad de Remus pero ambos sabían que solo quería evocar sus recuerdos de estudiante.

Llegó a la puerta del expreso y se detuvo frente a sus padres quienes no parecieron notarlo. Sus ojos se posaron sobre un chico de su edad que lo miraba con el ceño fruncido por sobre su equipaje, Remus le mantuvo la mirada hasta que vio como se volteaba para cuchichear con sus padres, Remus apartó la vista avergonzado en cuanto vio al chico señalarse la nariz justo donde Remus tenía su cicatriz.

Había olvidado por completo que no todos sabían sobre sus cicatrices. Estaba tan acostumbrado a relacionarse sólo con sus padres que a veces olvidaba que lo que padecía no era normal (siendo que sus padres jamás lo hicieron sentir normal al respecto, solo estaban acostumbrados).

— Ya subiré al tren —, habla Remus atrayendo la atención de sus padres.

— ¡Oh, claro! —, asiente Lyall como si hubiera olvidado que estaban allí por eso, se acercó a su hijo —. En cuanto llegues quiero que me envíes una lechuza sobre tus... arreglos.

La Luna Asesina; WolfstarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora